Mi compañera me miraba sin comprender lo que decía y como una niña de primaria corrí tomándole del brazo hasta llegar a nuestra aula de clases, respiré profundamente buscando mi asiento, proseguí caminando lentamente sin precipitarme hasta que me senté tocando mi pecho del cual sentía como si mi corazón se hubiese vuelto loco.
- Dios mío, lo volví a ver, él está aquí y no lo había notado hasta hoy - decía mirando a Wendy, me sentía feliz a más no poder, me sentía como si hubiese encontrado algo perdido que siempre había deseado, como un niño que encuentra su dulce favorito. Decidida, empecé a contarle lo que pasaba, de quién hablaba y el porqué de mi reacción a lo cual Wendy me prestaba su absoluta atención manteniéndola al tanto del comienzo de mi pequeña historia.
Desde aquél instante no he dejado de salir, salgo cada que puedo y tengo la oportunidad con cualquier mínimo y absurdo pretexto solo para verlo, verlo, aunque sea de lejos de alguna extraña forma eso me hace sentir mejor, verlo sonreír, aunque no sonría para mí.
Es esa clase de personas que te dan una buena vibra, que la gente se acerca porqué su aura les sienta bien, porqué al estar junto a él logra hacerte sentir mejor, al menos es lo que he observado. Es un chico que nunca miras solo o que rara vez se encuentra aislado, sus amigos y compañeros se encuentran junto a él la mayor parte del día.
Pasé así algunos meses pues no me he atrevido hablarle, mi timidez y la inseguridad son como piedras enormes que no me dejan pasar, como obstáculos impidiendo que logre avanzar, siempre me decía – Él es tan bonito, tan reluciente y agradable, por qué alguien como él se fijaría en alguien como yo –
He querido hacerlo, por supuesto que lo he deseado con todo mi corazón, pero cuando estaba a unos centímetros de él mis piernas retrocedían o alguno de sus amigos aparecía y yo me arrepentía.
Me encontraba con Wendy sentada en una banca cerca de su salón de clases, platicábamos un poco cuando salió el tema de aquel chico.
-¿ y bien? – me miraba fijamente con un rostro sarcástico, yo seguí bebiendo mi jugo ignorando por completo su presencia pues sabía a qué se refería con aquella sencilla pregunta, deseaba tanto como yo que me acercara.
- Por dios, habla con él y ya, no es tan difícil, es mejor arriesgarse y lo sabes Zoe– Fruncí un poco el ceño dándome cuenta que ya no podía seguir ignorando sus palabras.
- Es verdad, pero no quiero lucir como una tonta o una acosadora, quizá le asuste que una chica se acerque a él de la nada – Decía mientras terminaba mi bebida, inconscientemente miraba de reojo la entrada de su salón esperando que, por arte de magia él saliera. En este poco tiempo de analizarlo he notado que no sale demasiado de su aula, pero cuando lo hace está acompañado, he de suponer entonces que sus amigos lo motivan a pasear un rato.
- Es necesario que lo hagas ya, no debes esperar, mira cómo te pone – Decía Wendy percatándose de que mi vista se dirigía a donde aquél dueño de mis pensamientos en estos últimos meses se encontraba.
- No es necesario, además mirarlo me es suficiente, es suficiente para hacerme sentir bien, a pesar de que no lo conozco y él ni siquiera sabe que existo su simple presencia logra transmitir a mi persona una mejor visión de todo lo bello que existe en esta corta vida –
Dije mientras parecía perdida observando a la nada, imaginaba aquella nada que permanecía entre él y yo, una manera en que él no me podía herir y yo tampoco, donde permanecía un amor que no conocía y que no era necesario hacerlo, donde no empezaba nada y si algo terminaba ni se sentiría, una nada que a pesar de todo era un poco solitaria, porqué a pesar de mi comodidad estando de esta manera, quería conocerlo, lo deseaba con todo mi corazón.
ESTÁS LEYENDO
Los ojos nunca mienten
RomantikSentada a su lado, era de noche, las 10:00 p.m para ser exacta, la brisa tan fresca, los árboles y el pasto haciendo ese pequeño sonido que provoca el viento al rozar en ellos, yo miraba la luna mientras esperábamos que llegasen por mí, y él, él me...