3- Las botas bien puestas

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-¿De dónde salieron estos?- preguntó recuperándose del susto el Capitán Correas.

-De España- respondió el Teniente Dominguez, demostrando la inteligencia criolla y puteando por lo terriblemente filosas que son las piedras del valle.

-Una respuesta más de ese tipo y lo fusilo a usted y a su familia. ¿Dónde está su bota izquierda?

-La perdí.- contestó Dominguez.

-Entonces se jode. La cobardía tiene sus consecuencias.

Domínguez se mordió los labios para reprimir el impulso de explicarle a su valiente Capitán que la causa del extravío, se debía al lamentable estado de las botas y el terrible topetazo que el propio Correas le había dado mientras huía chillando como una nena.

-Carrizo.

-Sí mi Capitán.

-¿Usted tiene sus botas?

-¡Las tengo bien puestas, mi Capitán!- Respondió con orgullo mirando de soslayo a Domínguez.

-¿Tiene un pañuelo blanco a mano?

-Sí mi Capitán. ¡Tan blanco como el que acompaña al celeste de nuestro pabellón!

-Muy bien. Agítelo mientras se acerca a las tropas españolas. Es probable que no lo maten y que pueda dialogar con ellos. Necesitamos saber que están haciendo en la isla.

Tan blanco como el que acompaña al celeste de su pabellón se encontraba ahora el rostro de Carrizo. Titubeando preguntó por qué tenía que ir él.

-Porque las tiene bien puestas... - concluyó el Capitán.

BoliguasWhere stories live. Discover now