Temperance Evergreen era una dulce muchacha de apenas 18 años. Su temperamento dócil y paciente, junto con su ternura y amabilidad eran sus principales dones. Físicamente, en cambio, nunca había sido considerada de una belleza especial. Tenía el cabello lacio y rubio, de un tono pálido y sin luces, mientras que su piel, muy pálida, la obligaba a sonrojarse de manera muy inapropiada para una dama, y demasiado evidente para una muchacha con mejillas redondas como las de ella. Sus ojos, de un tono verde grisáceo, pasaban inadvertidos ya que no refulgían como luceros ni brillaban como el ébano. No se consideraba una muchacha de deslumbrante belleza, ni apenas, pero tampoco podía decirse que fuese horrenda. Más bien, contaba con una belleza deslustrada y poco llamativa, cuestión que a ella nunca le había le preocupado de manera particular.
Acaba de vivir sin mucho éxito una agotadora y decepcionante primera temporada social en Londres y agradecía haber regresado antes de tiempo a su adorado Bournemouth, la pequeña ciudad en la que vivía. Bournemouth era conocido como uno de los balnearios medicinales más modernos de Inglaterra, contando con un sanatorio recientemente inaugurado, ya que se les atribuían propiedades curativas a las aguas de la zona. Se trataba de un moderno pueblo costero, con instalaciones suficientes y actividades de recreación saludables, tales como lugares particularmente bellos para largas caminatas, una amplia bahía con balnearios y un hermoso bosque de pinos, ideal para cabalgatas. No contaba con demasiadas villas y casas de campo como para que sus habitantes pudieran olvidar el nombre de los demás miembros de la zona. Además, el pueblo conjunto, Poole, contaba con un pequeño muelle que proporcionaba una activa vida comercial, que lo convertía en el paseo ideal para realizar compras más exóticas, paseos por la costa o negocios importantes. ¿Quién podría querer vivir en Londres? Allí todo era sucio, caótico y desenfrenado. Había vagabundos y niños pobres por doquier, suciedad y ratas correteando por las atestadas calles. En cambio, en Bournemouth se vivía apaciblemente, con la fresca brisa marina que limpiaba las calles y que esparcía el aroma de los pinos del bosque por todo el pueblo.
Temperance había vivido, al nacer, en una bella casa señorial en Poole, pero tras la trágica y temprana muerte de sus padres, fue trasladada a la casa de campo de su tía abuela, Lady Whilelmina Manners, la menor de las hijas del fallecido Duque de Rutland y que, al haber permanecido soltera, nunca perdió su título de Lady ni el apellido de su padre.
Tía Whilelmina era una mujer sumamente particular. Aunque era ya bastante anciana, por lo que no podía realizar todas las tareas que deseaba, tenía un espíritu enérgico y bonachón. Renegaba de su origen aristocrático, a pesar de que seguía usando su título, al que gustaba llamar como una "joya que me dejó en herencia mi padre" y que solo por ello mantenía a su lado. Rechazaba la fastuosidad de sus pares, la frivolidad de su clase y, por ende, prefería a lo lejos una tarde de té en su casa de campo, que una semana de fiestas, ópera y eventos sociales en Londres. En cambio, organizaba eventos benéficos, reuniones de ayuda al prójimo y jornadas de cuidado y apoyo a los más necesitados. Su espíritu rebelde, además, la había llevado a rechazar el matrimonio desde muy joven. Temperance había oído unas mil veces la historia en la que el duque se había ahogado con un trozo de patata cocida cuando se le ocurrió a una Lady Manners de 20 años, anunciar que estaba harta de la temporada londinense y que, viendo que sus otros hermanos y hermanas ya habían realizado buenos enlaces, reclamaba su derecho de hija menor para quedarse soltera. Los duques se esforzaron cuanto pudieron por hacerla cambiar de idea, insistiendo a menudo para convencerla y ofreciéndole toda clase de regalos a cambio, pero inclusive cuando su madre le rogó en su lecho de muerte que lo reconsiderase, Whilelmina había contestado con una sonrisa anunciando que "Jamás haría algo tan ridículo como subyugarse a la antinatural autoridad de un animal sucio y bárbaro", como gustaba llamar a los miembros del género masculino. No a todos, claro, solo a los que detestaba. También había algunos de estos especímenes a los que adoraba, especialmente miembros de su familia.
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La Única (Versión Borrador)
Ficción históricaLord Charles Hardinge, Barón de Penshurt, se encuentra en banca rota. Luego de perder su ultima oportunidad de la temporada, decide huir de las garras de sus acreedores e instalarse una temporada en Bath, donde espera encontrar rápidamente a una esp...