El chico de pelo castaño Max Taylor asistía a toda prisa a las clases, otra vez se había dormido como de costumbre y si llegaba tarde sus padres no lo dejarían ir a las batallas junto a Gabu, Rex, Az, Paris y su amada secreta, Zoe. Esos sentimientos habían crecido desde hace meses, cuando se encontraban solos en su casa haciendo su tarea, cuando por accidente tocó su mano enguantada con la de la chica pelirrosa su corazón latió sintiendo cosquilleo en su estómago.
Aunque eso no le interesaba por ahora, las clases eran cruciales por que tenia exámenes.
- ¡Cielos! ¡Debí poner una alarma! Eso me pasa por comer demasiado. - Estaba por llegar cerca a la institución aunque le agotaba la corrida.
Como por prevención Max no llevaba a su amigo dinosaurio de miniatura, no era permitido el ingreso de mascotas.
- Ahora Rex ha de haber llegado, se reirá de mi cuando me regañe la profesora y dirá siempre "Max el perezoso" una y otra vez. ¡Pero no hoy! ¡No llegaré tarde! - Al llegar a su lugar de estudio (justo a tiempo), descansó un poco y siguió a su aula. Rex no podía contener su risa por que Max era despistado.
Pero habían dos cosas que lo dejaron impactado en cierta forma a Max; una era que la maestra aún no había llegado a clases y otra era un grupo de chicos ¿hombres? rodeaban a alguien, por lo que se creía era una mujer.
- Justo a tiempo. ¿Rex? ¿Estan viendo vídeos nuevos de música? O ¿llegó una nueva estudiante?. - Max se sentó delante de su amigo rubio y lo miró.
- No hay chica nueva, sólo es Zoe presumiendo de su cambio de look.
- ¡¿Zoe?! - A Max le dio un ataque. Secretamente se había enamorado de su mejor amiga, pero su corazón latía de desespero.
- Si, hoy vino muy diferente, y eso atrajo la atención de los demás compañeros que la rodearon.
Max miró al grupo, comenzó a sentirse celoso de que algo como eso le pasara.
- ¡Oigan! Regresen a sus asientos, es hora de iniciar las clases. - La maestra ya había llegado, todos se disiparon y lo que Max vio, lo dejo en shock mental.
Zoe andaba con la misma ropa, pero llevaba el pelo largo suelto, además de que los cabellos del frente los hizo un lado. Se veía hermosa, cosa de que el corazón de Max intentaba explotar, se sonrojo y se volteó de frente al ver aquella chica cuando lo miró. No podía soportar verla de ese modo, pues sería muy raro y incómodo.
Las clases siguieron normales pero para el chico fan de los dinosaurios era un gran alivio. Se la pasó ignorando a la pelirrosa; Zoe por su parte al ver esos comportamientos se sintió mal
Al descanso Max agarraba sus cuadernos y iba a los casilleros junto a Rex, aunque algunos chicos los empujaron para acompañar a Zoe a la salida. Ella estaba sofocada, no tenía ni tiempo de respirar, quería zafarse para estar con el chico de sus sueños.
Iba a terminar el receso, Rex se había ido a la cafetería dejando al chico castaño sólo en el pasillo y de nuevo el grupo de admiradores de Zoe ya cruzaban, al principio no le tomó importancia por que pensaba que Zoe lo disfrutaba, pero las quejas llamaron su atención.
- ¡Es sólo un nuevo peinado! !déjenme en paz! - La chica pelirrosa intentaba zafarse de sus compañeros masculinos.
- ¿Cuando puedes salir? ¡Te invito! - uno de ellos trataba de agarrarla.
- ¡No, ella me invitó primero! - dijo otro.
Max al verla en serios apuros, como buen amigo decidió intervenir.
- ¡¿Que parte de que la dejaran en paz no entendieron?! ¡Necesita un poco de espacio! - Agarra el brazo de la joven y corren juntos hacia un escondite antes de que la avalancha de chicos los atraparan, o eso se creía.
- La perdimos. - Decía uno de los"fans"
-¿ Y si seguimos a las chicas del último grado?-
- ¡Vamos!
Los dos amigos encontraron un lugar de escondite, y precisamente era un armario de la biblioteca. Estaban callados en una forma incómoda, casi apegados por la cantidad de libros que había. Para Max era una bomba de tiempo, le invadía el perfume embriagador de Zoe.
- Gracias Max por salvarme, estaba acorralada y me sentía acosada. Hubiera sacado a Paris para intentar separarme de ellos pero me impedían las reglas del colegio.
-¡Claro! Es lo que hacen los amigos. - En realidad estaba rojo de nerviosismo, el calor de ella le provocaba ese problemilla.
- Max, has estado actuando extraño hoy. ¿Ha pasado algo?
- No no, sólo fue que llegué tarde. Es todo. Por cierto.. ¿Por qué el pelo suelto? - Zoe cae en el sonrojo máximo. Eso era una de las cosas que ella adoraba de Max, Despistado y curioso.
-Paris me escondió mis adornos de acomodar el cabello, los dejó rondando por toda mi casa.
- Que travesura. - Max no pudo contener su risa, Zoe lo golpea con fuerza - ¡Ay!
- No es gracioso.
- Bueno, a decir verdad te veías muy bonita. ¡Quiero decir buena imagen! - Max corrige su frase.
- Oh, Gracias Max. - Ella se apega un poco hacia el pecho de él.
- Q... ¿Que haces? - su corazón daba un gran vuelco.
En la mente de Zoe tenía clara la idea: en momentos como estos era arriesgarlo todo, pues desde que lo conoció sintió un buen aprecio y rápidamente se enamoró, y no debía desperdiciar esta gran oportunidad. Así que por medio de sus impulsos le dio un apasionado beso en los labios. Max estaba en Shock pero por defecto comenzó a devolverlo, sintiendo un gran boom en su corazón. Al separarse...
- Es mi modo de decirte gracias. Eres todo un caballero. - Ambos oyen el sonido de clases. - Debemos volver a estudiar. - la chica intenta abrir pero Max la detiene.
- Hey, Zoe. No sé, ¿Sabes? Tú eres hermosa, sea como seas, y me tienes enamorado. Sólo eso quería decir. - Max la suelta, pero ella se sienta en su regazo.
- Oh Max, mi amor. - Ella comienza a besarlo como muestra de su respuesta de romance. - Creo que una hora de besos no estaría mal. - Y siguió dando esa clase de afecto.
Max estaba en el cielo al sentir esos labios de Zoe, de pasar un raro y malo día a terminar siendo el mejor de su vida. Quien diría que un simple cambio de look o más bien de peinado era un trampolín para que su sueño era real.
"Debo irme así más seguido. " Zoe estaba en éxtasis cuando el chico de sus sueños la besaba con dulzura.
Aunque ambos estarían conscientes de faltar una hora de clases, no les importaba nada, disfrutaban amándose con todo el cariño y un gran furor en sus corazones. Eso si, tenían que prestar atención por los exámenes que se avecinaba.