Capítulo 1: Vergüenza

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La bulimia de Choi San iba de mal en peor, el chico no podía dejar de vomitar. Hasta si no metía sus dedos en la garganta, San podía hacer que su cuerpo rechazara la comida y vomitar en medio de la cocina.

Sus padres decidieron hacerle caso a los médicos e internarlo en el hospital psiquiátrico Kim SooHan, donde eran especialistas en adolescentes y jóvenes.
Tenían un área especializada en trastornos alimenticios en la cual estaría San internado.
Su madre no quería internarlo pero la cobertura médica cubría ese tratamiento y debía hacerlo si quería que su hijo se cure.
Su padre tampoco quería internarlo pero por otras razones, no creía y no quería reconocer que tenía un hijo con trastornos alimenticios. Para él, San estaba en perfectas condiciones, tenía una vida saludable y un estado anímico normal. Pero la verdad es que se estaba muriendo.

San tenía arritmias, no soportaba estar mucho tiempo de pié y su esófago tenía pequeñas yagas, su estómago se había curado de una úlcera, pero los médicos dijeron que iba a tener otra si seguía con los vómitos.

Le estaban sacando sangre para determinar si debía quedarse internado en el hospital o hacer hospital de día solamente* y San miraba la aguja con cansancio, le sacaban sangre todos los meses, le hacían endoscopias, debía ir al clínico todos los santos viernes iba al psiquiatra todos los miércoles, iba a terapia los lunes y jueves, y a la nutricionista los martes.
Pero todo ese tratamiento era ambulatorio, jamás había estado en un hospital psiquiátrico especializado en adolescentes, ni mucho menos en TCA (trastorno de la conducta alimentaria)

San vio como la enfermera puso la sangre en diferentes tubitos y se fue de la habitación dejándolo sólo con los padres.
El señor Choi era alguien alto y sumamente exigente, tenía los brazos cruzados y el ceño fruncido mientras inspeccionaba con la mirada la habitación.
Su ex esposa, la madre de San, estaba con el celular arreglando a qué hora debía entrar a trabajar mañana ya que tuvo que pedir el día libre para hoy. Esperaba que le den un certificado que tuvo que acompañar a su hijo al médico.
San se acostó en la camilla y suspiró.

- Ya nos vamos, hijo. - la voz de su padre casi le hace reír. Lo iban a internar, no había escapatoria, lo supo cuando cruzó la puerta del hospital.

- Primero hay que ver lo que dicen los médicos - Su madre dejó de darle atención al celular y levantó la vista para hablar.

- Está perfecto.

San odiaba que su padre usara la palabra perfecto para todo.
¿Tienes ganas de morirte? Perfecto ¿Tienes tca? Perfecto ¿quieres encajar en la sociedad? Perfecto ¿quieres ser suficiente? Perfecto.

San deseaba ser perfecto pero no lo era.

- Está pesando 35 kilos. - siseó la madre con enojo. - ¿Que es lo perfecto?

Para San, 35 kilos era casi perfecto. Sólo un poco menos y sería el chico perfecto.

Su padre no contestó y San cerró los ojos porque odiaba que hablaran de su peso. La balanza decía un número pero el espejo decía siempre otra cosa.

Sus padres volvieron cada uno a lo suyo para no tener que hablarse, San sabía que su padre quería escapar por la ventana y su madre quería tirarlo de la ventana.
Había escuchado siempre que los padres divorciados tenían problemas en la crianza de su hijo, se peleaban por la custodia, por la mantención, pero los padres de San eran otro caso.

Un Segundo De Vida || WooSan || ATEEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora