Fue un error

108 8 4
                                    


Fue un error, ¿sabes? Engañarte a ti, engañarme a mí y engañarla a ella.

Avancé tanto la mentira. Fui un hipócrita. 

Me permití llevarla a mi iglesia, donde le dediqué tantas falsas promesas, todo fue error.

Sí, fue un error, pero mío, en realidad, por permitir que esto sucediera una vez, por permitir que sucediera más de diez, cuando me encontraba aún en un noviazgo con ella, pero perdidamente enamorado de ti.

Ya lo sabes, siempre fui solitario, terco, frío, y al mismo tiempo terriblemente magnetizante, me sentía  de otro mundo. Tú eras demasiado inocente, amigable, y al mismo tiempo tan endemoniadamente adictivo, hipnotizante, de otra dimensión. Desde que te volví a ver no pude evitar caer nuevamente por ti. Un hombre de poca vergüenza y mucho coraje. 

Perfección.

Y aún así no pude amarte como debía. 

Yo sé que lo puedo reparar. No, por supuesto que no, aún no.

Fue un error, que el día en el que pensaba efectuar mi rompimiento con Magda, aparecieras tú, en aquella cafetería, tan radiante, tan sonriente, tan cautivante como el último mes que compartimos juntos.

 En menos de lo que pude parpadear, cruzamos miradas y tropecé nuevamente con la vida. Volví a soñar con tus ojos, con tu risa, con tus labios y sabía que cada momento sin ellos estaba siendo desperdiciado, había desperdiciado cada día. 

 Estaba condenado. 

Nunca debí ocultarlo, no debí ocultarte la verdad desde el principio, pero es muy tarde para disculparse. Nunca quise hacerte daño. En menos de lo que pude parpadear, mi principal mecanismo de defensa: mi relación con Magda, se había vuelto mi perdición. Desgraciadamente no era el único con una noticia que compartir en la mesa, Magda, mi novia, llevaba dos meses de embarazo. 

Oh, mi viejo amigo, lo siento. Todo estaba terriblemente mal.

 Muy mal.

Esta mañana desperté con una extraña sensación. Al parecer, Magda, con quién había empezado a convivir desde que te fuiste a perseguir tus sueños y yo no me atreví a perseguir los míos, había encontrado una de las once cartas que te escribí, una por cada noche que compartí contigo. Tras leer palabra por palabra, ella enloqueció. Supe que el futuro matrimonio que nos esperaba a los dos estaría cargado de resentimiento, cuando ambos nos sentamos en el sillón de nuestra nueva habitación y nos quedamos mirando las paredes. Ella decepcionada y yo pensando en lo joven y estúpido que fui, pues fui lo suficientemente cobarde para arruinar  y perjudicar la vida de tres personas. A ti, mi amado; a Magda, la futura madre de mi hijo; y aquel niño o niña que Magda y yo habíamos decidido tener.

Mi error fue un camino, que, sin detenerse, me dejó sin esperanza de obtener amor y gloria junto a ti. 

Mi amado, mi Charles.

Y lo reconozco, fue un error,  el mentirte,  el no seguirte, pero aun así mi corazón se aferra a la promesa de ser valiente. Pues hubo un tiempo  en el que nos amamos, como si fuera para siempre. Tiempo que nunca olvidaré, pero tiempo que no volverá. Ese fue tiempo que perdí por estarme engañando, por vivir callando.

Un error que me dejó sin final feliz, al menos por ahora.

Si hubiera sido valienteWhere stories live. Discover now