4.- Gotham

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La sangre en sus manos, la risa estridente que surge desde su pecho hasta sus labios, solo observa como su esposo golpea una y otra vez a aquel hombre que se atrevió a dispararles. Todo pasó en fracción de segundos, venían de ver una película clásica que se estreno como aniversario del "Zorro." El tierno niño les insistió, quería ir al cine como todos los niños, quería una salida familiar, lejos de casa, comer palomitas con sus padres, aprovechar el tiempo antes de que ellos salieran nuevamente de viaje de negocios, Martha sonríe pues gracias a Thomas, Bruce era fan de ese héroe olvidado y al ver la felicidad en su rostro ellos no se pudieron negar, para ellos Bruce era su mundo, su razón, su todo.

En las penumbras de un callejón.

Su mundo se vino abajo con un solo disparo a quemarropa, todo paso en segundos, Martha Wayne estaba en el suelo sujetando a su hijo, cubriéndolo, creyendo que el menor estaba a salvo mientras que Thomas en un movimiento rápido protegía a su familia y se lanzaba contra el atacante, sometiéndolo. No estaba a salvo, la mujer cubre a su hijo, pero se percata de que el menor no la abraza, no llora, no grita ante ese arranque de ira de su padre, no, no hay nada, no hay vida, solo basto un disparo para acabar con el mundo de los Wayne y con Gotham.

Los Wayne eran los pilares principales de la ciudad, de aquella ciudad que si no fuera por esa noche trágica en el que ahora llaman el callejón del crimen, esa ciudad sería prospera, sería otra.

- La oscuridad se cernió en la casa Wayne y ella en su locura por recuperar a su hijo amado arrastro al marido a las profundidades de lo impensable... él no se negaría. Haría lo posible con tal de tener a su familia reunida, traer de nuevo a su niño.

- Y el dolor lo convirtieron en terror, invocaron lo peor, sus oídos fueron endulzados con falsas promesas, un demonio, algo fuera de sí que pedía niños cada cierto tiempo, con la promesa de que esos infantes servirían para traer a su querido hijo.

Cuan equivocados estaban...

Jasón observa con absoluta atención al niño que esta acobijado en su saco de clérigo y que duerme en una de las bancas de la iglesia, había escuchado todo y al igual que Biza, todo parece aclararse de una forma terrible y triste.

- Al inicio creí que si no leía los pensamientos de Bruce es porque es menor, pero resulta que él esta... y usted...

Pennyworth niega con la cabeza.

- El joven amo no está consciente de su condición, han pasado varios años y él cree que sus padres ya no lo aman, que están a punto de divorciarse, no recuerda su muerte.

Biza lo mira con detenimiento, es raro que el mayordomo siga en el plano de los vivos, cuando ya debió ganar su parte para descansar en paz.

- Usted no debería de seguir en esta ciudad de perdición, ya hizo lo suyo, trato de rescatar a Jay, ¿Por qué sigue aquí? Acaso...

El mayordomo toma en brazos al menor.

- Señor, es obvio mis razones... así que le solicito de la manera más atenta señor Todd terminar con lo que iniciaron los Wayne.

El sacerdote se burla se aleja de ellos, enciende uno de sus cigarrillos.

- No solo me quitaron a mi familia, mi vida... ahora quieren que arregle un problema que no es mío.

Bizarro lo observa, entiende las razones por las que Jay está receloso de entrometerse en dicho problema, Pennyworth lo escucha, cierra los ojos negando ante la indiferencia.

- No lo entiende señor Todd, nadie es libre en esta ciudad, nadie escapa de esta maldición, no importa que usted tenga la fuerza de un demonio, la inmortalidad, no importa, está atrapado en Gotham, esta enjaulado como todos. Somos alimento de esa fuerza que los Wayne liberaron, solo somos eso un alimento...

Padre Nuestro (BizzaJay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora