Tres.

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Los abusos al castaño nunca cedieron, el chisme, las cosas malas que decían de él se esparcieron en la nueva escuela como un virus que se propaga por el aire y nuevamente su vida se convirtió en un pedazo de existencia.

Lo único que hacía las cosas diferentes era que ya no había nada más que dañara a JiMin, él mismo se había envenenado con los malos comentarios, él mismo siempre pensando que todo lo que le pasaba en la vida era su culpa, su culpa por ser así, por dejar que SeokJin se fuera.

Las personas nunca aprendieron a aceptarlo no importaba a qué lugar se mudara, siempre las cosas malas andaban tras él buscando ahogarlo más.

Por lo menos hasta que conoció a ese chico de cabello negro y ojos pequeños, pues él era el único que lo ayudaba a levantarse casa vez que recibía un empujón, era él el único que le regalaba unos buenos días y se sentaba junto a él en la cafetería.

Y JiMin no sabía su nombre, pero le agradecía por mucho, le agradecía por decirle que ya pronto iban a cansarse y lo dejarían en paz, por ser el único que se paraba frente a los demás y los insultaba por ser unos despreciables seres humanos y por comportarse de la peor manera con él.

JiMin recuerda con exactitud el día en el que el peli-negro compartió clases con él, llegó cuando ya el semestre iba a la mitad, y se sentó en silencio en uno de los asientos traseros.

Cuando la clase acabó JiMin no volvió a verlo hasta topárselo en el pasillo donde el chico lucia perdido, y se sentó a su lado pidiéndole de favor que lo llevará al aula de artes.

Desde entonces el chico de piel morena y bonitos ojos se convirtió en la persona que ayudaba a JiMin.

Y para TaeHyung no había problema, después de terminar su curso, se mudó con su madre y su hermano, HoSeok y YoonGi no se separaron y aunque era algo bonito que no lo hicieran, para él, era doloroso, entró a estudiar cuando el primer semestre iba avanzado, pero se le había dificultado entrar mucho a ese centro educativo.

Y JiMin era como su HoSeok, era temeroso, los demás siempre escupiendo cosas venenosas en su contra y burlándose por cualquier tontería. TaeHyung jamás se dejaría pisotear de esa manera, pero JiMin era demasiado sensible, dejaba que malos comentarios arruinaran su día y así lo hacía siempre.

No pudo evitar ayudarlo, y aunque tenía sus propios problemas, los orillaba por él, lo cuidaba de los malos comentarios y aunque no tenía idea de cómo se llamaba el chico castaño se dejó guiar.

Compartir la mesa en la cafetería se hizo una rutina al igual que el pequeño intercambio de palabras de cómo estaba el clima, JiMin no preguntaba su nombre porque tenía miedo de incomodar al mayor, y TaeHyung tampoco lo hacía porque pensaba que a JiMin no le importaba saberlo.

Aun cuando ambos querían saber el nombre de cada uno, ninguno lo preguntaba por miedo, y TaeHyung trataba de usar sus mejores capas con el castaño, siempre aguantando los sentimientos malos para solo dejar a flote los buenos.

ㅡ ¿Hoy si vas a preguntar cómo me llamo? ㅡhabló el mayor mientras se sentaba junto al castaño en el campus, apartados de las malas personas, solo ellos dos.

ㅡH-Hyung, perdone por no preguntar antes, pero... Yo... Me daba miedo que usted me dijera algo tipo "eso no te interesa, no quiero ser tu amigo" o "¿para qué quieres saber? No es de tu incumbencia" ㅡTaeHyung le miró por un buen tiempo acomodando sus manos en el césped para apoyarse sin despegarle la mirada al castaño.

ㅡ ¿Por qué yo diría algo como eso? ㅡJiMin solo le atinó a encogerse de hombros y morder sus labios con nerviosismo.

ㅡEs lo que siempre suelen decirme, perdone de nuevo por ya haberme acostumbrado a la realidad. ㅡJiMin con sus palabras "realistas" como él solía llamarle podía hacer daño, y en ese momento lo estaba haciendo, con TaeHyung.

Ángel «VMin»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora