*Parte VI*

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Me desperté con el calor de los rayos del sol de la tarde que entraban por mi ventana. Mire a la Martina desnuda que se encontraba a mi lado. Observé sus facciones, sus labios, sus ojos....y de todo lo que habíamos hecho por la mañana.

Y,..sorprendentemente..., ahora era yo el que se arrepentía al efectuar esta locura, esta traición. No podía haberle hecho esto a mi hermano. ¡Joder, era mi hermano!

Yo,...yo no era él.

A pesar de que Daniel podía llegar a ser una de las peores personas del mundo.. no se merecía que yo llegara y simplemente me tirara a su prometida. O tal vez sí, para darle una lección, pero no yo.

Martina se removió a mi lado, lo que me hizo estar atento. Se giró hacia mi dirección, pero todavía adormilada. Empezó a abrir sus ojos de a poco, hasta lograr abrir muy mínimamente el derecho y luego el izquierdo, después, los logró abrir completamente. 

 Me llamó mucho la atención que sus hermosos ojos tenían un brillo especial, digo, siempre lo ha tenido es por una de las razones de por qué la amo locamente pero este brillo, esta mañana, era distinto y muy nuevo, uno el cual iluminaba notablemente sus facciones finas.

- Hola- Dice luego de un bostezo.

-Hola- Dije pensativo.

...No lo noto...

Martina estiró sus brazos, provocando que la sabana se deslizara por su cuerpo y dejara al descubierto su desnudes. La tomó rápidamente y se tapó con ella. Se sonrojo visiblemente, pero yo no voltee a su dirección.

Su expresión de felicidad cambió notablemente y se volvió sombría.

-¿Pasa algo?- Preguntó y elevó su mano derecha, agarrándome la mejilla, tirando suavemente, para que la mirara.

-Eh..este..no, nada- En ese momento recuerdo lo que me hizo llegar al clímax. lo que dijo mientras teníamos sexo. -Tini, ¿puedo preguntarte algo?

-Claro, ¿porque no?

-Es que ,..bueno..se trata de algo que escuché cuando lo ...hacíamos. Y bueno, recuerdo perfectamente lo que dijiste porque curiosamente fue lo que me hizo tener el orgasmo- Me sonrojé un poco...solo un poco.

-Y..- Rió nerviosamente. -que...¿que exactamente escuchaste?- Dijo con ¿miedo?, ¿otra vez? ¡No podía ser! yo nunca le haría daño como para que ella tenga ese sentimiento.

-Bueno, fue como "hace mucho que deseaba esto", ¿algo que contar?

-Pues, yo....yo- Se puso a tiritar levemente, pero no me acerqué a ayudarla, estaba intrigado en saber el porqué de esa frase.

-¿Que pasa?, si tienes algo que contar dímelo, sabes que puedes confiar en mi.- Digo tiernamente.

-Tengo algo que contarte.- Susurra y agacha la cabeza.

-Hey!, mírame.-Levanta la cabeza lentamente y me termina mirando a los ojos. En estos brillaba notablemente la timidez. -Cuéntame.

Respiro con fuerza y asintió.

Y aquí viene otra confesión...

-Imagina esto.- Comenzó con su relato.- Una chica solitaria, a la cual nadie tomaba en cuenta, No tenia amigos, no tenía compañía. Esta chica era simpática, pero demasiado tímida como para ser sociable, además que no le daban la oportunidad. Ya sabes, nadie se le acercaba, era la rara, la tímida, la solitaria. Esta misma chica jamás conoció el amor, veía como sus otras compañeras se comentaban entre sí como había sido su primer beso, su primer novio, su..primera vez. Al estar privada de este sentimiento tampoco lo reconocía junto a su familia, era incluso despechada por esta. Su vida pasó así, entre oscuridades y esquinas, siendo la invisible de los cursos. A los 18 años se mudó y se compró un departamento con los ahorros que venía juntando desde que sintió que a su familia no le importaba.- Contaba esto completamente ensimismada, pero mirándome a los ojos, como queriendo transmitir ese sentimiento de nostalgía al recordar tiempos tan horribles.

Se Mía [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora