Esas veces que Valentina se paraba frente a ella con una mirada ingenua y perdida, solía rodar los ojos, antes de poner una mano en su espalda y guiarla nuevamente hasta su lado de la habitación, la cual estaba llena de esas estrellas de papel, las cuales las chicas de cabello claro hacía en su tiempo libre.
Aveces Valentina insistía en que no podía dormir porque había moustruos bajo su cama y temblaba bajo las sábanas, hasta que, obligadamente, Juliana se metía en su cama y sentía las manos delgadas e inseguras de la castaña agarrarse de la parte trasera de su camisa para dormir.
La morena pensaba que era absurdo que alguien de trece años siguiese pensando que existían moustruos y le diese miedo la oscuridad, pero entonces recordaba las historias que Valentina le contaba sobre sus vacaciones de verano en casa de sus abuelos y sentía escalofríos recorrer su espalda, porque eran historias realmente aterradoras.El internado era una molestia.
Las tareas eran una molestia.
Y su compañera de habitación, Valentina Carvajal, muchas veces también lo era.★
Cuando Juliana vio por primera vez a Valentina pensó que era de un curso menor y que se había perdido, pensado que esa era su habitación, husmeando de aquí para allá con su maleta, casi saltando de la emoción; pero se sorprendió de verdad cuando la chica comenzó a desempacar su ropa y libros como si de verdad no se fuese a ir de allí.
— Disculpa, ¿Estás segura que esta es tu habitación? — pregunto la morena con el ceño fruncido.
La castaña detuvo sus movimientos y de giro a verle sonriente.
— Sí, mi nombre está en la hoja de la puerta.
Con duda, Juliana se acerco a la puerta y vio la hoja, donde abajo de su nombre había uno más.
— ¿Valentina Carvajal? — la chica movió la cabeza de arriba abajo repetidas veces — Dime, ¿Que edad tienes, Valentina?
— Trece, los mismos que tú, ¿No? — la morena asintió aún sorprendida — ¡Espero que nos llevemos muy bien!
Ese primer año en que fueron compañeras de habitación, Juliana rodó incontables veces los ojos debido a que la castaña era demasiado niña.
A la más alta le gustaba hablar de libros, de videojuegos y de vez en cuando visitar los sitios web a los que aun no tenía edad de entrar.
A la castaña, en cambio, le gustaban los dibujos animados, leer sobre el espacio y hacer manualidades con cualquier cosa que encontrará, por lo que siempre terminaba ensuciando, tanto o igual, que un niño pequeño, aunque luego dejará todo impecable. La chica tropezaba con sus propios pies y se ensuciaba la boca al comer.Ellas eran demasiado diferentes.
La personalidad de Juliana era más estoica, indiferente y burlona; la de Valentina más infantil y cariñosa.Valentina no demoró mucho en llamarla por un apodo, el cual era Juls.
Juliana terminaba agotaba mentalmente cada vez que Valentina le preguntaba si podía pegar una estrella de papel en su lado de la habitación, cada vez que hacía una nueva; ella ya tenía más de treinta, sin embargo cada que la castaña hacia una nueva terminaba preguntándole, con ese mismo miedo en los ojos de recibir un "no", a pesar de que la morena nunca le respondiera negativamente.Un día, cuando la noche estaba a punto de caer, la morena se decidió a observar en que se entretenía Valentina, cuando ella solo se sentó de piernas cruzadas en la cama y comenzó a cortar tiras largas de papel, las cuales doblaba y con ellas formaba una estrella con relieve. Esa noche, Juliana se intereso un poco más en lo que hacía la castaña, porque las formas eran lindas y ella se veía muy entretenida haciéndolas.
— ¿Quieres aprender hacerlas? — ofreció la chica de ojos azules cuando se percató que tenía toda la atención de su compañera.
La morena salió de aquel extraño trance y respondió con un vago "está bien", lo que hizo sonreír mucho a la chica de la cama de enfrente.
Valentina tomo papeles de distintos colores, tijeras, pegamento y las llevo a la cama de Juliana.— Primero debes hacer esto — indico la castaña moviendo sus dedos, dibujando, recortando, doblando y pegando.
Así le enseño, pasó a paso, a su compañera; mostrando que tenía habilidad para esas cosas, principalmente porque las de la morena no se comparaban en lo más mínimo con las que eran hechas por ella.
Valentina hacia estrellas para todo, algunas las colgaba en la pared, otras las dejaba junto a su escritorio, otras las tendía por cordeles que pegaba de un lado a otro en el techo.«El cielo es otro» pensó Juliana.
Resultaba más atractivo ver el techo a un cielo oscuro y aburrido, y se sintió un poco feliz, solo un poco, de que Valentina fuera su compañera.★
A la castaña le gustaba usar shorts cortos para dormir, aún si llovía afuera; por lo que en invierno, cuando las luces se apagaban y se suponía que debían dormir, Juliana siempre la escuchaba un murmullo débil que decía: "Juls, tengo mucho frío, ¿Puedo acostarme contigo?", a lo que ella siempre terminaba mascullando un "si", trayendo como consecuencia que su colchón se hundiera antes de sentir un cuerpo arrimarse a lado del suyo, quitándole su calor, espacio y comodidad.
Sin embargo el año en que ambas tenían catorce hubo un pequeño cambio, porque la morena comenzó a soportar a la castaña y se acostumbro por completo a sus "Juls, ayúdame con algo","muñequita no puedo abrir esto","no entiendo lo que me enseñaron hoy","extraño mucho a mi gato, ¿Quieres saber cómo es?".
Juliana simplemente la aguanto, escuchó y respondió; porque tener a Valentina de compañera no era realmente malo, ya que ella era quien la cuidaba y mimaba en sus días malos, quien se preocupaba por ella al más leve resfriado y le preguntaba cómo le había ido, todos los días.Ese invierno Valentina cayó muy enferma en cama y Juliana no tuvo corazón para escuchar la voz rasposa de la chica al otro lado de la habitación.
Por alguna razón, la castaña no le había preguntado si se podía acostar con ella durante las noches heladas y eso no dejaba de dar vueltas en la cabeza de la morena, haciendo que se molestará consigo misma, ya que pensaba que debía dejarlo pasar y agradecer el tener la cama para si misma todas las noches. Pero mientras ella pensaba en todo eso, Valentina tosió más fuerte.— ¿Estás bien? — pregunto la morena y se sintió una idiota, porque obviamente la castaña no de encontraba bien desde hace días.
— Si — pero con su respuesta salió otra tos.
— ¿Tienes frío?
— No, estoy bien, Juliana — y fue tan extraño escuchar que ella la llamara así y no de la forma cariñosa en la que siempre solía llamarla.
Juliana no medito lo que estaba haciendo cuando salió de su cama y se metió en la de Valentina, de quién, cuyo cuerpo se sentía frío y tembloroso. Pero apenas la sintió, la castaña se arrimo a la pared para no tener contacto con ella, dándole la espalda.
— Te vas a enfermar, vuelve a tu cama —musitó la dueña de la cama.
— No me importa si me enfermó, estás congelandote, tonta — respondió un tanto molesta por la actitud de la chica, acercando más sus cuerpos y pasando su brazo alrededor de ella.
— Pero...
— No digas nada y duerme — ordenó la morena.
Esa fue la noche en la que Juliana demostró que Valentina en verdad le importaba. Comenzando a reemplazar el rodar los ojos por sonrisas azucaradas.
Cuando cumplieron quince, luego de las vacaciones, Valentina seguia sin cambiar su personalidad.
Su actitud era igual que siempre, aunque si había crecido un poco más. Su rostro era más estilizado, pero continuaba siendo tierna y su voz se había hecho ligeramente más profunda y dulce.
Juliana también había cambiado, en solo un verano había crecido algunos centímetros y el jugar baloncesto con sus primos le habían hecho tener un cuerpo más torneado y musculoso.Valentina dejo de ser una molestia ese año, pero la fábrica de estrellas seguía abierta.
Algo que tampoco cambio fue que ella siguiese usando shorts cortos durante todo el año y los, "Juls, ¿Puedo dormir contigo?", a mitad de la noche.
Pero ya no usaba la excusa del frío, simplemente lo preguntaba porque le gustaba hacerlo.
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All of the stars [JULIANTINA]
FanfictionSus corazones creían que todas esas estrellas las guiarian a casa.