La aflicción de Lilith

94 3 0
                                    

En un lugar aislado, de todo sentido de un alma mortal, existia un pueblo donde convivían entre sí, seres que los humanos llamaban Dioces. Cada uno con personalidades únicas y capaces de hacer cosas increíbles,
Pero, estos Dioces y Diosas, tenian una particularidad en común, y era que cada uno admiraba algo que no podía poseer. Así es como, el Dios de la discordia odiaba a los humanos porque siempre estaban en desacuerdo entre sí, por esto, El admiraba y deseaba la avenencia. Del mismo modo, la Diosa de la paz, odiaba que tan despreocupados y felices se volvían los seres humanos, sin tener ningún problema y deseaba verlos caer en desesperación, para que sepan que tan corta e insignificante son sus vidas. Ningún Dios estaba conforme con lo que era y deceaba el poder de otro Dios para poder reformar el mundo.  Es preciso decir,... que, estos seres, eran las encarnaciónes de los deceos humanos, desde que el hombre es hombre, siempre ha asociado lo que no puede controlar y entender, a entidades todo poderosos para que intercedan por el, y como estos seres eran producto del deceo humano, también presentaban cualidades humanas, como la curiosidad y la duda, eran seres todo poderosos pero estaban lejos de ser perfectos.

Estos Dioces, a pesar de ser todo poderosos, nunca se sentían realizados al concretar algo, por que solo se centraban en cumplir los deceos egoístas de los mortales,... y combinado con su perpetuidad, estos Dioces sufrían algo intolerable para todo ser dotado con inteligencia y a medida que este mal se prolonga, se vuelve más insoportable. "El aburrimiento".

En algún momento del tiempo, estos Dioces, realizaron algo nunca antes hecho entre ellos. Todos en el pueblo se reunieron para llegar a una solución. Todos participaron, porque sufrian el mismo mal y nesecitaban la ayuda de los otros Dioces para poder solucionarlo.

Entre discusiones y peleas todos llegaron a un acuerdo.

Todos los Dioces, hiban a trabajar juntos para crea, a un ser divino semejante a todos ellos y lo someterían, para que pueda cumplir todos sus deceos.

Y así fue como, un día todos los Dioces se volvieron a reunir para crear a esta nueva deidad.

Entre todos formaron un círculo, se tomaron de las manos y empezaron a depositar todas sus ansías, y todo lo que eran, al centro del círculo y con un halo luz, había nacido una nueva Diosa.

Todos los Dioces estaban sorprendidos ante la belleza de esta nueva Diosa, pero, habia algo raro en ella, y era su expresión tan desoladora, esta Diosa era la encarnación de todos los Dioces juntos, era, lo que todos los Dioces deseaban ser. Asique era incomprensible que tuviera un rostro tan sombrío.

Ante está situación todos los Dioces deciden hablar con está nueva Diosa, y, al mismo tiempo, como si todos estuvieran conectados mientras estén tomados de las manos; Le dan la bienvenida y le preguntan el motivo de su desalentadora expresión.

_ Bienvenida a la existencia, hermana. sabemos que es repentino y que de seguro tendrás muchas preguntas. Pero,  podrias responder a la nuestra primero?...
podrías decirnos... el motivo de tu sombria expresión?

La Diosa no responde, su expresión sigue igual de vacía, sin sufrir ningún cambio mirando hacia el suelo.

Los Dioces ante esté acto tan descortés, se sienten insultados y le hablan con más autoridad en busca de su atención.

_ Hey! Diosa insolente! acaso eres sorda?! sí ese es el caso, te eliminaremos y crearemos a una Diosa que si pueda escuchar!-  aunque dijeran esto... Los Dioces sabían que eso no era posible. La habían hecho perfecta, sin ningún tipo de error.

A pesar del cambio tan violento, en la forma de hablar de los Dioces; La chica permaneció como estaba, como si su mente estuviera en otro lugar y su cuerpo permanecíera en ese sitio, sin voluntad. Ante esto los Dioces estaban realmente decepcionados y ya tenían en mente eliminar a esa Diosa para hacer a una nueva. Cuando..., sin ningún aviso, la Diosa pronuncia sus primeras palabras.

Cuentos para pensarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora