III - Despierta, Stark

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Cuando Steve llegó a la academia al día siguiente, las habladurías sobre el menor de los Stark no habían mejorado desde el día anterior. Que se saltara todas las clases en su primer día era una muy mala forma de empezar, pensó Steve, y se encontró a sí mismo preguntándose de qué manera convencer a Anthony para que no echara por la borda su futuro. Era consciente que aquella no era su responsabilidad, pero como profesor y viejo amigo de Howard se vio con la obligación de hacer algo al respecto. Después de todo entendía al menor. Sabía lo sencillo que era detestar algo cuando no había una motivación. 

Él había sido igual a su edad. Recordaba sentirse enjaulado dentro de las aulas, siempre con la mirada perdida más allá de las ventanas. Sin duda resultaba toda una ironía que se hubiera convertido en profesor, pero la guerra podía cambiar a cualquiera. En aquella época solo podía pensar en hacer algo más que enterrar la nariz en los libros. Ansiaba sentirse útil, práctico, formar parte de algo importante. Entonces llegaron SHIELD e Industrias Stark con sus panfletos sobre un nuevo proyecto capturando de inmediato la atención de Steve: soldados mejor entrenados, armas y equipos tecnológicos. El futuro militar. 

Su madre nunca fue partidaria de aquella nueva meta suya. Afectada por la trágica pérdida de su marido Joseph en combate, luchó día a día para sacarle la idea de la cabeza. Y durante un tiempo lo consiguió, hizo que Steve se resignara a estudiar Bellas Artes, pero entonces murió y todo cambió. Fue libre de elegir lo que más quería. Y lo que quería era convertirse en soldado de SHIELD. 

Se preguntó si Anthony tendría alguna aspiración a futuro. ¿Querría seguir los pasos de Howard? Tal vez no y por ello se rebelaba como cualquier adolescente haría. Se dijo a sí mismo que debía encontrar un momento para hablar con él e indagar sobre sus metas, pero la oportunidad simplemente llegó cuando el director Coulson entró por la puerta de la sala de profesores para repartir la lista de alumnos que deberían tutelar con el proyecto final de curso.

—Buena suerte con ese niño, Rogers — Sitwell, el profesor de matemáticas, le palmeó el hombro con el tono cargado de burla después de haber visto el apellido Stark en su papel —. Yo que tú hablaría con Coulson para quitármelo de encima.

—No veo por qué debería hacer eso — respondió a la defensiva.

—¿Es que no sabes lo que hizo en su anterior escuela? 

—No y no me importa. Los chicos merecen todas las oportunidades que necesiten hasta que encuentren su camino. Y nosotros, como profesores, debemos guiarlos — metió la lista dentro del libro de evaluación y se puso en pie —. Ahora, si me disculpas, tengo una clase que dar. 

Estaba saliendo por la puerta cuando escucho la respuesta de Sitwell. — Dices eso porque eres joven e ingenuo. Con el tiempo aprenderás que esa clase de chicos no merecen ni segundas oportunidades.

Aquellas palabras le hicieron hervir la sangre, pero no quiso perder el tiempo en hacerle ver cuán equivocado estaba, sabía que no serviría de nada. Odiaba los tipos como Sitwell, desgraciadamente había tenido que lidiar con algunos durante sus inicios militares. Como el coronel Phillips o uno de sus compañeros, Gilmore Hodge. Los dos se dedicaron a hacerle la vida imposible durante su entrenamiento en la academia militar, insistiendo en que nunca se convertiría en soldado cada vez que se caía o le daba un ataque de asma. De no haber sido por el doctor Erskine y sus constantes ánimos probablemente habría acabado aceptando que aquellos dos tenían razón. 

Steve estaba dispuesto a ser quien diera ánimos a Anthony, aunque para ello necesitaba que el chico dejara de saltarse las clases. Un problema que de nuevo se resolvió por sí mismo cuando, un par de horas después, encontró al joven Stark sentado en primera fila. 

Profesor Rogers [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora