Natalia

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Cuando Laia entro a su clase de 3E, no tenía muy claro que esperar el año pasado se había marchado a un lugar remoto en las Américas y ahora, sus pensamientos bilingües la impedían hablar como una persona normal y no se la escuchaba, asique se sentó, espero a un milagro o a conocer a alguien en su nueva clase y entre toda esa gente apareció aquella larguirucha, y descompensada en todas las medidas, Natalia.
Ambas se conocían de un grupo y de otros amigos aunque no eran íntimas en ese momento, tal vez esa era la señal que cupido necesitaba para flecharlas, aquella tímida sonrisa, ese gesto con la mano...
-¡NATALIA CUIDAO LA PUERTA! -¡POM!, ese fue el estruendo que provocó el cuerpo de Natalia estrellandose contra una mesa que acabó en el suelo, era tan torpe que no la habia visto, distraída tal vez por Laia o por el cansancio general de un primer día de curso, en septiembre a las siete y media de la mañana que lo único que Natalia quería en ese momento era dormir, no quería saber nada de ese edificio ni de su gente, pero oye, ahí estaban ambas juntas compartiendo aquella clase, durante seis horas al día, cinco días a la semana, nueve meses del año.

¿Que podría salir mal?

De Hollywood a LanzaroteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora