Laia Por Dios

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El lunes había acabado Natalia estaba camino a casa, con hambre, de mala ostia, se había metido alemán, a alemán ese idioma que no se podía leer no se podía pronunciar no podía existir ese idioma, literalmente todo le parecía inventado, pero había disfrutado, había entablado conversación con gente de su clase y había notado en la mirada de Laia una motivación nueva una motivación que para nada esperaba, un brillo en sus ojos en la forma en la que movía sus manos y la miraba, la había desconcertado, no se que podía pasar por la cabeza de Laia en ese momento pero había trastocado su interior, de un modo que nadie nunca había conseguido, pero eso lo pensaría mañana con más calma, cuando su mundo se estableciera de nuevo al curso escolar.

Su mente, su sentido común le decía que tal vez ella merecía una oportunidad tal vez no fue culpa suya el que se fuera, en el fondo ella sabía que esa decisión no la tomó Laia, pero aún estaba dolida aún Le dolía casi tanto como su rodilla.
-mierda la rodilla, no me acordaba del dolor. - y bajo su mano a masajear su rodilla lentamente mientras el dolor se extendía por sus largas piernas.
-¿que pasará por tu cabeza Laia?. - y con eso cerró los ojos y durmió y en su cabeza se sucedieron una infinidad de recuerdos en los que Laia y ella bailaban en el museo, al ritmo de música kpop y movidas de esas coreanas que tanto les gustaba

De Hollywood a LanzaroteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora