Annabelle:
Me gusta que recorras mis lunares
y tener tus manos en mis manos
poder mirarte a los ojos
y quedarnos en silencio.
Me gusta cuando tus labios
pronuncian mi nombre,
verte dormir
y decirte que roncas
para que me digas que no.
Y que cada vez que veas una estrella fugaz
pidas un deseo
y que me lo susurres al oído,
porque piensas que así las estrellas
no se enterarán.
Me gusta tu inocencia
y que me digas que no lo eres.
Pero lo que más me gustó -y me gustará-
fue la primera vez
que me dijiste
que me vivías,
así, sin esperarlo.
Porque cariño,
yo también te vivo.
