Y allí estaba ella
vestida de negro
con lágrimas en los ojos
y el corazón roto,
leyendo esas -sus- cartas
ahora con palabras emborronadas
y la página arrugada.
Llorando por todo lo que pudieron ser
y todo lo que no fueron
y por todo lo que fueron.
Todo el dolor que podrían haber evitado
pero eran demasiado orgullosos
para admitir lo que de verdad querían;
fueron demasiado mentirosos
por conformarse con lo que tenían.
Tuvieron miedo y eso les costó todo.
Ella tenía miedo de lo bien que se sentía
y eso la aterrorizaba.
Él tenía miedo de perderla
y lo hizo,
y tenía miedo de ir tras ella
y la perdió
y se perdió
se perdió tanto que nadie pudo encontrarlo;
ni siquiera él.
Al final, no pudo vivir feliz
como le había prometido
no pudo seguir su vida
sin ella,
y de tanto vivirla,
dejó de vivir él.