Un final inesperado

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Fue una noche mágica, pude dormir con el amor de mi vida, despertar con sus latidos, sentir su respiración en mi rostro fue lo mejor de esa mañana. Como seguía durmiendo aproveché para preparar el desayuno y un baño de espumas para mimarlo y para que se relaje, no quería que se sienta mal por estar secuestrado, deseaba tanto que olvidara eso y se sienta como en casa con mis cuidados y mi amor. Escuche que empezó a gritar así que fui corriendo a la habitación para callarlo, le dije que se calme que nadie puede escucharlo y lo único que conseguiría era que me enoje y haga algo malo. Cuando ya se tranquilizó le solté una mano para llevarlo a la tina, enseguida me agarró del cuello intentando ahorcarme pero seguía débil por la droga que le puse y pude defenderme fácilmente, de hecho cuando me agarro del cuello me excitó muchísimo, así que me apure para llevarlo y poder hacerlo mío de nuevo. Con el cuchillo en el cuello y las manos atadas llegamos al baño, le metí al agua y empecé a pasarle la esponja por todo el cuerpo mientras besaba su piel mojada y le decía cuánto lo amaba. El estaba callado y solo me miraba, deseaba tanto poder leer su mente en ese momento, ya no tenía cara de susto o desesperación, estaba sereno y parecía disfrutar el baño.
En un momento me detengo y me quedo mirándolo, -¿te gusta? Le pregunto, el me responde que si pero que me tiene mucho miedo.
-Yo jamás te haría daño, eres el amor de mi vida, si pudiera y me dieras la oportunidad te haría el hombre mas feliz de éste mundo.
El solo me miraba mientras le hablaba. Entonces me incliné hacia el para besar sus labios. El cerró los ojos y respondió el beso, un poco temeroso y temblando me pidió que no sea violenta, que el quería hacerlo bien y no se iba a resistir. Se acercó y empezó a besarme la mejilla y el cuello, suavemente bajaba con sus labios a mis pechos, se le notaba primerizo, tenía miedo y vergüenza, tímidamente me recorrió como pudo con su boca.
El me estaba haciendo el amor, esta vez de verdad, no era un sueño.
Era la primera vez que un hombre me tocaba delicadamente y sin lastimarme ni someterme, el me estaba cuidando, me estaba amando, me besaba con pasión mientras me decía lo hermosa que estaba ese día. Yo estaba un poco desconfiada pero la pasión y el calor del momento no me dejaban pensar claramente, yo solo quería fundirme con él, ser uno solo para siempre.
Hicimos el amor como nuestra imaginación nos permitió porque no quise desatar sus manos, tenía miedo que el se escape y este sueño se termine. Su mirada, me volvió loca, me miraba con deseo, nunca olvidaré como me miraba mientras me penetraba, estábamos en la tina llenos de jabón y espuma, yo sentada encima de él rodeandole con mis piernas, con saltitos cortos pero rápidos le hice llegar al clímax en segundos, gimiendo de placer me decía que no me detuviera, jadeando me pedía más.
En un momento sin pensar le solté las manos y le llevé corriendo al cuarto, el me tiró a la cama y empezó a hacer oral, me hizo ver estrellas con esa lengua tan deliciosa, se subió encima y me penetró con furia, me agarró del cuello y mientras me ahorcaba me decía que yo era suya, que el era mi dueño, y que iba a morir en sus manos.
Me estaba quedando sin aire, mi vista se iba apagando, me quedaba poca fuerza, no podía defenderme.
Por un segundo me asusté muchísimo y pensé lo estúpida que fui al soltarle las manos, lo último que recuerdo es que el me dijo que era deliciosa como miel mientras largaba dentro mio, no recuerdo nada más.

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