Capítulo 7

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Los minutos pasan y solo sé mirar enfrente, ni escucho a Patri hablarme, estoy concentrado en las clases, no es nada raro, no niego que de vez en cuando me despiste por pensar en mis cosas, pero suelo estar atento. Me he pasado toda la mañana pensando en ella, en sus ojos, sus manos, su espalda, su pelo, en su falda negra y su top gris, en sus labios, absolutamente todo, me he fijado hasta el mínimo detalle. Sus manos son pequeñas, delicadas, finas, con uñas largas pintadas de negro. Lleva tres anillos en total, uno en la mano izquierda en el dedo corazón y dos en la mano derecha, uno en el índice y otro en la parte superior del meñique, los tres son de plata. Sus brazos son delgados pero a la vez fuertes, lleva una muñequera también, es negra, por lo que veo le gusta los color oscuros, tampoco me la imagino de color rosa o colores alegres, no le pega mucho, le resalta más sus ojos el color negro, ese color miel que me encanta, daría lo que fuera para que sus ojos se postrarán en mi otra vez.

-¿Álex? ¡Va! Que ha tocado el timbre. ¿No te quieres ir?

-¿Qué? Sí claro, ahora voy, me he quedado pensando, ahora me voy  -¿Pero porque está en todas partes Patri? Vale que se siente a mi lado, pero poco le falta para que me dé un susto.

-Piensas mucho eh, bueno, nos vemos mañana. ¡Adiós Álex! –Y con su sonrisa se va, dando pequeños saltitos, me da risa, es tan enérgica, no me puedo imaginar verla tan desanimada, es una pequeña bomba de alegría de explota y convierte la vida en risas, pero cuando se va vuelves a la realidad.

La gente se va, en cambio yo me tomo mi tiempo y cojo mi mochila negra y voy poniendo las cosas poco a poco, no es que lleve muchas, pero es una manía que tengo, siempre lo he hecho desde que era pequeño, me solía dar mi tiempo, siempre me quedaba el último, no quería hacerme notar, prefería salir cuando todos estuvieran fuera, pero al fin y al cabo siempre me encontraban y me hacían sufrir.

-¿Qué haces aquí tal solito? ¿Es que tampoco sabes cómo salir? –Es Marina, con una sonrisa radiante.

-Vaya, me has pillado. –No suelo sonreír, pero lo voy a intentar para no parecer serio.

-Vaya vaya, así que tienes dientes, tienes una sonrisa bonita. ¿No la enseñas mucho verdad?

-Bueno, no, es mejor guardarse cartas bajo la manga. ¿No crees?

-Y tanto, me alegro de haberla visto. ¿Vamos o nos quedamos aquí hasta que cierren?

-Ah, claro, vamos, no me quiero quedar encerrado en el instituto. –Me estaba esperando, quién lo iba a decir.

-Aunque sería divertido, estar los dos solos en el instituto, sería interesante. –Y vuelve a sonreír.

-Claro, sería divertido, quedarse a pasar la noche, me fascina pensarlo. –Y vuelvo a sonreír. ¿Cuántas van ya? ¿Tres? Es un record y todo.

-Estas gracioso hoy eh, venga va.

Y me coge del brazo, me está llevando a la salida, supongo, a caso que no me lleve a otro sitio, pero lo dudo. Este todo en silencio, solo oigo a las señoras de la limpieza que hablan enérgicamente igual que ríen al fondo del pasillo, menos mal que nos hemos ido ahora, no me apetecía encontrármelas.

-¿Y qué te ha parecido? Las clases digo.

-Están bien, pensada que sería difícil, pero por ahora voy entendiendo todo.

-Es difícil, pero creo que con el tiempo todo irá mejor. Mirando el lado positivo ahora tendrás una asignatura menos.

-¿Por el catalán? No creas, me gustaba, es precioso, sobretodo algunas palabras, las prefiero antes que el castellano, siendo sincero.

-¿Cómo cuales? Haber, enséñame catalán, si es tan bonito como dices debe ser por algo.

-¿Qué? ¡No! –Me ha hecho risa, tal vez por su expresión decidida.

-¿Por qué? Quiero aprender y que yo sepa tú eres el más indicado, me han dicho que vienes de Barcelona. ¿O no es cierto?

-Eh, no me desafíes. –Y vuelvo a sonreír, ya van cinco – ¿Y porque no se lo pides a tu padre?

-No, el está muy ocupado para atenderme y menos para esto, me enviaría a donde tú sabes.

-Ya veo, bueno, me niego, no quiero enseñarte catalán, tengo que guardar mis cartas. ¿Recuerdas? – ¡Y sexta sonrisa!

-Con que esas tenemos eh…Bueno Álex, nos llevaremos bien.

Y vuelvo a reír, sus expresiones son claras y divertidas, sobre todo su cara de indignación, ella es divertida, no es como Patri, ella es toda felicidad, Marina es alegre, misteriosa, divertida, preciosa, pero no como Alicia, sus bellezas son diferentes, la de Alicia es perfecta, encanta con solo verla en cambio a Marina es diferente, como si la tuvieras que conocer mucho para verla de verdad, es dura, fuerte y no sabes cómo te vendrá pero a la vez es dulce, carismática, con una sonrisa que te gusta  y que no te cansarás de verla. Cada una tiene algo diferente que me hace verlas con otros ojos.

-Bueno querido Álex, aquí te dejo, me tengo que ir.

-¿Ya? Bueno, ha sido un placer. –Y hago una reverencia con la séptima sonrisa.

-Adiós, tonto.

Y se va riéndose de mí, no suelo ser así, pero ya que empiezo de cero, ser simpático no me matará, además, ella ha sido dulce conmigo, se merece mis siete sonrisas. Salgo al césped, ahora que no hay nadie, me gusta más, noto el aire en la cara, hace mucho que me quite el gorro así que también lo noto en mi pelo, es refrescante, libre, cierro los ojos y me dejo llevar, esta sensación es agradable, única, hay pocos momentos de tu vida que te haga sentir así y tienes que disfrutar todos y cada uno de ellos que te satisfaga. Oigo algunos pájaros y río, ahora no por Marina, ni por Patri ni por nadie, sino por mí, he conseguido sobrevivir el primer día y me lo he pasado bien, quitaría algunas partes como la de Dana, pero me quedo con las de Marina, con la charlatana de Patri y sobre todo cuando la vi a ella, sentada en su silla, con el pelo al lado y ondulado mirándome fijamente, atravesándome con la mirada, dejándome a su merced, abriéndome a ella sin abrirme de verdad y noto otra vez el cosquilleo que me entro cuando me miro otra vez, tan decidida, analizando cada punto de mi.

-¿Álex?

Me giro y es ella, me ruborizo cuando nuestros ojos vuelven a conectar inmediatamente, solo puedo mirarla fijamente, cada pestaña suya, donde empieza y dónde acaba la línea de maquillaje que lleva, no puedo dejarla y dudo que pueda hacerlo.

-¿Alicia?

Pétalo negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora