CAPITULO 1: SIEMPRE JUNTOS

CAPITULO VIII: BATALLAS, CONFUSIONES.. ¿ESTE ES EL FIN DE TODO?

Renshou PV

Intentaba con todo lo que me era posible atacar a Zange mas sin embargo todos mis esfuerzos resultaban inútiles pues él podía predecir cada ataque, cada movimiento, eso me dejaba en desventaja y me hacía acabar herido en más de una ocasión.

Karuta observaba todo mientras sostenía a Watanuki entre sus brazos, pero de repente al observar de reojo hacia el lugar donde estaban ellos solo vi al pequeño mapache. Mi atención fue desviada cuando Zange me dio un golpe que me mandó de lleno contra una de las paredes, haciéndome soltar un quejido de dolor, pero me levanté rápidamente y corré a atacarlo, justo en eso Karuta atacó también tomando levemente por sorpresa a Zange y logrando por fin hacer que se llevara un buen golpe contra la pared, golpeado su cabeza fuertemente en el suelo y quedando inconsciente. Respiré agitadamente mientras limpiaba el hilo de sangre que brotaba de mi boca, el último golpe me había dado de lleno en ella, además de que me dolía cada hueso de mi cuerpo al haber impactado contra la pared.. pero no era tiempo en lo más mínimo para relajarme y preocuparme por mis heridas… una risa que reconocería en cualquier lado se escuchó a lo lejos y, pronto apareció Kagerou.

Pude notar también sus orbes de color escarlata, ¿¡Acaso todos estaba poseídos por esa cosa o que!?. Logré esquivar apenas el golpe de su espada, para luego ponerme en guardía.. tenía la pequeña desventaja de que si me transformaba mi forma de papiro volador no era de mucha ayuda y, al contrario me haría más vulnerable de lo que ya era.. y Kagero me llevaba ventaja al él tener un arma punzo-cortante en sus manos.. eso me dejaba a mi en un grave aprieto ya que, a diferencia de Zange, recibir un golpe por parte de Kagero no solo me heriría sino que también podría matarme.

Tenía que pensar rápido, buscar algo con que defenderme…

Nobara PV

El pequeño mocoso era rápido, pero no lo suficiente para evitar ser congelado o recibir uno que otro golpe por mi parte. Luego de estar luchando sin descanso por lo que fueron unos largos 15 minutos el niño se detuvo frente a mi jadeante y con varias heridas que manchaban su pelaje, gruñó al ver que las cosas no le eran fáciles.

- ¡Morirás!, de una u otra forma… te mataré! –acto seguido dio un salto, logrando morder una de mis manos cuando planeaba atacarlo.

Sentí que algo me inmovilizaba mientras el chico me mordía. Miré hacia atrás notando como uno de los demonios, súbditos del chico me había sujetado permitiéndole a su "amo" el acabar conmigo sin que yo pudiese defenderme. La mordida que el niño me dio era sin duda dolorosa, pero eso no me impidió forcejear para intentar soltarme, no dejaría que me mataran de una manera tan injusta, lucharía hasta que mis fuerzas se acabaran, eso sin duda alguna.

Logré formar un poco de nieve en la mano que el can aun mordía, haciendo que su boca se llenara de esta y obligándolo a soltarme al verse casi atragantado por la cantidad de nieve que llenaba su cavidad bucal. Una vez que tuve ambas manos libres tuve mas posibilidad e forcejear con aquel demonio, aunque una de estas sangraba terriblemente.

Un fuerte quejido hizo que dejara de forcejear y buscara con la mirada al responsable de ello, pude ver a Renshou sangrando terriblemente, sujetando su brazo casi mutilado por la espada de Kagerou, mientras este le apuntaba con aquella filosa espada empapada en sangre, ¡maldición!, se supone que debía de proteger a Renshou y sin embargo aquí estaba sin escapatoria de las garras de un demonio. Logré taclearlo y sin prisa alguna lo herí de gravedad, ignorando el hecho de que estuve luchando con el mocoso para correr hacia Renshou, interponiéndome entre él y la espada de Kagerou.

Esquivé un par de veces los golpes de la espada, apartando a la vez a Renshou quien ahora parecía estar a punto de perder la consciencia pues, su herida había hecho que la sangre saliera en exceso y había perdido tanta que moriría si no hacía algo rápido. Apreté los dientes y me fui de lleno contra Kagerou, sin importarme salir herida, olvidando que él tenía una espada, lo tomé del cuello, siendo atravesada en parte por aquella espada, y, de un golpe en la frente lo noqueé, haciendo que cayera al piso inconsciente pues, me había percatado de que esa parecía ser la única forma de volverlos a la normalidad.