Piano.

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Sus dedos se movían gentilmente sobre las teclas, produciendo una bella melodía que seria aplaudida por su majestuosidad. Eso es lo que pensaba cierta señorita, mientras observaba escondida.

En el aula vacía de música, justo cuando las clases se dan por terminadas, estaba una chica de exóticos cabellos aqua, detrás de la puerta, mirando cual acosadora a la persona en el piano.

Todos los días, después de que su jornada escolar se diera por terminada, ella recogía sus cosas y salía a paso veloz hacia el salón de música.

Sabía que lo que hacía se podía sacar de contexto con facilidad, pero no tenía la fuerza para evitar estar ahí desde que descubrió al pianista, siempre terminaba escondida tras la puerta; disfrutando el sonido del piano, a la vez que su vista no dejaba de enfocar a la persona que tocaba el instrumento. Era casi como sí su cuerpo lo necesitará.

Pero no era del todo su culpa, o al menos eso quería pensar. Un día, a causa de sus torpezas, olvidó sus pinturas en el aula de música; ¿porqué ahí? Ni idea, solo ella lo sabe. Podría simplemente haberlas dejado a su suerte en el aula, pero eran muy costosas y su padre ya no accedería a comprarle otras sólo porque las perdió, así que tuvo que regresar.

Lástima que al final si perdió sus valiosos materiales. Cuando iba llegando a su destino una melodía suave, que podría rayar en la melancolía, captó su atención y ,como la idiota curiosa que es, terminó acercándose al lugar de donde provenía el sonido: El salón de música. Valla coincidencia.

Una vez estuvo ubicada frente a la puerta se dispuso a abrirla, sabia que interrumpiría una canción magistral, pero ella necesitaba sus cosas y además podía conocer al ser detrás de maravillosa interpretación; y, sí la suerte estaba de su lado, hacerlo su amigo. Razones un poco raras, pero sus razones al fin y al cabo.

Tomó el picaporte con decisión, y de la nada se escondió. A través de la ventana de la puerta pudo a preciar unos cabellos rubios, que conocía perfectamente, reflejando el atardecer.

Su corazón comenzó a latir con fuerza, queriendo salir de su pecho, cosa que esperaba, no pasará. Empezó a hiperventilar. Ella no tenía una mínima idea de que aquella rubia supiera tocar el piano, y debido a los nervios, salió corriendo a casa.

Y así empezó su nueva rutina. Que, claro, ninguno de sus conocidos sabía.

Aún se encontraba recostada contra la puerta del aula cuando esta se abrió abruptamente, haciendo que terminara de espalda contra el piso.

-Miku.- llamó una voz femenina, que, ¿para que negar lo?, siempre la ponía nerviosa. - ¿Qué haces?

-Oh, Rin, que casualidad, ¿Qué haces en estos rumbos?- contestó, tratando de no tartamudear.

-Eso te pregunté yo.- replicó la rubia.

-Estoy en el suelo, ¿y tú?-

Rin soltó un pesado suspiro, y se alejó del marco de la puerta, regresando a su posición en el piano.

-¿Qué haces?- preguntó Miku, con los nervios a flor de punta, al verla colocar los dedos sobre las teclas.

La rubia se dio la vuelta para conectar miradas con la de hebras aqua, y contesto:-Lo que siempre vienes a espiar.-

Y con eso su rostro se encendió en un intenso carmín, parecido al de una señal de Stop. Rayos, lo sabía, ¡Sabía que la venía a acosar!

-T-Tú, ¿Lo sabías? - y ahí murió su control de tartamudeos.-¿Desde cuando?

-Desde el principio.- sus ojos aqua se abrieron con sorpresa.- No eres la persona más sigilosa del mundo.

Volvió a darse la vuelta, y comenzó a tocar la misma canción que el día que Miku la descubrió en el piano. La mencionada no tuvo de otra que levantarse, cerrar la puerta y deleitarse con esa magnifica canción.



Tengo ese raro headcannon de que Rin sabe tocar el piano, y Miku tiene una habilidad para el dibujo y la pintura, y aquí pueden ver gala de lo que salio de combinar ambos.

One-Shots RinkuWhere stories live. Discover now