Único.

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— Ven, vamos, Señor Stark — gimió Peter al oído de su mentor  mientras sus escurridizas manos recorrían su pecho sobre la camisa.

— No, Peter... — contestó avergonzado por las acciones de su novio — Estamos en mi oficina y cualquiera puede entrar y vernos además, no es el momento, amor. — Trató de separarse del chico, el cual yacía centado sobre el escritorio de la oficina con las piernas al rededor de la cintura Tony.

— ¿Por qué nunca quieres hacerlo conmigo,Tony? Acaso tu no me... ¿Deseas? — soltó el chico entre pequeños jadeos mientras bajaba la cabeza lentamente hacia el cuello de su amado, dejando a su paso un camino de besos y alguna que otra mordida.

Sí, Tony amaba con todas sus fuerzas a Pete. Lo había amado desde que empezaron su relación hace tres años y hasta ese día lo hacía. El asunto era que al igual de amor, el respeto que sentía Tony por él era igual o más grande. Pese a su fama de playboy los primeros cinco meses de aquella relación, Tony ni siquiera se animaba a besarlo. Se limitaba a abrazos muy tiernos y besos en la frente, pues, Peter aún tenía 17 y él sabía que estaba jugando con fuego. Solo un paso en falso y terminaría quemándose.

Así pasó el tiempo, Peter cumplió la mayoría de edad y al fin pudo recibir los tan esperados besos de su novio, no obstante. Jamás pasaron de eso. Nunca Tony se había permitido tocarle un solo pelo lujuriosamente, pues, él lo veía aún como su niño pequeño el cual era frágil, tierno, delicado y necesitado de protección. Pero no era así, Peter no era nada de eso.

— Peter, amor... Yo en verdad te deseo pero —

— Entonces ¿que te detiene, Anthony?... — dijo el chico metiendo lentamente sus manos en el pantalón de Tony — Hagámoslo, señor Stark~ — gimió en su oído.

Las única dos veces que habían tenido sexo fueron cuando Tony se encontraba muy borracho, y de esas dos veces Peter había terminado con un gran dolor cuando trataba de sentarse. Sí, lo habían hecho sin previa preparación. Pero Peter jamás mostró arrepentimiento sobre aquello. Al contrario, cada que podía se le insinuaba a Tony.

— Pero... Eh... Puedes estropear tu traje, cariño — trató de  excusarse.

Peter, sin previo aviso, bajó del escritorio y se sentó sobre las piernas de Tony, pegándose  a su pecho y viéndolo directo a los ojos. Lo besó.

Abstinencia.

Solo en eso pensaba Tony. En verdad  tenía miedo de hacerlo con Peter y que terminara mal. Pero por el contrario, Peter estaba dispuesto a hacer lo que sea para repetir aquellas únicas ocasiones de placer. Era una guerra de dos bandos y era obvio quien ganaría.

Abstinencia.

Tony tomó a  Peter de las caderas y rompió el beso. Lo subió nuevamente al escritorio y se levantó de su silla dándole la espalda para que él no notara su erección y su sonrojo.

— Vete, Parker — ordenó — Largo de  aquí.

— Pero... No me quiero ir, señor Stark — jadeo el chico — y no lo haré. — soltó una risa con lujuria. De repente, Tony sintió algo pegarse a sus muñecas. Era telaraña. — Ven aquí. — Peter empezó a jalar hacia él a  su amado novio.

— No, Peter, Peter no — suplicó su novio intentando resistirse. Falló pues la fuerza de ese chico estaba fuera de lo normal.

En un abrir y cerrar de ojos ambos estaban nuevamente pegados cuerpo a cuerpo. Besándose, explorando la profundidad de sus bocas con la lengua, y acariciando con las manos sus cuerpos. 

Abstinencia, abstinencia

Se repetía Tony en la cabeza. Pero se le dificultaba pensar con claridad  al sentir la lengua del chico bajar a su cuello y sus manos desprendiendo su pantalón mientras soltaba  pequeños jadeos y gemidos que realmente le jugaban en contra.

Abstinencia [Starker] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora