Mi amanecer nocturno comienza con el brillo indeciso del parpado luminoso de la lámpara al costado de mi computador, con un leve flujo en energía, polvoriento y sin arreglar, dejado en el olvido, como mi persona, como mi humanidad, o lo que quedaba de ella, marchitada, confundida, desecha y quebrantada por el leve rasguño de la presión por la punta del frio filo del cuchillo llamado realidad, burla, decepción e ira.
Mis quejas el día de hoy, no son comparadas al de tantos años guardados, mis pensamientos, divagan y oscurecen más que el sótano debajo de mi sombra, la que alberga demonios, fantasmas mas criaturas toscas, entre mil y un pesadillas, todas llevan consigo un recuerdo de mi fastidiosa vida, ruidosa sociedad. La podrida humanidad, intoxica mis pétalos llenos de sangre, del rojo carmesí, se vuelve negro, hasta que se desvanece en cenizas, inhaladas por el fumador que escribe esta novela trágica, con dolor, resentimiento, con la ayuda de un hombre de traje negro, el verdadero autor de esta triste comedia barata, mas improvisada y tan bien planeada para un final triste acabarla.
Con un retorcido plano de jugadas, en el ajedrez del destino, soy un peón más, un simple sacrificio, una tachuela, para pegar la verdadera estrella, el sujeto que como herramienta uso, las personas por las que se manipulo y esa sonrisa con la que se desmorono.
Soy un ángel sin alas, que intenta volar a lo más alto, soy un demonio, que sufre por su propio pecado, soy el martirio por lo que muchos han pasado, vuelto ahora victima de este evento trágico. Lo he pagado, sigo haciéndolo de forma que no parece estar por acabarlo, hoy, ayer, mañana, ni soñando, libre de estas sombras no podre dejarlo.
hundido estoy, tomando de un buen trago, mientras mi cuerpo sumergido en el lago, estira el brazo, perdiendo de vista la luz, siendo así, entre mil cadáveres ahogado, atrapados, por el mismo ser mutilado. Libre no estoy, mas estoy encadenado.
Hoy mis gritos quiero que sean escuchados, en este abismo por los mil años creado, donde los infieles caen, no mueren, pero aquí todos lo han deseado, con desespero, la hopra aquí nunca he de llegar, muchos por desesperar, muchos por los que entre ellos se intentan despedazar. Que paren mi tormento, sentado, parado o cuando me he de acostar. No servirá de nada escapar. Cuando la mano que me levantaba la deja de sujetar.
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Carta Para El Silencio
Short StoryEscrito en la oscuridad de una habitación, frío y falto de fe, para platicar al profundo silencio.