#3_ Si te rehúsas a escuchar, es porque la verdad es difícil de aceptar.

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—Es en una maldita terraza, ¡tienes que ir!

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—Es en una maldita terraza, ¡tienes que ir!

     —Me importa un carajo donde sea, no pienso ir. No me gustan las fiestas, lo sabes.

     —¡Ugh! —Stacy toma su cabeza con ambas manos, dejándose caer sobre mi cama. Recién hecha. Voy a obligarla a acomodarlo todo antes de que se largue.

     La situación no es nada fuera de lo normal. Stacy y yo hemos tenido esta clase de dilemas desde que ella descubrió que salir por las noches en Manhattan es «de lo mejor», mientras que yo no tolero la idea. Apenas sí salgo de día.

     —No tienes nada que hacer, K. —Su voz se amortigua al tener el rostro sobre mi colcha. Más le vale que ese maquillaje que está usando sea a prueba de todo—. Vaaamooos.

     Niego con mi cabeza sin prisa, firme, volviendo a quedar con mis ojos frente a la pantalla de mi ordenador. No tengo nada que hacer, pero prefiero evadirla de alguna manera. Es lo mejor. No haría nada estando allí. No empiezo conversaciones, no bailo, no bebo, no me besuqueo con personas que conocí hace diez minutos... Me quedaría en un rincón con un torpe vaso de agua y todos pensando que soy de lo más aburrida. O rara.

     Ninguna de las opciones promete.

     Stacy tendría que abandonar la pista de baile o un prometedor interés amoroso por mi culpa para acercarse y tratar de animarme cada media hora. Eso mismo ocurrió años atrás, en la fiesta de los dieciséis de Megan. Al día siguiente oí a la mismísima Megan cotillear con sus amigas en el hall de la secundaria sobre lo patético del momento.

Yo Nunca_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora