Lo que se fué

9 0 0
                                    

Cuando la mire a los ojos, vi ahí mis heridas sin la cicatriz, redundando en el pasado una y otra vez, como el tiempo lo hace a los años cuando éste se interroga quien sigue sus huellas, como el sol voltea su atención hacia la luna, amando la reciprocidad del satélite al permanecer con el, viendo como en ella se ve el brillo del que por sí mismo no puede constar, que por sí mismo hubiera permanecido incógnito entre la ignorancia de la existencia y se hubiera perdido el hecho entre el corazón del viento, y ¿cómo es que éste posee uno? me pregunto en averiguación a lo dicho. Suponen mis oídos que es al escuchar el latido, que sin corazón no habría aquel sonido.
Su cabello se movía al ritmo de ese mismo latido, que bajo el brillo de la luna era percibido y, le susurré en voz queda -por qué no puedes darme un poco de luz, si el sol siendo tan majestuoso lo hace a diario con un satélite que ni siquiera escuchó su voz.
Ella sonrió tiernamente, se acercó a pocos centímetros y respondió -el sol no ha sido náufrago de su conciencia, siempre ha estado estático percibiendo las mismas ideas, y yo ahora sollozo un coro distinto al de aquel imponente y dichoso ser.
Mis palabras se silenciaron al profundizar mis pensamientos, y entre pronunciados lamentos sentí que corría en círculos sin una meta posible a seguir. Es cuando se alejó sin decir mucho, en realidad no recuerdo lo que dijo sino lo que me hizo sentir, y al intentar fingir el proceso en el que transcurría, dejo de recorrer el segundero, se paró por inercia en armonía al contexto.
Se escuchó un timbre de voz envolvente, como antes nunca la había oído. Éste mencionó lentamente -se ha ido, pero me sigue perteneciendo. Este era el tiempo

Cartas del sentir cotidiano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora