Un joven que miraba a la ciudad que lejanamente se mostraba ante sus ojos, tomo un lápiz que estaba sobre su escritorio, y en una hoja en blanco comenzó a escribir:No sé en que punto has enloquecido mi alma, aún no termina de oscurecer y no controlo el ansia de dormir a tu lado. Quisiera permitirme ser una luz mas en tu vivienda, pero, a decir verdad, te propondría una y mil veces alumbrarte siendo yo un candil, para que así llene de calor tu hogar, y también sea solo yo quien realice tan grata tarea.
Pensé también en aquella cita, tu olor se ha grabado en mi sentido, las palabras que pronunciaste se formaron como una narración repentina en mi mente y, aquellos ojos que miraban a mas puntos del local que cuando el arquitecto lo diseñó, hoy se muestran en mi cabeza como una imagen que provoca estos sentimientos.
Te pido que no pienses en nadie al menos hasta terminar este escrito, que me regales este tiempo y que no sea por compromiso, que tan solo por un instante sientas estas palabras tal como me permito hacerlo ahora que las escribo...
Imagina un cielo azul intenso, así como los días calurosos de abril, con una marea turquesa en el horizonte, moviéndose al ritmo de la tierra.
Tu estas sentada sobre la arena, bella, tanto como siempre...
¿y la continuación? Ahí estoy yo a un lado de ti, abrazándote con el cariño eterno, susurrándote al oído cuanto te quiero.
De pronto se nos ocurre levantarnos, vamos lentamente caminando de la mano a preparar el almuerzo. Al llegar a la cocina te sorprendo con algo que se que te gusta mucho, ¡hotcakes con miel!, tales que preparé en la madrugada mientras dormías. Tu me abrazas con mucho cariño, yo te beso con mucha ternura, y así dejamos que la mañana transcurra a su tiempo no desesperado, observando que amenos son los minutos, cuando dispones de la compañía indicada. Así horas tempranas del día introducen al resto, como una bienvenida a buenos tiempos, como aquella calma que te produce el saber que todo estará bien.
Una pequeña historia, lo sé, pero que afortunado sería el hombre que, al ser un caballero en busca de una dama, ¡encuentre algún día a aquella mujer!El joven devolvió el lápiz al escritorio, mirando hacia la ventana arrugó la hoja y la lanzó al viento. Sabía que esa carta era algo que debía haber hecho antes de esa historia, misma que había terminado, tal que, en ese momento, le hacía llorar...
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Cartas del sentir cotidiano.
Short StoryPequeños sensaciones que se pueden percibir a diario. Con lo que acontece, ¡pero siempre importantes!.