Amanece. Algunos rayos de luz se cuelan en la cárcel donde estoy preso y un poco de calor me consuela después de la noche tan larga que he tenido. Esta luz entre a penas por entre los angulos de la puerta, tenues rayos de sol que alumbran precariamente las blancas paredes de mi celda. Estas parecen ser testigos de muchas noches desesperadas: gigantes blancos, de tosco aspecto y duro semblante que custodiaron hombres durante las ultimas horas de sus vidas ¿Cuantas historias podrían contar? Tal vez intentan contarlas. Hay marcas en ellas, hay algo escrito por aquí, rastros de sangre mas al fondo, marcas hechas probablemente con las uñas, algunos otros garabatos sin sentido. El suelo, frió por naturaleza, también comienza a calentarse, como si también despertara a recordar las penas de los hombres que han estado sobre el. La luz también revela algunos harapos, prendas que pertenecieron a quien sabe quien. Los olores fétidos que mi celda estuvo emanando toda la noche se agudizan por el calor y yo mismo parezco consumirme, volverme una marca mas en la pared, un harapo mas en el suelo. La puerta de mi celda es el único punto que me hace recordar que esta celda no es todo el universo y mi vista cansada de mirar las paredes alcanza algo de consuelo en aquel trozo de metal frió y en sus aberturas hacia el exterior.
Me duele el cuerpo. Tal vez porque pase la noche sobre el suelo frió de mi celda, por eso, el poco calor que trae consigo el amanecer es una bendición. Este amanecer que yo no quería que llegara, pero que agradezco que ya este aquí para darme algo de calor. Nunca un lecho había parecido tan deseable ni una cobija tan indispensable.
Tengo hambre. Dudo mucho que hayan preparado para mi un desayuno. Es curioso: tengo hambre, me duele el cuerpo, el insomnio me acechó toda la noche, mis sentidos reciben una permanente ola de sensaciones desagradables, y aun con todo, me siento bien. No se si por eso debo dudar de mi cordura, tal vez mi mente ya me abandono.
Hoy seré ejecutado, aunque en el mejor de los casos moriré hasta mañana, o tal vez mi agonía se alargue algunos días mas. La muerte por medio de crucifixión es larga y tortuosa. Pero, ¿Tengo derecho a esperar otra cosa? Soy culpable, es mi condena y debo cumplirla, he aceptado eso. Siempre me pregunte como se sentiría ver venir, inminente, la muerte. Ahora la veo venir y debo decir que estoy mas tranquilo de lo que esperaba. No se malentienda esto, el insomnio fue mi compañero esta noche, mi mente recreo una y otra vez la escena de mi mismo colgado de el madero, cada una generandome mas agonía que la anterior. Lo que sucede es que acepté que mi destino es justo, pues soy culpable y tal es mi sentencia, por lo tanto estoy ya resignado, por eso estoy tranquilo.
Sin embargo en mi alma arde aun una pequeña esperanza, esa que parece ser inherente al ser humano a pesar de sus circunstancias. Una pequeña parte de mi espera aun, que algo falle hoy, o que el emperador romano decrete mi libertad. Ninguna posibilidad parece demasiado absurda cuando deseas que suceda algo. De nuevo, he de pedir que no se confundan mis palabras, estoy resignado a mi muerte, sin embargo no la deseo. Aun anhelo ser salvado, aunque se que eso es casi imposible. Y aun ese "casi" parece albergar mas esperanza de la que debería.
Hay mucho revuelo afuera, han arrestado a Jesús. Un líder de nuestro pueblo judío, las autoridades lo odian, el pueblo lo ama. Yo no se que tiene de especial este hombre, para ser honesto, siempre me he mantenido al margen de la religión, no entiendo porque los hombres se comprometen tanto con ideologías y causas, Dios existe, no lo dudo, pero; como se puede comprobar por mi estado actual; no soy muy cumplidor de la ley de Moisés y honestamente, Dios parece haberse olvidado de nosotros. No lo culpo, la historia de nuestro pueblo esta llena de nuestro rechazo hacia El y la idolatría. Parece ser que hoy por hoy, el solo le sonríe a Roma. En fin, mi ideología y religión consiste en hacer lo que sea que llene mi plato. Por eso estoy aquí.
Aun asi, puedo escuchar desde aquí como se burlan y golpean a ese hombre. No se que haya hecho, pero el odio con el que lo han tratado parece el que se tendría contra alguien que ha hecho algo muy malo.
No se porque pienso tanto en El. Al fin y al cabo, hoy es el día de mi ejecución, no voy a gastar energías en eso. Ayer fue la pascua, en ese día los judíos celebramos el que Dios haya salvado a nuestros antepasados de la esclavitud en Egipto. Son solo recuerdos de glorias pasadas, ahora los romanos hacen lo que quieren con nosotros, sin que podamos hacer nada. Los ancianos siempre hablan de un mesías que iba a venir, un hombre escogido por Dios, un hombre capaz de restituir a Israel a su antigua gloria, y que pueda sentarse en el trono del gran rey David. Algunos dicen que ese tal Jesús es el mesías, otros se sienten muy ofendidos por ello. Yo no tengo una opinión al respecto, lo único que yo se es que ese hombre no es el guerrero que describen los ancianos, no crea ejércitos ni se prepara para la guerra, algunos dicen que es capaz de alimentar a muchas personas con poca comida, pero de eso a que tenga el coraje de un rey, falta mucho. Da igual, después de hoy, no debo preocuparme por mi estancia ni mi alimento, ya no importaran ni los romanos ni lo hebreos ni el mesías, todo abra acabado. Ah este punto, siento paz, una paz inquieta, por contradictorio que suene. Lo cierto es que después de hoy, ya nada me importa, todo acabo.
Suena la puerta de mi celda. Vienen por mi. Ya es hora.
YOU ARE READING
El ladrón en la cruz
SpiritualEsta es una historia de el primero en ser parte del nuevo pacto. No intento ser históricamente exacto y no insinúo que los hechos sucedieron tal y como son descritos aquí. Es solo una historia de un hombre encontrándose con Jesucristo.