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“Siempre se repite la misma historia: cada individuo no piensa más que en sí mismo.” –Sófocles.

El miedo es parte fundamental en las personas, y Ben, Klaus; Luna no eran la excepción

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El miedo es parte fundamental en las personas, y Ben, Klaus; Luna no eran la excepción. Cuando entraron aquella tienda de sortilegios, y cosas antiguas, Ben tuvo miedo, verían a la tía de Luna, aquella señora que haría qué Luna se fuera en paz, que descansara. Klaus tenía miedo y fascinación por los articulos y porque la tienda era oscura y verde fuerte, con velas en todos los lugares; por ultimo estaba Luna, ella tenía miedo, tristeza y alegría, miedo porque quizás no se pueda ir, tristeza por ya no volver a ver a Ben ni a Klaus, y alegría por, por fin descansar.

La tía Jefferson se encontraba atendiendo a un sujeto con tatuajes en el rostro, cuando vio a Klaus entrar por aquella puerta de madera color marrón, dejo al señor para acercarse a Klaus y agarrar su mano mientras lo veía a los ojos.

— Tu alma es inocente, pero tus demonios te contaminan —dijo la Tía Jefferson—. Saludalos por mí.

Dicho eso, agarro a Klaus por los hombros para llevarlo a su despacho, cuando entraron, ella se alejo, para agarrar un libro y empezar a leerlo en voz baja. Susurraba para ella misma.

La tía Jefferson tenía el cabello rubio desordenado, un vestido largo color verde oscuro, joyas en su cuello, orejas y manos, tanta que se podían escuchar chocarse entre sí. Su maquillaje todo mal hecho. A Ben hasta le dio miedo.

— Comenta, y dime —empezó la tía Jefferson, sentandose en su asiento, para ver a Klaus—, ¿qué hace aquí alguien que le tiene miedo a los espíritus, a los muertos? Aunque tenga ese don.

— Luna quiere irse en paz de este mundo, viene con nosotros —dijo Klaus, volteando a ver a Luna—. Luna esta a mi lado derecho.

La tía Jefferson volteo a verla, sonrió con melancolía.

— Tu muerte me tomo de sorpresa, al igual de tal acto cometido —dijo—. Victor ya esta en la carcel, encontraron tu cuerpo, al igual de las señales de lucha. Un joven de diez años encontro tu cuerpo, ahora esta en el psiquiatra. Le afecto ver tu cuerpo, mi bello Ángel.

— ¿En serio? —preguntó Luna, haciendo que Klaus repitiera sus palabras.

— Creí que te habías ido, pero me equivoque. Estas aquí, buscando la paz y la supuesta gloria, cuando sin saber ya la tienes —su mirada fue a Ben, quien trago en seco—. El egoismo lo siento a tu lado, al igual que siento el fuerte ardor del deseo y tristeza.

Klaus con una sonrisa pequeña volteo a ver a Ben.

— Tu hermano no debería estar aquí, Klaus —dijo ella, haciendo que Klaus se sorprendiera tanto como sus acompañantes—. Si tanto quieres paz, mi Ángel; te la daré. La luna de sangre se acerca en cuatro días, cuatro días suficientes para preparar todo.

— ¿Y luego se irá? —preguntó Ben, ocultando su enojo y tristeza. Klaus iba a repetir, pero la tía Jefferson lo detuvo.

— Se ira, y ya no volvera —dijo la tía Jefferson, agarrando un frasco de su estante, ojos encontraron ahí—. Atrás hay una puerta, los llevan a mi casa, entren y ponganse cómodos. La casa invita su alojamiento y la comida.

Klaus sonrió feliz. Luna se adelanto pensativa, por primera vez, no hablaba mucho, Klaus la siguió, Ben iba salir pero la puerta se cerro de un portazo, la tía Jefferson se encontraba a lado de la puerta, observando a Ben.

— Valentía —dijo, para luego empezar a caminar hacía su asiento, Ben la siguió —. El amor que tienes te va cegar, el deseo y la lujuria igual, como el egoísmo. Preocura controlarlos, todo puede pasar, como tienes qué.

— No entiendo...

— Tú determinará la felicidad de Luna —dijo, mientras agarraba más frascos junto con una vajilla.

— ¿Qué quiere decir? —preguntó Ben sin entender.

— Tu egoísmo esta saliendo a la luz, y tú determinara la felicidad de Luna —comentó metiendo cosas a la vajilla.

— No entiendo... ¿Soy la felicidad de Luna? —preguntó con una sonrisa.

Ella negó con la cabeza.

— Eres tan terco que una mula —dijo—. ¿Así son siempre los asiáticos?

Eso ofendió a Ben.

— En fin, preocura pensar mucho en la felicidad de Luna...

Sin decir nada, Ben salé de ahí. Al llegar a la cocina  donde Klaus comía mientras platicaba con Luna, Ben se sentó a lado de ella, ella lo observó con una radiante sonrisa.

— ¿Donde estabas? —preguntó ella emocionada y preocupada a la vez—. Klaus decía que de seguro te fuiste con algunas prostitutas, algo que no me gusto, ¿fuiste con algunas? —Luna tenía esa rara expresión de celos y enojo oculto.

— No —soltó Ben asqueado, volteando a ver a Klaus—. Eso es demasiado asqueroso, Klaus. En fin, no, estaba hablando con tu tía. Es... Genial —una sonrisa fingida apareció en su rostro.

Luna sonrió.

— ¿No es genial? —preguntó Luna—. Muy pronto me iré, aunque los extrañaré. Pero descansare en paz, y sé que ustedes me recordaran con tanto amor y cariño.

— Claro —exclamó Klaus, devorando su carne cocinada—. Tu tía cocina perfecto.

Luna sonrió.

— Claro... —soltó algo enojado y sarcástico Ben, llamando la atención de Luna y Klaus—. Me agrada la idea que te vas en paz, que ya no estarás triste por no irte.

La sonrisa de Luna desapareció.

— Si, a mi también me agrada, al igual que tu sarcasmo —dijo Luna para luego levantarse e irse.

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⏰ Última actualización: May 30, 2019 ⏰

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Moon | Ben HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora