Capítulo 1: 16 años sin tí

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Fleur Lecrae abrió la puerta de Scarlett con un silbato en la boca y cargando una bandeja con dos desayunos en un brazo.

Su dulce angelito dormía plácidamente enrollada en sus colchas. Su hija era una verdadera belleza. Scarlett tenía largas y tupidas pestañas, piel reluciente y una carita redondita enmarcada por rizos rojo terciopelo. Suspira embelesada, dejando colgar el silbato de su cuello. Podía quedarse admirando a su retoño por horas sin cansarse... Pero sino la despertaba, se le haría tarde para el instituto. Volvió a ponerse el silbato en los labios y lo hizo pitar estridentemente logrando que la joven se sentase de un brinco.

—¡Felices 16! —exclamó Fleur con una gran sonrisa.
La expresión sobresaltada de Scarlett se suavizó hasta convertirse en un sonrisa.

—Gracias, mamá, no tenías que molestarte.

—Cuando se cumplen años es importante darse detalles —dijo sentándose a su lado. Coloco con cuidado la bandeja en su regazo para luego tomar su carita con las dos manos y estampar sus labios en su frente. —Como los 16 son una fecha importante para toda chica, desayunaremos algo especial: tostadas francesas rellenas y cubiertas con bayas frescas y jugo de naranja.

—Wow. —Los ojos devotos de su hija la hicieron reír. Scarlett tenía buen apetito y negarse a una de las exquisiteces de Fleur era un sacrilegio. —¡Muchísimas gracias, mamá!

—Pruébalo y dime —le pidió. Scarlett tomó el tenedor y se llevó un pedazo a la boca. Cerró los ojos dejando escapar un gemido de placer.

—Es delicioso —dijo una expresión de éxtasis.

Fleur soltó una suave risa satisfecha.

—¿Llegas a casa hoy? —Scarlett asintió con entusiasmo.

—Hoy solamente voy a la agencia para saber sobre el concurso, tal vez te traiga una sorpresita. —Scarlett trabajaba como modelo a medio tiempo en la agencia Enchanté.

—¿Sorpresita? —preguntó arrugando el ceño.

—Es un secreto. —Scarlett tomó un sorbo de su jugo haciendo una mirada enigmática. —Lo único que te diré es que es algo genial.

Antes de que su madre pudiera seguir haciéndole preguntas, el teléfono de la sala en el 1er piso empezó a sonar.

—Desayuna primero, tesoro —dijo yéndose del cuarto. Ya en el 1er piso, cogió el teléfono: —¿Hola?

—¿Hola? ¿Estoy hablando con mi socia Fleur?

Fleur se echó a reír.

—Qué bueno oírte, Sarah. —Fleur y su amiga de la universidad Sarah Osborne se habían convertido en las coeditoras y jefas de la revista Divina que había llegado a ser una de las 10 favoritas de las neoyorkinas desde su lanzamiento.

—Llamo para hablarte sobre la fiesta de Scarlett —habló emocionada. —El salón Bellamy está apartado para nosotras y ya tenemos todo, decoración, música, comida, e invitados, pero necesitamos reunirnos para ultimar los toques finales.

—Cuando lleve a Scarlett al insti, iré de inmediato al salón Bellamy.

—Perfecto, entonces.

Después de acordar algunos detalles, se despidieron. Fleur regresó al cuarto de Scarlett para encontrarla con su plato casi vacío. Se sentó a su lado para seguir desayunando.

❇ ❇ ❇ ❇ ❇

Ryan Carter regresaba a su empresa de una reunión de negocios de la tarde. Parecía un día normal, un día cualquiera...

Pero no lo era...

Sentía algo extraño desde que se levantó. Alguna cosa en el ambiente. Como si fuese a pasar algo. Intentó recordar cuándo pudo sentir algo similar antes. De pronto, lo supo. Sí, esta sensación apareció esa noche. Cuando conoció a una insolente mujer con cabellos rojos cual fuego y cuya boca rosada y pequeña le inspiraba a hacer cosas indecibles.

Esa mujer que lo había abandonado yace tantos años.

No estaba acostumbrado a creer en cosas tales como señales o premoniciones pero de éstas existir, ¿qué le depararía la Providencia esta vez?

En frente del edificio con letras doradas y grandes Carter Corp., su chófer le abrió la puerta y él bajó.

En ese instante, algo llamó su atención.

Una jovencita.

Una adolescente andando por la acera.

Su cara de corazón era enmarcada por rizos de un rojo interesante, tenía la tez muy blanca y una sonrisa encantadora en los labios rosados. Enfundada en un uniforme azul marino y pantimedias beige con tacones negros iba caminando con un buen porte.

«Una pequeña gran dama» pensó jocoso.

La jovencita se dirigía hacia el edificio Carter Corp. Decidió también entrar.
En el interior, la jovencita se apresuró hacia la recepción y le plantó un sonoro beso en la mejilla y un abrazo a la recepcionista rubia que no lo esperaba. Eso le hubiera enternecido de no ser porque la recepcionista había fijado sus ojos en él casi con espanto. A veces cuando alguien se daba cuenta de quién era, se paralizaba (o incluso se desmayaba), por lo que aprendió a no sorprenderse de aquello. Sin embargo, esa mujer rubia siempre estuvo en recepción y nunca mostró una actitud semejante hacia su persona.

Siguió su camino al ascensor ignorándolas.

Enfrente de éste, sintió una presencia a su lado. Por el rabillo del ojo vio con cierta sorpresa pero sin perder su expresión tranquila e impenetrable que la 'pequeña gran dama' se hallaba a su izquierda.

La jovencilla miraba hacia el frente con una sonrisa alegre. De cerca, Ryan pudo apreciar más detalladamente sus rasgos. Piel rosada como melocotón, libre de imperfecciones, suave a la vista; nariz pequeña y tersa; exquisitas mejillas redondas y sonrojadas; labios suaves y armoniosos.

Una joven muy bonita, sin duda pero todas esas cosas le gritaban algo a Ryan.

Algo como "¡Me conoces, me conoces!"

Ryan miró por su hombro para ver a la recepcionista rubia que ahora sí que los miraba paralizada. Frunció el ceño. Obviamente, no era de su agrado que compartiese el mismo espacio que esa muchachita. ¿Por qué? Regresó su atención a la jovencita. Ella se dio cuenta de que él la observaba y se giró para darle una sonrisa cortés pero en el momento en que sus miradas se cruzaron el mundo se paró. Ryan quedó absorto en los ojos dulces y brillantes de la joven mientras que ella se perdía en el penetrante acero de los suyos. Los ojos cafés de ella eran grandes y rebosantes de calidez e inocencia... eran tan parecidos a los de 'ella'... Ahí se dio cuenta por fin qué tanto le llamaba la atención a esa colegiala. Sus mejillas adorables, su nariz graciosa, sus labios rosados y sobretodo sus ojos cafés, esa niña era casi una copia de aquella mujer que lo obnubiló.

—Discúlpeme, señorita —dijo él.

—¿S-si, señor? —alcanzó a pronunciar ella mirándolo como un cervatillo.

—¿Podría decirme cuál es su nombre?

—Scarlett, Scarlett Lecrae...

Amor InéditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora