Prólogo

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Paulo Coelho dijo:  “Dicen que a lo largo de nuestra vida tenemos dos grandes amores; uno con el que te casas o vives para siempre, puede que el padre o la madre de tus hijos… Esa persona con la que consigues la compenetración máxima para estar el resto de tu vida junto a ella…  Y dicen que hay un segundo gran amor, una persona que perderás siempre. Alguien con quien naciste conectado, tan conectado que las fuerzas de la química escapan a la razón y les impedirán, siempre, alcanzar un final feliz. Hasta que cierto día dejará de intentarlo… Se rendirán y buscarán a esa otra persona que acabarán encontrando.  Pero les aseguro que no pasarán una sola noche, sin necesitar otro beso suyo, o tan siquiera discutir una vez más… Todos saben de qué estoy hablando, porque mientras estaban leyendo esto, les ha venido su nombre a la cabeza.  Se librarán de él o de ella, dejarán de sufrir, conseguirán encontrar la paz (le sustituirán por la calma), pero les aseguro que no pasará un día en que deseen que estuviera aquí para perturbarlos.  Porque, a veces, se desprende más energía discutiendo con alguien a quien amas, que haciendo el amor con alguien a quien aprecias”

Desafortunadamente, yo no había encontrado ninguno de esos dos amores, ni siquiera se me había pasado un nombre por la cabeza mientras leía esas famosas líneas, y estaba segura de que mi situación no cambiaría de aquí a un buen tiempo, pero estoy segura de algo: Malditamente quiero encontrar esos dos amores.
Sin embargo, ¿sería yo capaz de dejar ir a ese segundo amor, cuando es  esa persona con la que nací conectada, prácticamente mi alma gemela? ¿Quién en su sano juicio dejaría ir a su alma gemela, cuando va a pasar el resto de sus días pensando en ella?
Aún así, si no puedo quedarme con mi alma gemela, pero si llego a conocerla, lo último que le diría sería: gracias por aparecer en mi vida.

La adivina me miró fijamente a los ojos por unos largos minutos, y estaba comenzando a pensar que ésto era un concurso de miradas y no una sesión de adivinación de mi futuro. La atmósfera era un poco deprimente y oscura, pero aún así el aire se sentía cálido contra mi piel, lo que me hizo tener la terrible idea de que alguien estaba abrazándome para mantener el calor de mi cuerpo, lo cual era un poco loco porque sólo estamos la adivina y yo en esta habitación, no hay nadie más.
Sólo nosotras dos.
-Tu... -Su voz era oscura y calmada, lo que me puso la piel de gallina, y de inmediato me arrepentí de haber venido hasta aquí, aunque ahora mismo no recordaba como había llegado siquiera, sin embargo eso no era lo que más me importaba, aunque mi cara estaba inmóvil, mis ojos estaban revoloteando buscando la salida... y sí, no la encontré.
Ella, ajena a mi nerviosismo, continuó hablando. -Vas a conocer a dos personas que serán muy importantes para ti.
Yo asentí, porque si abría la boca de seguro gritaba y salía corriendo de éste espectáculo, pero estaba curiosa por lo que estaba por decir esta supuesta adivina, así que obligué a mi trasero a mantenerse pegado en el asiento.
Ella se quedó callada, seguro que "conectando con los seres del más allá", y yo me entretuve observándola un rato. Su piel es blanca, casi pálida, su pelo negro cae recto y liso por su espalda y hombros, sus dientes son amarillos y algunos están picados, si escondiera su dentadura podría ser llamada una mujer misteriosa y hermosa, pero aún tiene un aire muy desagradable y terrorífico, parece un personaje de una película de terror japonesa, estoy segura de que mi mamá con su buen juicio no me hubiera dejado venir hasta aquí.
-Dossss hombressss. -La forma en que alargó las palabras me hizo recordar a una serpiente, y de momento sentí el tacto de una en mis piernas, lo cual no es normal porque nunca había sentido su tacto, pero sabía que era una, lo que me hizo mover nerviosamente mis pies debajo de la mesa, moviendo la mesa cuando la choqué con mi rodilla.
La mueca de dolor en mi rostro se debió haber borrado cuando vi la mirada de la adivina qué claramente decía: "no me desconcentres".
En serio, ¿cuánto estoy pagando por este servicio?
-Son muy parecidossssss, pero tan diferentessss.
La uña larga del dedo índice de su mano derecha estaba recorriendo las palmas de mis manos, haciéndome cosquillas, pero las ganas de reír no aparecieron, y algo me tenía tan quieta que no me atrevía a moverme, incluso cuando sentí el tacto de la serpiente de nuevo en mis pies, sólo que ésta vez los estaba apretando, y subiendo de forma perezosa y lenta hasta mis rodillas.
-Habrán muchos problemasssss. -La serpiente se subió a mi regazo y me sorprendió lo mucho que pesaba, pero mis manos no se movieron ni para apartarla, era extraño porque mi cerebro estaba gritando pero mi cuerpo no respondía.
-Vassss a ser víctima de intrigasss, y vassss a sufrir ataquesss de enemigosss.
La serpiente subió a mi torso y se enroscó muy fuerte, impidiéndome respirar, y aún así no hice intento alguno por buscar aire, luego subió a mi cuello y dió una vuelta, dejando que su cuerpo me cubriera como una bufanda, y en unos segundos su cara lisa y su lengua fina y venenosa estaban frente a mi cara, y de momento el calor de mi cuerpo había sido reemplazado por intenso frío y el aire corría con vehemencia por toda la habitación, como si hubiera llegado un ciclón, haciendo que mi pelo y el de la adivina se movieran por todos lados.
-Esssso essss lo que sssssignifica ssssoñar con sssserpientessss.
Por primera vez mi cuerpo decidió hacerle caso a mi cerebro, pero cuando abrí la boca para soltar un grito que se escuchara en el otro extremo del país, nada salió, sólo pude escuchar el "pssss psssss" de la serpiente al acercarse a mi y ver cómo abría su boca y se lanzaba hacia mi como una bala...
Mi respiración estaba acelerada y todo mi cuerpo sudado, pero la vista de mi habitación me calmó. Fue un sueño extraño, muy extraño... no fue un sueño, fue una pesadilla, una que hizo que se me congelara la sangre.
Un estremecimiento recorrió mi cuerpo al recordar a la adivina, sobretodo a la serpiente y lo que eso significaba. Tomé el pequeño mando en la mesita de noche y encendí el aire acondicionado. La noche era fría, pero mi cuerpo estaba cálido, como si alguien estuviera abrazándome.

Almas GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora