Capítulo 1: No puede ser tan perfecto, ¿o si?

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-Su trasero es tan sexi. -Paula sentada en un banco frente a mí, suspira mientras sigue con la mirada al chico vestido solamente en shorts cortos que camina hacia la playa, a ambos lados de ella se encuentran Carolina y Daniela, las tres vestidas con ropas que las caracterizan como mujeres de la vida y maquillajes que lo secundan. A pesar de eso, ellas son buenas personas, o al menos eso me gusta pensar, porque después de todo solo las conozco hace tres meses.
-Ni siquiera nos miró. -Daniela se recuesta al espaldar del banco cruzando los brazos en su gran delantera.
-Miren ese trasero, y esa cantidad de carne... -Carolina habla y las tres vuelven a mirar al chico como si fuera un pedazo de carne  en la carnicería. 
El pobre chico estaba siendo comido por la vista de cuatro chicas (si, yo me incluyo ahí), y no me extrañaría que tropezara con sus propios pies en este instante, después de todo, las miradas pesan, sobretodo la de tres chicas hambrientas y una curiosa, esas si que pesan.
Dejé de mirar al chico, porque pensé que de esa forma habrían menos probabilidades de que se tropezara, y en su lugar me concentré en las uñas de mis manos. Todas estaban muy desiguales, y rotas. Yo siempre trataba dejar crecer mis uñas, pero siempre ocurría algo, o me la mordía como mi subconsciente diciéndome: "en menos de 5 minutos te arrepentirás de esto", o al mojarme las manos se ponían flojas y se rompían por cualquier rose con cualquier superficie, o simplemente se rompían porque la madre naturaleza no quería que mis uñas fueran más allá de 5mm.
Cuando terminé de analizar lenta y detenidamente cada una de mis uñas, las chicas aún estaban observando al chico, giré mi cabeza y ahí estaba él, hablando con un hombre en el medio del camino de entrada a la playa, un hombre, que a diferencia de él, estaba lleno de tatuajes por lo que mostraba su poca vestimenta.
Mientras pensaba en eso se me puso la piel de gallina. "El aire se está enfriando, parece que va a llover."
-Chicas, en serio, el pobre chico no se ha caído de milagro.
No había querido decirlo, pero las palabras sólo salieron de mi boca, y desde que lo hicieron, sabía que había cometido un grave error, lo sabía por la mirada llena de odio que me estaba dirigiendo Daniela.
De mis tres amigas, Daniela era como la hormiga reina. A pesar de que las tres tenían cuerpos de modelo, Daniela era mas como supermodelo, cualquier adjetivo al que se le agregara súper delante y significara algo bueno, esa sería Daniela. Lo único malo, (o bueno), que tenía ella, era que no tenía miedo a decirle unas grandes verdades a cualquiera en la cara, o quizás también algunas mentiras. Y estaba segura de que eso era lo que iba a caer sobre mí ahora, un lluvia desenfrenado de la ira de Daniela, ¿el problema? Yo no soy una muñeca que pueda soportar todo eso, y estoy segura de que no lo voy a hacer.
-Si tu quieres puedes irte, después de todo, nosotras aún tenemos oportunidad con él.
-¿Qué quieres decir?
Yo sabía lo que quería decir, si una persona hubiera pasado en ese momento y escuchado lo que dijo, me hubiera mirado y habría estado de acuerdo con ella.
-Quiero decir, ¿te has visto en un espejo? -Paula trató de hablar y cuando Daniela se lo impidió, calló en cuenta de algo, no podía meterse, o sería expulsado por la hormiga reina. -¿Y esa ropa?
En ese momento odié la cínica sonrisa en su cara, la odiaba más que a nada, las mínimas veces que la había visto fue cuando hacía algo a su altura, algo como quitarle el novio a una chica, su especialidad.
-¿Qué tiene de malo mi ropa?
En sus labios rojos volvió a aparecer esa sonrisa cínica, y me observó con sus ojos oscuros mientras enrollaba un mechón de su cabello rubio en su dedo índice una y otra vez.
A pesar de lo que estaba a punto de suceder, no tenía miedo, mas bien estaba deseosa de que ocurriera, como si lo hubiera estado esperando hace tiempo, y eso me inquietaba mas todavía.
-Eso que usas no debería llamarse ropa, además, ¿no te llegaron como indirectas todas las ropas que te regalamos?
Miré a Carolina pero su mirada huía de la mía concienzudamente. A pesar de todo nosotras dos somos cercanas, así que me imaginaba que era diferente, pero ella también forma parte de todo este espectáculo de "amigas", sólo que ella debería llevarse un Oscar por su actuación. 
-¿Sabes qué, Daniela? Yo uso la ropa que quiero dado que no quiero andar desnuda por ahí como tú y tus amigas.
-La última vez que lo verifiqué todas éramos amigas.
-Y la última vez que yo lo verifiqué no tenía amigas.
-¿Y cuándo fue eso?
-Ahora.
-¿Qué? ¿Te molestó que Carolina estuviera también dentro?
Mi mirada incrédula no la sorprendió, sólo se encogió de hombros y sonrió de forma prepotente. Me parecía que en estos minutos estaba mostrando mucho los dientes, y estaba tentada a rompérselos. Debería buscar algo... quizas esa piedra sirva...
-Vi que se estaban acercando mucho, pero al final de la jornada, siempre estarás sola.
-Como dice el dicho, mejor sola que mal acompañada.
Me levanté del incómodo banco, les di una última mirada a las tres, y caminé tan lejos de ahí como pude.
No tenía amigas, pero de todas formas, ¿quién necesita amigas? Todas son traicioneras, lo había comprobado.
¿A quién engaño? Yo necesito amigas. ¿Qué iba a ser mi vida sin amistad? Yo soy ese tipo de persona que necesita la amistad, necesito una amiga, y hasta hace unos minutos tenía tres, o eso creía. ¿De veras existía la verdadera amistad, esa que era totalmente sincera, sin segundas intenciones? ¿Cómo es que es tan difícil encontrar una persona que esté ahí a mi lado y que brinde su apoyo desinteresado?
-Debería romper esa lista. -Me digo a mi misma, si, porque no hay nadie aquí para escucharme, no hay una persona a mi lado dispuesta a escuchar mis lamentos.
Yo tengo una lista, no una lista de cosas que deseo hacer antes de morir, no algo tan intenso, es una lista de cosas que quiero hacer con mi mejor amiga. ¿El problema?, esa persona no existe, así que estoy realmente segura de que debería hacer lo que mi mente me ordena, algo que he pensado al menos un millón de veces antes, pero no he tenido la suficiente fuerza para romperla.
Esa lista la escribí cuando estaba en segundo grado, recuerdo haberla escrito pensando en la "mejor amiga" que tenía en esos momentos, y al paso de los años, ya ella no podía soportar verme, se había convertido en el objeto de admiración de todos los chicos, y algunas chicas en la escuela, era hermosa e inteligente, y lo más importante, había hecho nuevas amigas y había decidido que yo no estaba a su altura. No hice ni una cosa de esa lista con ella, eran cosas que hacían los adolescentes, y desgraciadamente, al momento en que lo éramos, no nos habíamos visto al menos hace tres años.
Por eso no confío en la amistad.
-¡Diablos, la llave! -Si, a parte de que no tengo amigas también soy estúpida, no salí con mi llave ni con mi teléfono y mis padres no están en casa, y por desgracia para mi, mis padres no esconden una llave de emergencia debajo del tapete... ni siquiera tenemos un tapete en la entrada.
Una solución sería saltar la reja y quedarme en los sillones que están en la entrada a la casa, esperando a que mis padres lleguen, lo haría si no fuera una miedosa. Recuerdo que cuando era pequeña me encantaba correr riesgos junto a mi "mejor amiga", pero después de que ella simplemente me alejó, toda confianza y deseos de aventura se fueron, y luego solo buscaba ser aprobada por todos mis compañeros de aula, así le demostraría que no necesitaba de ella, aunque a ella no le importó.
-Espero que no empiece a llover antes de que llegue mi mamá. -Si, de nuevo hablo conmigo misma, lo hago cada vez que estoy sola, y aunque algunos piensen que puedo estar loca, a mi realmente no me importa.
Me siento en el piso recostada a la reja mientras abrazo mis rodillas, y empieza a llover, y por alguna razón, ese nudo que tengo en mi garganta desde que comenzó la discusión con Daniela, se deshace, y mis lágrimas comienzan a mezclarse con la lluvia. En serio no quería llorar, quería demostrarme a mi misma que soy fuerte.
-Eres tan estupida, tu no las necesitas. -Y aún así, no me creo mis propias palabras.
-¿Estás bien?
Es la voz de un chico, definitivamente un chico, y lo compruebo cuando decido dar la cara a la única persona que se ha preocupado por mi en todo el día, el chico que mis amigas observaban de forma tan intensa en el parque.
<Deberías de olvidar esa palabra.>
Si, ¿verdad?
<Deberías borrarla de tu vocabulario>
Amigas ×, hecho.
-Si, estoy bien. -Me levanto tan rápido que me da mareo, pero me apoyo a la reja.
-Es que estabas llorando.
El acerca toda su altura, (unos cuantos cm más alto que yo), y yo trato fuertemente no apartar la vista de su cara, está casi desnudo, casi, y no quería ver el resto de su cuerpo, sobretodo estando tan cerca.
-No, no estaba llorando. -Acerco mis manos a mi cara y seco el agua de la lluvia y de mis lágrimas. -Es la lluvia.
-Te estuve observando, se que estabas llorando.
En el instante que dice que me estuvo observando, me pongo nerviosa, no quiero ser presuntuosa ni sacar conclusiones pero me estuvo observando, así que solo voy a concluir en que, a parte de que está bueno, también se preocupa por las personas.
<Y tu eres una persona Vanessa, despierta, no te creas una Yazmín a la que le acaba de caer Aladdín.>
Ya lo sé, no me lo tienes que recordar.
Y como no sé que decir, sólo suelto lo primero que viene a mi boca. -Bueno, ahora estoy bien, no te preocupes, yo sólo voy… a… -Señalo hacia mi casa, para darle a entender que voy a entrar.
-Deberías haber entrado antes, te vas a resfriar.
Y su voz parece realmente preocupada.
<No te emociones.>
Ya lo sé, no me lo tienes que repetir, no tengo Alzheimer.
<¿Y por qué tu corazón late tan fuerte?>
Te odio.
<Para servir, tu consciencia.>
-¿No vas a entrar?
-Bueno, si… la verdad es que… no tengo mi llave.
-Te puedes quedar en mi casa hasta que lleguen tus padres, vivo en esta casa de al lado. -Mientras señalaba a la casa de al lado, donde se habían mudado unos nuevos vecinos hace dos meses (para mi mamá ya dejaron de ser nuevos), pude notar como los músculos de sus brazos se apretaban al hacerlo, tuve que tragar fuertemente mientras mis ojos se desviaban al resto de su cuerpo y estudiaban como las gotas de aguas bajaban por sus músculos duros.
¿Me invitó a su casa?
<Seguro es un violador>
No lo parece.
<¿Y quieres que lo lleve escrito en la cara?>
-Es muy amable de tu parte, pero no, gracias de todas formas.
-Si no quieres estar a solas conmigo no te preocupes, mi tía y mi prima están dentro.
Oh, bueno, eso cambia muchas cosas.
-¿Seguro? -Me regañé a mi misma por admitir tan rápido que no quería quedarme a solas con él, porque en serio, ¿que persona cuerda no hubiera aceptado desde un principio? Incluso puedo imaginarme a Daniela trepando la cerca para colarse en su casa.
-Seguro, mi nombre es Christopher.
Me tendió su mano y yo la acepté.
-Soy Vanessa.
El contacto de su mano fue frío, y a pesar de eso, pude sentir que el calor se extendía por todo mi cuerpo. Memoricé mentalmente el cómo se sintió a la vez que él me dirigió una amplia sonrisa perfecta.
No puede ser tan perfecto, ¿o si?
<Seguro que tiene un trastorno de doble personalidad y te viola cuando llegue a su casa, ¿quien sabe?>
A pesar de lo que me decía mi consciencia, seguí a Christopher-no-violador a la casa de al lado, y mientras él abría la reja, me pregunté si realmente hice bien en ir con un chico que apenas acabo de conocer a su casa, aunque fuera solamente para escapar de la lluvia. No obstante, cuando entramos a la casa me di cuenta de que había cometido un terrible error, ya que la casa está a oscuras, y estoy absolutamente segura de que no hay nadie aquí adentro.
-Parece que salieron. -Su tono despreocupado me asustó, y solo me enfoqué en su figura alejándose de mi hasta que la luz inundó la habitación, y aproveché la oportunidad para fijarme en la forma moderna en la que estaba decorada la sala de estar y tratar de aparentar que no estaba cagada del miedo.
-Voy a buscar un poco de ropa para que te cambies -me miró detenidamente, estudiando mi figura. -creo que la ropa de mi prima te quedará perfecta.
¿Cambiarme?
-¿Cambiarme?
<Oh chica, estás en tantos problemas, sólo diré que te lo advertí.>
-Claro, no te puedes quedar con esa ropa.
-¿Por qué no?
El me miró como si me hubiera salido otra cabeza y se adentró en una habitacion, luego salió con un bulto de ropa en las manos, y después me hizo seguirlo escaleras arriba, me sentí estúpida cuando mis pies caminaron tras él sin cuestionarlo.
-Supongo que porque puede darte neumonía.
Traté de enfocarme en que realmente era más probable que me diera neumonía si me quedaba con esta ropa mojada a que él me violara (aunque mirándome bien, ¿por qué querría hacerlo?), así que lo seguí en silencio hasta el segundo piso, aunque prácticamente no tenía que guiarme ya que la estructura de esta casa es igual a la de la casa en la que he vivido toda mi vida.
En el momento en el que me adentré en el baño esperé pacientemente detrás de la puerta, escuchando sus pasos alejarse, y entonces fue cuando me di cuenta, de que la selección de ropas de Christopher, no es la misma que yo hubiera hecho si hubiera tenido oportunidad de escogerla.
Primero que todo, estoy segura de que si mi piel no fuera oscura, me hubiera visto sonrojarme en el espejo mientras me ponía la ropa interior que era a juego, ambas prendas eran de encaje verde.
Me pregunto que pensaría su prima sí supiera que él entró a su cuarto y tomó su ropa interior.
<Lo que cualquier prima pensaría: es un pervertido.>
Pero si fue para ayudarme.
<Lo que tu digas.>
El pantalón de tela estilo de la princesa Yasmín se ajustó perfectamente a mis caderas, y la blusa de tirantes me quedó como pintada, así que doblé mi ropa y escondí mi ropa interior adentro, y para el momento en que bajé las escaleras, Christopher estaba en la cocina.
Aprovechando el hecho de que todavía no me había visto en un escondite que me había creado en la puerta de entrada a la cocina, ya que estaba muy ocupado preparando algo, y de que estaba bañado por una gran cantidad de luz, no desaproveché la oportunidad y me bebí su apariencia. Es como un Charlie Puth mucho más joven, y se podría decir que tiene una aire más sensual... y más sexual también, y...
Christopher levantó la vista de lo que estaba haciendo y se fijó en mi presencia, una genuina sonrisa que apareció en sus labios hizo que mi corazón se acelerara, pensando en que verdaderamente se alegró de verme.
<O estaba preocupado de que la chica que supuestamente se llama Vanessa se estuviera robando algo, así que te vio y se alegró de que no fuera así.>
Esa es una buena forma de de matar mis ilusiones.
<Solo te pongo los pies en la tierra.>
-Oh, estás aquí, estoy preparando algo de comer.
Yo me enderecé más en mi posición y me adentré en la cocina.
-En realidad no tengo hambre. -Sin embargo mi estómago no estaba de acuerdo, y se hizo escuchar, y ni yo estaba de acuerdo con lo que acababa de salir de mi boca, pero estaba suficientemente avergonzada como para no querer causar muchas molestias, y si tenía que ayunar, lo haría, solo que ahora no había vuelta atrás.
-Creo que tu estómago no concuerda.
Y dicho eso, extendió un plato con un sándwich en la isla de la cocina al tiempo que me acercaba y me sentaba en uno de los taburetes para tomar una mordida.
Estoy famélica.
-¿Que edad tienes? -La pregunta me tomó desprevenida, así que mastiqué rápido y tragué más rápido para responderle, ahogándome en el proceso. Él se alejó y unos segundos después dejó un vaso con agua en mis manos, la cual tomé con desesperación.
-15 años, ¿y tú? -Me sorprendí haciendo mi propia pregunta, pero tenía que hacer conversación, no quería un silencio incómodo rondando por aquí.
-17, estoy empezando el tercer año del Pre.
-Umhh.. -Asentí mientras masticaba (lentamente esta vez) centrándome en la parte de que tiene 17 años. A decir verdad, parece mucho más maduro. No pienso que parezca viejo (al contrario), pero la mayoría de los chicos de mi aula no saben lo que es la palabra "madurez", y además, ¿se puede tener esos músculos con 17 años?
<Parece que si, nena.>
-¿Umhh? ¿En que piensas?
-En que los chicos de mi aula matarían por estar tan buenos como tu.
¡OHDIOSMÍO! ¿Yo dije eso?
<Duh, seguro que fue el fantasma del baño>
¡Que alguien me busque un filtro verbal, ahora!
<Lo haría pero entonces no sería tan divertido>
Los ojos de Christopher se abrieron al menos tres veces más y una sonrisa salió de sus labios, haciendo que mostrara su dentadura digna de un anuncio de pasta de dientes.
-¿Puedo considerar eso como un cumplido? -Su sonrisa no pensó ni en esfumarse, todo lo contrario, se acentuó más, y pongo mi mano al fuego a que ahora mismo está tratando muy fuerte de no reírse.
Yo asentí en respuesta (en serio, ¿qué otra cosa podía decir?), y bajé mi mirada a lo que queda de mi sándwich en mis manos.
<Parece que el señor silencio incómodo se está paseando.>
Oh, Dios, cállenla.
<No amor, solo tu me escuchas.>
También necesito un filtro mental.
-¿En cuál escuela estudias?
Agradecí el hecho de que el fuera tan educado y considerado como para salvarme de un momento realmente vergonzoso, porque estoy segura de que la mayoría de los chicos no hubieran hecho eso, todo lo contrario, creo que cualquiera en su lugar habría hecho toda una obra de teatro de esto, principalmente porque los chicos tenían un ego del tamaño de Godzilla, aún más los chicos que están conscientes de que su presencia alteraba las hormonas de las mujeres, y por como andaba vestido hace poco Cristopher, yo estoy segura de que el sabe que causa ese efecto en la mayoría de las féminas, y actualmente yo aquí, era culpable de convertir a Godzilla en la capa de ozono.
Aunque normalmente yo tenía un filtro verbal, y las cosas que yo sabía qué eran inapropiado decir, eran drenadas por ese filtro, así que no se que pasa conmigo, porque de ninguna jodida manera habria dejado que esas palabras salieran de mi boca, las pensaba, si, pero ellas jodidamente no salían de mi boca, así que Chritopher puede tomar eso como un cumplido porque de mi boca no saldrá nada como eso de nuevo.
Sentía como si mi filtro se hubiera roto dado que no había dicho todo lo que quería decirle a mis supuestas amigas en el parque porque no quería formar una escena, así que había cerrado el pico, y tragado las palabras, como muchas veces había hecho. Estoy segura de que pronto cagaría un jodido libro.
-Voy a empezar el segundo año del Pre.
-¿En dónde?
Lo miré extrañada, realmente era curioso, y parecía un poco desesperado por saber mi respuesta.
<Biiiipooooolaaaaar>
-En la escuela que esta en la avenida. -Le di el último mordisco al sándwich y mastiqué de forma perezosa, sin gustarme a donde se dirigía ésto.
-Yo también empiezo ahí este año.
BOOM.
Eso fue lo que yo sentí, una bomba cercana, muy cercana. Mi mandíbula se quedó inmóvil y estoy segura de que sí abría más los ojos, éstos saldrían rodando por la meseta.
De momento todo comenzó a carecer de sentido, porque dejé de entender por qué siquiera hablaba conmigo, en serio, ¿por qué un chico como él está hablando conmigo?
Una vez me ocurrió algo parecido, tan parecido que la sensación de déjá vu hizo que se me pusiera la piel de gallina. Un chico lindo me habló, y fue tan agradable, atento y bueno conmigo, y realmente pensé que algo ocurría, al menos así era para mí, y después en la escuela no me pude sentir más estúpida cuando él me ignoró deliberadamente. Había aprendido que él era un idiota, pero que más idiota era yo por creer que dos personas tan distintas podían estar juntas... quiero decir, podía ocurrir, en los libros que leía, porque los chicos de los libros virtuales eran... de otro mundo, pero la realidad no podía ser más diferente, y los chicos lindos no se juntaban con chicas como yo, así que discúlpenme si ahora pensaba que estaba en un universo paralelo.
Cuando volví a la realidad, me di cuenta de que Christopher ni siquiera me estaba mirando ya, estaba observando algo detrás de mí.
Giré mi cuello y busqué lo que ameritaba tanto su atención, y desde la puerta de la cocina nos observaban dos personas: una chica en silla de ruedas, definitivamente era su prima, lo que cierta persona había olvidado decir un pequeño detalle de poca importancia; y una mujer que estaba parada detrás de ella, que nos miraba y no pude descifrar que era lo que pensaba, sin embargo la chica estaba molesta, enojada, se veía en su cara, y en como las aletas de su nariz se inflaban y desinflaban al ritmo de su respiración y en como dirigía su ceño fruncido amenazadoramente hacia nosotros.
-¡Genial! -Dijo, y al instante supe que nada bueno iba a salir de su boca. -Christian y otra de las chicas que se folló.
Y desapareció.
¿Christian y otra de las chicas que se folló?
Y me di cuenta de que esto, tal vez, pasaba a menudo en esta casa, pero yo era nueva en esto, aunque ni siquiera era de esto. Quiero decir, el trayendo diferentes chicas a su casa y teniendo sexo con ellas, y la realidad de que su familia piensa que yo soy una de esas chicas, aunque yo nunca vine aquí pensando en eso, y de que el tal vez me invitó con esa intención.
¿Christian? ¿Qué demonios?
La mujer se quedó ahí parada, y ésta vez sí pude notar cierta vergüenza en su cara.
-Lo siento, Christian, y... -Dirigió su mirada hacia mi, interrogante.
-Vanessa. -Al menos yo no había mentido sobre mi nombre pero, ¿que decía eso de Christian?
¿Por qué siquiera no se molestó en decirme su verdadero nombre? No es como si después yo fuera detrás de él como una chica obsesionada, yo no soy pegajosa.
Dios Santo, me siento tan estúpida.
-Lo siento también, Vanessa, hoy no fue un buen día para ella.
Y también desapareció.
-Yo... creo que debería ver si mis padres llegaron. -Cuando me paré, mis labios empezaban a temblar y había un enorme nudo en mi garganta, las lágrimas estaban estancándose en mis ojos, estaba a punto de llorar, no sé por qué pero hoy no ha sido un buen día para mí, así que creo que me merecía al menos un poco de espacio para llorar a solas.
Salí corriendo de la cocina, luego de la casa. Sentí a Christian gritar mi nombre pero no hice caso alguno, sólo corrí más rápido.
Por suerte para mí (ya era hora de que tuviera un poco en el día), mis padres ya habían llegado a casa. Ya llorando, corrí por el lateral derecho de la casa y subí las escaleras hasta el seguno piso, donde mis padres habían decidido que estarían el dormitorio de mi hermano y también el mío. Cerré la puerta detrás de mí, y en la privacidad de la oscuridad y de la soledad, me recosté a la puerta y me senté en el piso, dejando que las lágrimas corrieran libremente.

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