Symphony

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De un momento a otro, todo se había doblegado en su contra o por lo menos eso pensaba Norman oyendo a Emma gritar con desesperación su nombre mientras la ayudaba a acomodarse en la cama. La cantidad de sangre que estaba perdiendo no era normal y sería casi dificultoso llevarla a la enfermería que se encontraba a una buena distancia de allí sin antes hacerla sentir demasiado dolor a causa del movimiento.

Y aún cuando ella decía que estaba bien y que solo se debía a la emoción, Norman la conocía mucho para saber que mentía. En el refugio poseían grandes cantidades de provisiones y una buena preparación médica pero no la suficiente. Jamás habían traído al mundo a un bebé, a pesar de todo ella lo había terminado por convencer de lo contrario. Emma le regaló las palabras que él esperaba oír y lo llenó del suficiente amor y seguridad que él debería haberle dado a ella.


Norman y Emma habían esperado casi nueve meses el momento. Habían imaginado cada detalle y planificado cada error posible por petición de Norman, quien aún cuando estaba feliz por la noticia de ser padre, no había podido evitar sentirse nervioso e intimidado por el futuro. Si algo llegaba a salir mal y Emma terminaba afectada, estaba seguro que le sería imposible cuidar por sí solo a su hijo, no porque no lo quisiese sino más bien porque le sería imposible verlo y no ver en él a Emma. Y es que desde un principio, aún cuando se había emocionado, también se había planteado si era lo mejor para Emma, pues las múltiples heridas en su cuerpo, mayormente las producidas por el ataque de Lewis, podían afectarla al momento de dar a luz.

- Emma... bajaré rápidamente a buscar a Anna y Gilda -habló rápidamente viendo su gesto doblarse en tristeza- Ellas me ayudarán con el parto -desde el primer momento y después de confirmar su sospecha en relación a la condición de Emma, Norman había investigado y leído todos los libros que pudiesen hablar del tema, pues había decidido que sería él quien se encargará de manejar el parto y de mantener todo al margen.

A Emma le había costado aceptar aquello, pues más allá de todo lo que habían vivido juntos, ella seguía sintiendo vergüenza y más sobre algo así. Pero luego de mucho insistir, Norman había logrado convencerla diciéndole también prepararía a Anna y a Gilda para que lo ayudasen en el momento que comenzará con el labor de parto.

Norman se detuvo en seco al sentirla tirar de su ropa.

- No me dejes... ¡Ahhhh! -gritó Emma al sentir la fuerte contracción que le avisaba que su querido hijo venía en camino.

- Nunca lo haré Emma pero ahora necesito de su ayuda -murmuró con dulzura mientras dejaba un beso en su mano, la cual ahora estaba completamente blanca- Volveré pronto para estar contigo -prometió con dificultad Norman separándose de ella.

- P-por favor... Trae a Ray, él debe estar aquí también -le pidió Emma entre lágrimas en los ojos a causa del dolor- ¡Ahhh!-chilló nuevamente estirando cada una de sus extremidades a lo largo y ancho de la cama.

- Lo que desees -respondió Normsn abriendo la puerta antes de salir corriendo en busca de Anna y Gilda.

A Norman le costó demasiado dejar la habitación, no quería separarse de Emma, sabía que estaba sufriendo por su culpa y lo último que quería era que se sintiese sola.

- Anna... Gilda -las llamó con calma desde la puerta de la habitación que ambas compartían. Sin embargo, y más allá de su fachada calmada y serena, Norman estaba haciendo un esfuerzo colosal por no desmoronarse en aquel momento y llorar con desesperación.

- Mm -ambas muchachas se movieron con cansancio, abriendo de a poco sus ojos que luego se expandieron de sorpresa ante su figura apoyada en el marco de la puerta, y su mirada notablemente llena de miedo-¡¿Ya es hora?! -exclamaron al unísono levantándose de la cama mientras buscaban con rapidez sus respectivos calzados y sacos.

Symphony (One-Shots Noremma) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora