Lo que dice el corazón

Tu bendita existencia

Bendita la distancia que pongo con cada persona que quiere acercarse a mi alma, la misma que evita despedidas y dramas innecesarios. 

Bendita la distancia que impide un último abrazo, un mensaje de despedida y lágrimas de madrugada en una cama fría.

Bendita la distancia que se rompió cuando te vi por primera vez bajo aquel reloj y de pronto te abracé. Maldecir lo que se quebró cuando estaba entre tus brazos sería un pecado porque aquella noche, con el olor a tierra mojada y a café recién hecho, con tu sonrisa bajo la luz de la luna y el abrazo que me diste, me hizo bendecir la distancia que creo cada lazo cósmico que me llevo al bendito día donde te vi dormir por primera vez. 

Maldecir a quien se quiere se lo dejo a los débiles, a esos que cuando les rompen el corazón buscan repararlo con malos hábitos. A esos que maldicen al universo por conocer a la persona que los rompió. 

Y es que dime, cómo maldecir esos hoyuelos que se te forman cuando sonríes; bendita sea tu sonrisa que me recuerda a la luna de aquella noche en donde me di cuenta que te extrañaba sin conocerte. 

Como maldecir tus manos si me haces sentir bendita cuando las ponías en mi cintura para después besarme. No puedo maldecirlas ni aun después de que con ellas enviaste aquel mensaje donde me hacías saber que no me querías de la misma forma que yo a ti. 

Como maldecir tu voz, si escucharla hace que un día malo pase a ser maravilloso; bendita tu voz, esa que en cada llamada me hace sonreír. 

Mi amor, maldecirte sería maldecir cada obra de arte; cada poema y canción que hablan de amor, cada lugar que ha sido testigo de los lazos cósmicos que unen a 2 personas que tiene que estar juntas. Nunca podría maldecir a tu bendita existencia. 

No te maldigo a ti ni a la noche en la que lloré por tu mensaje. Lo que maldigo, es al tiempo que no me permitió llegar antes a tu vida porque mi oportunidad de estar a tu lado se esfumo entre las grietas de tu corazón roto.

 No maldigo al universo por conocerte, lo maldigo porque te está llevando después de que supo que te quiero, después de que vio aquel mensaje en donde te dije que no me iría. Maldigo aquello que te hizo creer que quererte como lo hago es forzado y un simple amorío precipitado.