Capítulo 4: Snape

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El día anterior al partido con Hufflepuff, el viento se convirtió en un huracán y la lluvia cayó con más fuerza que nunca. Estaba tan oscuro dentro de los corredores y las
aulas que se encendieron más antorchas y faroles. El equipo de Slytherin se daba aires, especialmente Malfoy.

—¡Ah, si mi brazo estuviera mejor! —suspiraba mientras el viento golpeaba
las ventanas.

Harry no tenía sitio en la cabeza para preocuparse por otra cosa que el
partido del día siguiente. Entre clase y clase, Oliver Wood se le acercaba a
toda prisa para darle consejos. Lo cuál llegó a ser bastante reconfortante la primera vez que sucedió. Ya que eso no podía significar otra cosa que George no le había mencionado sobre el pequeño desliz de espionaje que tuvo. Pero obviamente esos acosos de parte de Wood terminarían afectandolo; la tercera vez que sucedió, Wood habló tanto que Harry se dio cuenta de pronto de que llegaba diez minutos tarde a la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, y echó a correr mientras Wood le gritaba:

—¡Diggory tiene un regate muy rápido, Harry! Tendrás que hacerle una vaselina...

Harry frenó al llegar a la puerta del aula de Defensa Contra las Artes
Oscuras, la abrió y entró apresuradamente.

—Lamento llegar tarde, profesor Lupin. Yo...

Pero no era Lupin quien lo miraba desde la mesa del profesor; era Snape.

—La clase ha comenzado hace diez minutos, Potter. Así que creo que
descontaremos a Gryffindor diez puntos. Siéntate.

Pero Harry no se movió. Inquieto de que le haya pasado algo a su profesor.

—¿Dónde está el profesor Lupin? —preguntó.

—No se encuentra bien para dar clase hoy —dijo Snape con una sonrisa
contrahecha—. Creo que te he dicho que te sientes.

Pero Harry permaneció donde estaba.

—¿Qué le ocurre?

A Snape le brillaron sus ojos negros.

—Nada que ponga en peligro su vida —dijo como si deseara lo contrario—.
Cinco puntos menos para Gryffindor y si te tengo que volver a decir que te
sientes serán cincuenta.

Harry, enfurruñado, se fue despacio hacia su sitio y se sentó. Snape miró a la clase.

—Como decía antes de que nos interrumpiera Potter, el profesor Lupin no ha dejado ninguna información acerca de los temas que habéis estudiado hasta ahora...

—Hemos estudiado los boggarts, los gorros rojos, los kappas y los grindylows —informó Hermione rápidamente—, y estábamos a punto de comenzar...

—Cállate —dijo Snape fríamente—. No te he preguntado. Sólo comentaba
la falta de organización del profesor Lupin.

—Es el mejor profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras que hemos
tenido —dijo Dean Thomas con atrevimiento, y la clase expresó su
conformidad con murmullos. Snape puso el gesto más amenazador que le
habían visto.

—Sois fáciles de complacer. Lupin apenas os exige esfuerzo... Yo daría
por hecho que los de primer curso son ya capaces de manejarse con los gorros rojos y los grindylows . Hoy veremos...

Harry lo vio hojear el libro de texto hasta llegar al último capítulo, que debía de imaginarse que no habían visto.

—... los hombres lobo —concluyó Snape.

—Pero profesor —dijo Hermione, que parecía incapaz de contenerse—,
todavía no podemos llegar a los hombres lobo. Está previsto comenzar con los hinkypunks...

—Señorita Granger —dijo Snape con voz calmada—, creía que era yo y no
tú quien daba la clase. Ahora, abrid todos el libro por la página 394.—Miró a la clase—: Todos. Ya.

Con miradas de soslayo y un murmullo de descontento, abrieron los libros.

—¿Quién de vosotros puede decirme cómo podemos distinguir entre el
hombre lobo y el lobo auténtico?

Todos se quedaron en completo silencio. Todos excepto Hermione, cuya mano, como de costumbre, estaba levantada.

—¿Nadie? —preguntó Snape, sin prestar atención a Hermione. La sonrisa contrahecha había vuelto a su rostro—. ¿Es que el profesor Lupin no os ha enseñado ni siquiera la distinción básica entre...?

—Ya se lo hemos dicho —dijo de repente Parvati—. No hemos llegado a los hombres lobo. Estamos todavía por...

—¡Silencio! —gruñó Snape—. Bueno, bueno, bueno... Nunca creí que
encontraría una clase de tercero que ni siquiera fuera capaz de reconocer a un hombre lobo. Me encargaré de informar al profesor Dumbledore de lo atrasados que estáis todos...

—Por favor, profesor —dijo Hermione, que seguía con la mano
levantada—. El hombre lobo difiere del verdadero lobo en varios detalles: el hocico del hombre lobo...

—Es la segunda vez que hablas sin que te corresponda, señorita Granger
—dijo Snape con frialdad—. Cinco puntos menos para Gryffindor por ser una sabelotodo insufrible.

Hermione se puso muy colorada, bajó la mano y miró al suelo, con los ojos
llenos de lágrimas. Un indicio de hasta qué punto odiaban todos a Snape era que lo estaban fulminando con la mirada. Todos, en alguna ocasión, habían llamado sabelotodo a Hermione, y Ron, que lo hacia por lo menos dos veces a la semana, dijo en voz alta:

—Usted nos ha hecho una pregunta y ella le ha respondido. ¿Por qué
pregunta si no quiere que se le responda?

Sus compañeros comprendieron al instante que había ido demasiado lejos.

—Te quedarás castigado, Weasley —dijo Snape con voz suave y
acercando el rostro al de Ron—. Y si vuelvo a oírte criticar mi manera de dar clase, te arrepentirás.

Nadie se movió durante el resto de la clase. Siguió cada uno en su sitio,
tomando notas sobre los hombres lobo del libro de texto, mientras Snape rondaba entré las filas de pupitres examinando el trabajo que habían estado haciendo con el profesor Lupin.

—Muy pobremente explicado... Esto es incorrecto... El kappa se encuentra
sobre todo en Mongolia... ¿El profesor Lupin te puso un ocho? Yo no te habría puesto más de un tres.

Cuando el timbre sonó por fin, Snape los retuvo:

—Escribiréis una redacción de dos pergaminos sobre las maneras de
reconocer y matar a un hombre lobo. Para el lunes por la mañana. Ya es hora de que alguien meta en cintura a esta clase. Weasley, quédate, tenemos que hablar sobre tu castigo.

Harry y Hermione abandonaron el aula con los demás alumnos, que
esperaron a encontrarse fuera del alcance de los oídos de Snape para estallar en críticas contra él.

—Snape nunca ha actuado así con ninguno de los otros profesores de
Defensa Contra las Artes Oscuras, aunque quisiera el puesto —comentó Harry a Hermione—. ¿Por qué la tiene tomada con Lupin? ¿Será por lo del boggart?

—No sé—dijo Hermione pensativamente—. Pero espero que el profesor Lupin se recupere pronto.

Ron los alcanzó cinco minutos más tarde, muy enfadado.

—¿Sabéis lo que ese... (llamó a Snape algo que escandalizó a Hermione)
me ha mandado? Tengo que lavar los orinales de la enfermería. ¡Sin magia! — dijo con la respiración alterada. Tenía los puños fuertemente cerrados—. ¿Por qué no podía haberse ocultado Black en el despacho de Snape, eh? ¡Podía haber acabado con él!

Pero Harry ya ni siquiera pensaba en Snape. Solo podía pensar en el profesor Lupin. ¿Cómo se encontraría el? ¿Qué era lo que le sucedía? ¿No había dicho que la poción lo sanaría?

Esa y más preguntas lo carcomian su cabeza. Pero no era como si Harry pudiese controlarlo. Por alguna extraña razón ese extraño profesor era lo único que ocupaba su mente.

Quizá si le daba algo... pensó Harry. Probablemente su mente lo atormentaba por no poder devolverle el favor al profesor que le salvó de ese horrible dementor.

Si... Eso estaría bien, pero... ¿Qué le daba? ¿Qué podría necesitar o querer su profesor de DCAO?

 Profesor Lupin (Harry X Remus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora