Capítulo 2: Permiso

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En muy poco tiempo, la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras se convirtió en la favorita de la mayoría.

Sólo Draco Malfoy y su banda de Slytherin criticaban al profesor Lupin:

Mira cómo lleva la túnica -solía decir Malfoy murmurando alto cuando pasaba el profesor-. Viste como nuestro antiguo elfo doméstico.

Y Harry saltaba a defenderlo, ¿por qué? Ni el mismo lo sabía. Pero le enrabiaba cuando hablaban mal de el.

Quizá era simplemente su complejo Gryffindor de defender al indefenso. Aún que el profesor no tenía nada de indefenso. Para Harry el profesor se movía como un conquistador nato de la escuela, en el sentido de que nadie podía contra el, claro.

Sus siguientes clases fueron tan interesantes como la primera, pero aún así a Harry no lograba grabarsele nada en la cabeza.

Después de los boggarts estudiaron a los gorros rojos, unas criaturas pequeñas y desagradables, parecidas a los duendes, que se escondían en
cualquier sitio en el que hubiera habido derramamiento de sangre, en las mazmorras de los castillos, en los agujeros de las bombas de los campos de batalla, para dar una paliza a los que se extraviaban. De los gorros rojos pasaron a los kappas, unos repugnantes moradores del agua que parecían monos con escamas y con dedos palmeados, y que disfrutaban estrangulando a los que ignorantes que cruzaban sus estanques.

Pero claro, Harry ignoraba todo eso.

☆★☆

El tiempo pasó rápidamente, Ron y Hermione no paraban de pelear por que el gato de esta última no paraba de acosar a Scabbers la vieja rata de Ron. Y Harry no podía estar más desanimado por que no había conseguido el permiso que necesitaba para ir a Hogsmade y no pensaba ir con Mcgonagall a pedírselo.

—¡Ya sé! — exclamó Ron dos días antes de aquella primera salida a Hogsmade. — pídeselo al profesor Lupin. Después de todo, cuenta como tutor y... No creo que se niegue, es demasiado... amable contigo.

Harry se puso colorado por elección de palabras de Ron, daba a entender que era el consentido del profesor Lupin, cuando la realidad estaba muy lejos de ello...

Ese año se estaba volviendo un desastre en la materia y el ojiverde no se sentía capaz de ver a su profesor a los ojos sin sentir vergüenza de si mismo.

— No creo que funcione — le dijo al pelirrojo, pero después de tanta insistencia de su parte, allí estaba.

Con el corazón en la mano y los nudillos en la puerta, tocó apresuradamente. Nervioso. Escucho un suave; «adelante» y se apuró a cruzar el umbral antes de poder cambiar de opinión.

—Harry —–parecía intrigado por su presencia. —¿Qué te trae por aquí? ¿Se encuentra todo bien...?—preguntó con su característica voz aterciopelada.

—Sí...profesor, verá... y-yo — se mantuvo callado unos momentos, intentando calmar sus pensamientos, darles un poco coherencia (por lo menos) en su cabeza . —¿cómo se encuentra...? ¿…ha estado comiendo bien...?

Harry se golpeó mentalmente. Era un terrible, de verdad un espantoso lamesuelas. En ese momento hubiese agradecido ser un astuto Slytherin, un inteligente Ravenclaw, un carismático Hufflepuff pero no... el decidió estar en Gryffindor la casa de la gente que no sabía mentir.

El oji-miel levanto una ceja extrañado y sus ojos brillaron con sospecha, por lo demás permaneció sereno en su lugar.

—He estado perfectamente bien, Harry. Gracias por preocuparte.

Debió haber notado el manojo de nervios que era Harry, por que le indicó que se sentara y le ofreció una barra de chocolate que traía en su bolsillo derecho. El menor acepto gustoso la barra e intentó relajarse.

—De verdad, ¿qué te trae por aquí, Harry? — el pobre chico casi se atraganta con el chocolate cuando escuchó de nuevo la voz de su profesor. Lupin dió unas cuantas palmadas en la espalda del muchacho y acarició gentilmente, esperando que sus vías respiratorias se recuperaran.

Harry jadeó e inhaló una bocanada de aire.

— Profesor Lupin, señor… — empezó a decir Harry una vez que terminó de escupir el chocolate en su garganta — usted sabe que en unos días es el viaje a Hogsmade.

— Ajá — El profesor seguía con una mirada que no revelaba ninguno de sus pensamientos, pero en su mente los mecanismos estaban empezando a girar.

—Mis tíos son muggles y ellos pues... no entienden mucho de todo esto de la mágia, ¿sabe? — «de hecho no entienden mucho a lo que respecta a ser civilizados» se abstuvo a decir.

El oji-miel ya sabía por donde iba la cosa, pero aún así quería ver hasta donde llegaba el niño.

—… así que pueden no haber firmado el permiso—los ojos de Harry brillaban hacia su profesor. Y estaba seguro de que su rostro estaba en llamas pero eso no era importante mientras sumará puntos a su favor con el profesor Lupin. Toda la vergüenza valdría la pena — y pensé que quizá…usted siendo un profesor…y-y una figura de autoridad… n-no sé…  a-así que quizá y sólo quizá… si usted firmara yo podría ir…

Lo miró suplicante. De verdad deseaba ir a Hogsmade. Todos, absolutamente TODOS en su generación iban a ir y no era justo que sólo por sus tíos y un estúpido asesino en serie perdiera la mejor experiencia de su vida.

Y a Remus por un instante le dió pena, pero no podía dejar que el hijo de Lily y James vagara por el pueblo... No estando Sirius suelto.

—No — respondió tajante. No soportaría perder al hijo de sus amigos por una estupidez como esa. El rostro del azabache se descompuso — Lo siento, Harry, pero... no sería apropiado que yo firme esa autorización.

Harry no se había hecho muchas ilusiones al entrar, pero aún así una oleada de humillación lo recorrió cuando vio la mirada de lástima en la cara del profesor Lupin.

Encogió los hombros y hundió la cabeza.

—Bien. Perfecto gracias profesor — dijo con los dientes apretados. Se levantó casi derribando la silla en el proceso y se encaminó a la puerta.

—Harry, espera, necesito que entiendas el por que…

Harry dio media vuelta y miró al mayor. —El por que esta claro, profesor, pero gracias — regreso en sus pasos y vio de reojo como presionaba su tabique entre el pulgar y el índice.

—Harry no hemos terminado de hablar — Harry se detuvo y escuchó como el profesor Lupin avanzaba hacia él. Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando sintió al hombre poner una mano en su hombro e instintivamente inclinó la cabeza hacia el hombre — Lo lamento. Pero no es apropiado que yo firme tu autorización. Ni siquiera soy el jefe de tu casa.

— Pero esa no es la única razón, ¿no es así?

Harry volteó para confrontarlo finalmente. Lupin se tensó y sus ojos volaron hacia el techo.

—No. No lo es. — no continuó pero no era necesario, las palabras no dichas flotaron entre ellos — Pero es la única que importa.

Harry finalmente explotó. No era justo. No era su culpa que Sirius Black hubiese decidido escapar ese año. No era su culpa que sus tíos fueran una mierda de personas. No era su culpa que Voldemort lo hubiera elegido para su pequeño circo y lo dejara como blanco para todos sus seguidores.

—¡Pero no es justo...! ¡TODOS, absolutamente todos irán! ¿Y yo tengo que quedarme atrás? ¡Yo más que nadie tengo derecho a ir! ¿Por qué siempre soy yo quién tiene que sufrir por lo que hacen otros?

—Harry — Remus se frotó las sienes — No está a discusión. No irás. Punto final.

Indignado, se levantó y después de azotar el chocolate con fuerza en la mesa se fue azotando la puerta.

— Igual de berrinchudo que James — Remus suspiró y se sentó en su escritorio apesumbradamente.

 Profesor Lupin (Harry X Remus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora