Prólogo

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A los cinco años, se le salió su primer diente. Se entusiasmó y les fue a decir a sus padres:

Niño: mamá, papá, miren ¡se me salió un diente! Lo pondré de bajo de la almohada y el hada de los dientes me dejará dinero.

El padre bajó el periódico con fastidio y su madre lo ignoró mientras hablaba por teléfono con una de sus vecinas. El hombre se acercó al chico y le arrebató el diente para luego lanzarlo por la ventana al patio:

Padre: si lo encuentras seguro que el hada te deja un billete jajaja.

El niño salió corriendo al patio a buscar su diente, estuvo mucho rato buscándolo hasta que vio una cosa chiquitita y blanca la cual reconoció como su dientecito.

Entró a su casa y puso el diente bajo la almohada, esperó a que se hiciera de noche y se acostó. Al día siguiente, el chico miró bajo la almohada y miró si había algo.....

Pero no había nada....

Las siguientes tres veces que se le salió un diente también los puso bajo la almohada...y no pasó nada.....

Así el chico dejó de creer en el Hada de los dientes.

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Era una fría noche de Navidad, todos los niños esperaban con ansia sus regalos, los padres les leían cuentos a la luz de la chimenea y las cenas estaban atiborradas de cosas deliciosas.....pero en una casa, un niño de seis años se encontraba encerrado en su cuarto mirando por la ventana mientras esperaba ver al famoso Santa Claus.

Niño: ¿habrá recibido mi carta? Yo sé que le puse la dirección correcta ¿Quien no sabe dónde queda el polo norte?

Abajo se podían oír risas y choques de vasos al hacer un brindis, pero el niño no bajaba porque ya sabía que no era bienvenido en aquel lugar. Los invitados lo saludarían, le darían dulces o alguna cosa bonita, sus padres le sonreían con esfuerzo y le pedirían "amablemente" que subiera a su habitación, los invitados dirían:

"Noo, dejen que el niño se quede, es navidad, una festividad para estar en familia."

Y los padres accederían con dificultad. Una vez se hubieran ido todos, el padre se sacaría el cinturón y lo castigaría a golpes por haberles "arruinado" la noche.

No, él definitivamente no quería que eso se repitiera, pero ésta vez, tenía la esperanza de que Santa si le diera lo que él le pidió.....

Pero eso nunca pasó y a los siete años, el niño dejó de creer en la Navidad.....

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A los siete años, el niño salió con una canasta a su patio para buscar huevos de pascua, había nieve, pero no mucha así que tenía la esperanza de que pudiera encontrar alguno.

Sus padres no le dejaron ir con sus amigos al parque así que se dedicó a buscar en su casa.

De vez en cuando, lo miraban por la ventana con una sonrisa, el niño pensó que era porque estaban de buen humor y él se estaba portando bien....la inocencia es tan bella y peligrosa a la vez.

Busco de bajo de arbustos, debajo de la casa, encima de los árboles y cerca de la casa vacía del perro.....

Pero solo encontró cascarones rotos.....

Era la tercera Pascua que pasaba eso....

A los nueve años, el niño dejó de creer en la Pascua...

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Cada noche era lo mismo, empezaba bien, terminaba sudando y respirando agitada mente. A los diez años las pesadillas eran una costumbre, pero eso no quería decir que fuera mejor y que dejaran de asustarlo.

Siempre empezaba con que estaba con sus padres. Todo era feliz, lo trataban bien y su madre le preparaba el desayuno....

pero luego, algo hacia mal, siempre, siempre cometía un mísero error....

Y eso desataba lo peor...su madre empezaba a gritarle cosas horribles y le lanzaba todo lo que estaba a su alcance, luego su padre se levantaba y empezaba a golpearlo con el cinturón....

A los diez años, dejó de creer en los buenos sueños y a los once encontró la manera para no tenerlos....

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Odiaba el invierno. Cuando éste llegaba, además de las tareas del hogar era él el que debía sacar la nieve de la entrada, limpiar las canaletas y descongelar la acera.

Los video juegos, salidas con amigos o actividades sociales estaban completamente descartadas. Era obvio que no tenía tiempo para eso.

Siempre terminaba con las manos heladas y magulladas. Los pies fríos y dolor de trasero por tanto resbalarse en el hielo.

Se agarraba un catarro y la mayoría de las veces le daba fuerte, él era muy sensible a las bajas temperaturas y eso era contraproducente para él ya que su madre no le iba a hacer un caldo de pollo o un jugo de naranja para que se mejorase.

Él se debía valer por sí mismo y si faltaba una tarea por hacer, la más mínima.....bueno, sus padres se encargarían de que se arrepintiera......

Y gracias a eso, el chico dejó de creer en la diversión....

Cualquier magia que existiera él la descartó callendo en la fría soledad donde lo máximo que podía hacer era obedecer a sus padres y sobrevivir, era lo único que le quedaba y definitivamente la magia y esas estupideces ya no formaban parte de su vida.

Él....ya no creía....

Yo no creo... [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora