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Era el nuevo.
Jungkook odiaba aquella sensación de aislamiento, todos los ojos posados sobre él con curiosidad, estudiándole, juzgándole.
Odiaba ser el nuevo.
Lo peor era que ese exceso de atención no garantizaba hacer amigos. Al contrario, nadie se acercó a hablarle en todo el día, hasta que aquel chico de cabello rubio y labios gruesos se sentó con él en la clase de historia y le tendió la mano.
—Soy Park Jimin, un placer —le dijo mientras Jungkook estrechaba su pequeña mano con confusión.
—Eh... S-soy Jeon Jungkook —respondió sorprendido de que alguien le hablara.
Jimin le dedicó una sonrisa tan reluciente que el corazón del pelinegro se derritió al instante.
—Vi que llevabas una camiseta de Dragón Ball y decidí que tenías que ser mi mejor amigo —comentó el rubio haciendo que Jungkook bajara la vista hacia su propia camiseta.
Le dedicó una sonrisa divertida a Jimin.
Que chico tan curioso.
Las clases continuaron, y Jungkook se alegró al comprobar que gran parte de sus asignaturas las compartía con el rubio.
Hablaron durante horas. Jimin le hacía reír y morir de ternura todo el tiempo. Jungkook se sintió tan cómodo con él que le habló sobre los problemas económicos de su madre, sobre cómo había tenido que mudarse de la gran ciudad a aquel pequeño pueblo perdido en medio de la nada.
Durante los días siguientes incluso había invitado a Jimin a la pequeña casa en la que vivía ahora, situada en medio del desierto, sin nadie más a kilómetros a la redonda.
—Podrían cometer un asesinato aquí y nadie se daría cuenta —comentó Jimin el primer día que estuvo allí, viéndo el paisaje solitario a través de la ventana.
—Me alegra que te guste mi casa, Minnie —respondió Jungkook con sarcasmo provocando una adorable risa por parte de rubio.
En aquellos días que compartió con Jimin, su corazón había estado retorciéndose en su pecho cada vez que el chico sonreía. Su cuerpo se sentía frío cada vez que el rubio pasaba su lengua sobre sus labios y su pulso se disparaba cada vez que éste tomaba sus manos o acariciaba su rostro.
¿Le gustaba Park Jimin? ¿Cómo podía saberlo? Se conocían desde tan sólo unas semanas.
Sin embargo, la presencia del rubio hacía que toda aquella transición, que su nueva vida en aquel pueblo de mala muerte, se sintiera jodidamente bien.
Jimin era cálido. A Jimin le gustaba abrazarle y acompañarle a todas partes. A Jimin le gustaba besar su mejilla como si fuera un juego, cuando para Jungkook no era un juego para nada.
Oh...
Tal vez...
Tal vez sí le gustaba Park Jimin.
Estaba jodido.

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—Estás jodido.
Jungkook levantó la cabeza para mirar a Jimin, el cual se estaba sentando a su lado en aquel momento, ya que había llegado tarde a biología.
—¿Estoy jodido? —cuestionó el pelinegro repitiendo las palabras de su amigo.
Jimin se acercó para susurrar en el oído de Jungkook, sin ser consciente de que todos los cabellos del cuerpo del contrario se erizaron por la cercanía.
—Hobi hyung me dijo que en tu clase de filosofía está Kim Taehyung, y que se fijó en ti el otro día —susurró haciendo que el corazón de Jungkook se acelerara al sentir el aliento del rubio contra su piel.
Hoseok, es decir “Hobi hyung”, era un amigo de Jimin con el que solían sentarse a comer en la cafetería.
No le gustó demasiado la confianza que Hoseok tenía con Jimin (le llenaba la cabeza de besos cada vez que podía), hasta que conoció a Yoongi, el novio de Hoseok.
¿Era un celoso?
La respuesta era un rotundo sí.
—¿Quién mierda es Kim Taehyung? —preguntó cuando su neurona se recuperó del colapso que la cercanía de Jimin le había provocado.
El rubio se mostró sorprendido ante su ignorancia, poniendo sus labios en forma de “o”, haciendo que la recién recuperada serenidad de Jungkook se fiera a la mierda por los preciosos y rosados labios de Jimin.
—Es el psicópata del instituto, dicen que mató a su madre y a su hermano cuando tenía doce años y que el año pasado descuartizó al perro de Jihyo cuando se perdió en el campo —habló el rubio provocando que Jungkook hiciera una mueca.
—No creo que estuviera en el instituto si hubiera hecho todo eso.
Jimin resopló.
—Estuvo un par de años en un correccional, luego le trajeron aquí con una familia de acogida —explicó el rubio agitando su mano para restarle importancia —. El punto aquí, es que se fijó en ti, Kookie. Todos dicen que serás su próxima víctima.
Jungkook simplemente le miró como si fuese un lunático.
—Por el amor de Dios, Minnie, él no me va a asesinar —habló con diversión, ya que los desvaríos de Jimin le estaban haciendo mucha gracia.
—Yo no he dicho que te mate, tal vez te torture en medio del desierto o algo así...
—Oh, cállate ya Jiminnie.
El rubio sólo le dedicó una mueca burlesca que hizo sonreír al pelinegro en sobremanera.
Mientras, en los pasillos del instituto los alumnos murmuraban y se lamentaban de las cosas horribles que le pasarían al pobre chico nuevo después de situarse en el punto de mira del psicópata de Kim Taehyung.
Sin embargo, las semanas continuaron pasando con normalidad.
La atracción que Jungkook sentía hacia Jimin fue aumentando con en paso de los días, cada sonrisa, cada toque, cada palabra haciéndole caer cada vez más por el rubio.
Y Taehyung observaba.
Observaba todo siempre desde la distancia, admirando los brillantes ojos del chico nuevo, más sin acercarse a él, temiendo que volvieran a saltar las alarmas sobre “la nueva víctima del psicópata”.
A él solo le gustaba admirar la sonrisa de Jungkook. Su nariz arrugándose al igual que las esquinas de sus ojos.
Tan bonito.
Por desgracia las alarmas volvieron a saltar aquel día, cuando un Taehyung demasiado concentrado en el libro que estaba leyendo no vio al chico que se cruzó en su camino, provocando un escandaloso choque que hizo que los libros y cuadernos de ambos se desperdigaran por todo el suelo.
—L-lo s-siento mucho —murmuró sin atreverse a alzar la cabeza, su cabello castaño cubriendo su rostro, mientras intentaba alcanzar sus cosas en el suelo —. D-de verdad, n-no veía p-por dónde iba.
—Está bien.
Alzó la cabeza de golpe al escuchar aquella voz amable, provocando que sus ojos castaños chocaran con aquellos grandes ojos oscuros.
Vaya.
Había una preciosa sonrisa plasmada en el rostro de Jungkook, y Taehyung simplemente no podía procesar que esa sonrisa iba dirigida a él.
Vaya.
—No pasa nada, creo que la peor parte del golpe te la has llevado tú, ¿estás bien? —cuestionó el pelinegro posando una mano sobre el hombro del castaño.
La gente que observaba en los pasillos comentaba incrédula la actitud suicida del nuevo.
Al fin y al cabo, ¿qué clase de idiota se pone a conversar con un asesino?
—S-sí, bien... —intentó responder Taehyung, pero las palabras murieron en su boca cuando vio que Jungkook sostenía en su otra mano el libro que estaba leyendo hasta hacía un minuto.
El pelinegro alzó el libro para tendérselo.
El Médico, es un gran libro —comentó, haciendo que el castaño le mirase por un momento sin ser capaz de moverse.
, es un gran libro —quiso decir—.
Me alegra que lo conozcas, te escuché hablar en filosofía y me pareció que eras una persona muy interesante, me encantaría hablar más contigo.
Pero no lo dijo.
Solo alcanzó a murmurar un “gracias” mientras recuperaba su libro y salía corriendo lejos del pelinegro.
No podía dejar que vieran al chico nuevo hablando con él de nuevo, Jungkook no se merecía aquel desprecio.

BAD [Taekook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora