Prólogo

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-... La niña ha sido maltratada e inclusive su padrastro la llegó a tocar –la señora puso cara de horror–. Es muy buena, a pesar de todo lo que le ha pasado es muy noble, no pelea, no busca peleas. Pero más que nada, tiene pesadillas por la noche y no hay quien la calme –les dijo Maggie–. Claro también tiene lo suyo, si le buscan le encuentran –me miro–... y creame, no le gustaría saber como es ya enojada.

El señor me miro con curiosidad.

-¿Cuál es tu nombre? –me pregunto la vieja esa, pero no le respondí.

-Es una joven de pocas palabras...

-¿Dónde está el trámite? La quiero como mi hija –hablo aquel hombre que irradiaba por donde sea elegancia, respeto y temor; pero para mi me la sigue sudando sea quien sea.

De aquí nadie me saca, hasta que sea mayor de edad me iré por mis propios ovarios.

-Sigame por favor –le dijo Maggie a ese par.

-No quiero irme con ellos, no por ahora –dije muy bajito, el par ese no me escucho en cambio Maggie si lo hizo y me miro mal.

Ellos no eran los primeros en venir a verme y preguntar por el papeleo de adopción, en cambio siempre me niego rotundamente. Ya a esos que me llavan a la fuerza, pobres...

-Hablaré con ella, has el papeleo cariño –dijo aquel impotente hombre. Me miro.

Alze una seja, por el momento no diré nada.

-Mira Nina, mi mujer quiere un bebé que sea de nosotros...

-¿Qué carajos hacen aquí entonces? –pregunté entre dientes.

-Lo que sucede es que no lo podemos tener, no por ahora. Queremos a una pequeña princesa o pequeño macho alfa como su padre –sonrió con orgullo–. Pero mi trabajo no me lo permite, estaría en peligro desde el primer momento en que diga una simple hoja positivo, sin embargo decidimos adoptar a alguien con carácter y huevos suficientes para que me ayude en mi trabajo y claro, que no se deje de nadie y de nada –sonrió abiertamente– ¿Qué dices Nina?

-Me parece interesante –sonreí.

-No se diga más.

Salió y cerró la puerta tras de él.

No amor, No caricias. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora