One-shot's [Katsuki Bakugo x Lectora]

6. Amarte solo a ti.

[King!Katsuki bakugo x Plebeian!Reader]

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Los pueblos se habían unido ante el sonido de las campanas. Una sonrisa alumbraba en el rostro de la hermosa pareja, sin que notaran como era tan solo una mascara para la infelicidad que había en aquel matrimonio. Y los secretos que acarreaba aquel compromiso.

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Bakugo guardó sus comentarios agresivos y simplemente comenzó a comer con su ceño totalmente fruncido. Tratando de ignorar los comentarios de su madre mientras las risas incómodas de Ochako lo tensaban. Miró de reojo a la castaña, notando su sonrisa fingida, también el como apretaba la falda de su vestido con sus manos.

Una hermosa pareja, un amor infinito y sonrisas verdaderas era lo que rodeaba todo el reino. Sin embargo, en el palacio rondaba la más pura verdad. Ese matrimonio que uniría a los reinos y donde se mostraba un amor real era todo un teatro donde los protagonistas no se amaban y un corazón ya había sido entregado a un simple plebeyo.

A Katsuki no le molestaba, después de todo él no amaba a aquella princesa.

Él ya tenía a quién amar.

Fue mucho antes que su madre llegara con tal noticia, y por supuesto aunque no muy de su estilo decidió callar. Pues la vida de lo que más amaba peligraba.

Aceptaría el hundirse en un matrimonio que sabía no tenía futuro y siempre sería una carga para ambos. Hundirse en la infelicidad mientras añoraba los brazos de alguien que sí deseaba, y que sí deseaba pasar noches con ella.

 Del enojo y frustración bebió de aquella copa de vino de golpe, encontrándose con los ojos filosos de su madre, advirtiéndole con la mirada que NO hiciera una escena en ese instante, mucho menos frente a los padres de Uraraka. Su ceño se asentó más, no estaba para nada contento y por supuesto que no soportaría el que le estuvieran diciendo cómo debía comportarse. Le importaba un huevo y medio lo que ellos pensaran en ese momento. Así que con la brusquedad y firmeza que lo caracterizaba se levantó de aquel asiento y con su capa ondeando salió azotando la puerta. Rechinando los dientes mientras apretaba los puños al escuchar los llamados enojados de su madre.

Comenzaba a desesperarse y aún no había comenzado aquella farsa.

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Allá en lo más alto del monte del imperio Ylaria se encontraba una hermosa casa, llena de jardines donde se cultivaban las más hermosas frutas y por supuesto grandes y coloridos vegetales. El césped se alzaba y brillaba gracias a la luz solar. La casa era adornada por hermosas flores y por supuesto el ganado se escuchaba en el corral detrás del hogar. Era perfecta para una gran familia. 

Katsuki se sintió ansioso al ver la casa, se quitó de encima la capucha que cubría su cabello y rostro y miró con una ligera sonrisa el distraer de cierta persona.

----Oi, Katsuo ----. Llamó el de ojos carmesí, sin borrar aquella sonrisa.

Sin siquiera pasar un minuto un pequeño niño de cabello ceniza ya se encontraba corriendo hacia él.

----¡Papa, estás en casa!---- exclamó el pequeño mientras saltaba a sus brazos.

Katsuki lo cargó y con una sonrisa donde mostraba su orgullo comenzó a caminar hacia la casa. El pequeño Katsuo apenas tenía cuatro años y ya comenzaba a hablar a la perfección. Tan listo como su padre. Cuando el cenizo mayor se acercó con su hijo en brazos alzó una ceja al acercarse cada vez más. Que extraño... Casi siempre salías a recibirlo.