Capítulo 10

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—¿Quieres ir a mi fiesta esta noche?

Una sonriente Sandy está al frente de mí, con una invitación de color lila extendida hacía a mí. La tomo con el ceño fruncido, pero me doy cuenta de la fecha y recuerdo que es para celebrar su cumpleaños. Está con una fina caligrafía el remitente, la dirección, la fecha y el destinatario. También le entrega una a Abril, ella deja de comer su ensalada y coge la tarjeta de invitación.

—Claro que iremos. ¿Es formal o…? —pregunta Abril. Sandy le sonríe y revisa las invitaciones que le quedan.

—Creo que será… formal. Sí, formal. Ya sabes, cumplo mis dieciocho. Y me gustaría verlos a todos elegantes.

Yo asiento con la cabeza. No me gustan las cosas formales. De seguro que le pediré un vestido a Abril, que ama los vestidos, los tacones, cosas por el estilo. Yo lo único que tengo en mi clóset son pantalones, cinco pares de zapatillas, remeras con estampados y jerseys. No tengo ningún tipo de tacones y mi mamá desde que se divorció de mi papá no va a fiestas elegantes ni nada, no se viste como solía hacerlo.

—¿Irás a mi casa hoy día? Quiero que vayas perfecta.

Evito frotarme los ojos y soltar un suspiro. Odio eso. Pero creo que lo haré por Abril. Ella quiere ir y tendré que aguantarme todas sus mañas, las salidas a la peluquería, las horas de estar probándome montones de vestidos, zapatos, el maquillaje. Simplemente: una muy horrible forma de perder el tiempo.

La última hora de literatura se me pasa volando. Justin hoy no se quedaba a reforzamiento, por lo que sale más temprano. Lo extrañaba. Ya no se sentaba tan seguido al lado mío, porque ahora Abril le quitó su puesto y también porque… bueno… está con Sandy. Tocan el timbre de salida y Abril me toma de la mano, arrastrándome por los pasillos del instituto hasta llegar a su coche. Ruedo los ojos mirando hacía otro lado y la rubia conduce hasta el centro de la ciudad. “Ahí hay millones de peluquerías” pienso.

—¿No quieres hacerte algo en pelo? ¿Algo nuevo? —pregunta rompiendo el silencio al ver mi cara de disgusto al pasar por los centros de belleza. Frunzo los labios y la miro.

—No… no creo. Prefiero… no sé, que me corten las puntas. Pero que me dejen con el cabello normal.

Abril afirma y me dice que se quiere teñir unos mechones más oscuros. Le insisto que su hermoso rubio natural va a quedar hecha una porquería. Se encoje de hombros y se queda con la duda mientras entramos al centro de belleza de una prima de ella. Aproximadamente estamos unas dos horas en aquella peluquería, Abril se emociona con todo, hasta me ruega que nos hagamos manicure. Mi cabello queda bien, con las típicas ondas que me gustan y me queda un poco más corto que lo normal, más debajo de los hombros. Abril me hace caso y no se tiñe, sólo se lo lava y se hace un corte liso.

Me niego a pasar a almacenes llenos de caros vestidos, Abril se queja, pero me dice que realmente tiene los suficientes vestidos para poder escoger uno para mí y uno para ella. Manejamos hasta su casa y saca todos los vestidos del armario.

—Primero elegiremos el tuyo. —Dice, colocando todos los vestidos en una hilera sobre la cama—. ¿De qué color los quieres?

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