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Prólogo

-¡Muévanse, muévanse! No los dejen escapar -gritó Peggy disparando hacia los cuidadores de aquella institución-. No disparen a las niñas. Vamos.

Habían encontrado la conocida y misteriosa habitación roja. Era la última misión opcional de Peggy antes de su jubilación, no podía quedarse atrás. Finalmente habían dado con la Madame B. Y ella no hubiera dudado un segundo en meterse en medio a dirigir aquella misión.

-¡Está escapando, está escapando! -la agente siguió esas voces y llegó a una sala donde unas pocas niñas de entre 10 y 16 años aproximadamente, con trajes de ballet, intentaban desarmar a los agentes.

Una destacaba por el resto, más que por su rojo cabello, por su forma tan letal y salvaje de moverse, y al mismo tiempo con la gracia de una bailarina de ballet.

Luego de que uno de los agentes la golpeara con el mango de su arma, ella quedó tumbada en el suelo, sin durar mucho. Cuando apenas divisó a la agente Cárter, corrió hacia ella con odio desmedido e intentó quitarle el arma, agarrándose, cual araña atrapando su presa, a su brazo. La mayor logró tirarla al suelo y posicionó su codo en el reverso del cuello para inmovilizarla.

-No quiero hacerte daño -exclamó la mayor sin dejar su agarre. La niña finalmente dejó de luchar, pero su respiración casi de animal asustado se escuchaba en sus jadeos-. No tienes que atacar, sólo queremos ayudar, ¿si? -a pesar de no entenderla, le calmaba su voz suave hace mucho que no escuchaba una así.

El resto de las niñas estaban con guardia arriba, pero más tranquilas.

La pequeña pelirroja dejó de forzar el cuerpo, y Peggy decidió separarse y soltarla.

-¿Ves? Ya no tienes que pelear. Estás a salvo -la mujer guardó su arma y se arrodilló frente a la pequeña, ayudándola a levantarse-. ¿Cuál es tú nombre?

-Natasha... Romanoff -dijo suavemente, con aquel acento ruso que caracterizaba a cada niña de la habitación roja.

-Natasha, qué lindo nombre -le sonrió. Le ofreció su mano-. Mientras estés junto a nosotros, estarás a salvo. ¿Quieres ir con nosotros a S. H. I. E. L. D?

La pequeña asintió y la tomó de la mano.

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Tuve esta idea por un post en Tumblr. No sé si tenga futuro, pero tenía que escribir algo al respecto.