II

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    –Un, dos, tres. Один, два, три. Un, dos, tres. Один, два, три.

Natasha le estaba enseñando a bailar ballet a Tony, con la melodía de piano que él mismo había interpretado y grabado.

Había pasado más de un año, y Natasha ya podía hablar bastante inglés a pesar de tener su acento. Y Tony había aprendido mucho más ruso y baile por las lecciones de su amiga.

Aunque tenían que hacerlo a escondidas. A Howard no le gustaba que su hijo practicara Ballet. En cambio, otro adulto de la mansión le encantaba ver a los chicos felices.

    –Aquí tienen las galletas que pidieron.

    –Asombroso. ¡Gracias Jarvis!

    –Cuando quiera, joven Tony —el mayordomo dejó las galletas encima de una mesa—. Tengo que decirles que han mejorado mucho últimamente.

    –¿Verdad? Todo gracias a ella —mencionó Tony causando un leve sonrojo en las mejillas de Natasha mientras masticaba la galleta.

    –No fue nada —dijo ella tímidamente.

Jarvis los miraba con una calidez que sólo un padre podría demostrar. Orgulloso de aquellos dos revoltosos niños y felices de que ambos se complementaran como hermanos y mejores amigos.

Aunque no dijo nada, y se retiró por donde había llegado.

    –¡Sigamos! —exclamó Tony animada mente luego de que ambos se acabaran la merienda. Natasha asintió y se propusieron seguir practicando.

Todo era risas y juegos, hasta que la voz molesta de un adulto se hizo presente, estremeciendo más que nada a Tony.

    –¡Anthony Edward Stark! ¿Qué crees que estás haciendo?

    –Pa-Papá, ehh, n-nada. Estaba practicando tocar el piano —Tony estaba temblando. Miró por detrás de su padre, allí estaba su madre, pero ella desvió la mirada.

    –Necesito un trago —creyó oír murmurar a su madre mientras desaparecía por la puerta del pasillo.

    –¡No me mientas! Sabes que no me gusta que me desobedezcan —Tony tenía miedo, pero procuró alejar a Natasha al empujarla suavemente detrás de él.

Ella también tenía miedo, recordó sus días en la habitación roja, y cómo Madame B. Le gritaba al igual que todos sus ex-mentores.

Jarvis y otra de las empleadas llegaron a la escena por los gritos.

    –Yo no... ¡Yo no le veo nada de malo! —replicó Tony.

Un estruendo sonó por toda la sala y causó un inmenso e interminable silencio.

    –¡Señor Stark! Deténgase por favor —habló Jarvis levantando la voz e interponiéndose entre el adulto y su hijo. La empleada se aseguró de mantener a Natasha a raya y a salvo. El mayordomo sintió el aroma a alcohol que desprendía su jefe—. Vamos, señor Stark. Ha tenido un día largo, debería ir a recostarse.

Howard lanzó un gruñido de pereza, murmuró un insulto y salió de la sala diciendo en voz alta.

    –Llama a Carter para que se lleve a esa niña.

De nuevo silencio.

Unos pequeños sollozos se escucharon. Tony se acariciaba su roja mejilla por la cachetada mientras intentaba no llorar.

Jarvis intentó tocar su hombro, pero él lo quitó de un movimiento brusco y salió corriendo a su habitación. Sólo se escuchó el portazo de su puerta.

ᏒᎬᎠ ᏢᎪsᏆ. ᏁᎬᎳ ᏢᏒᎬsᎬᏁᏆDonde viven las historias. Descúbrelo ahora