Acto 4

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Pronto, por una de las esquinas del escenario, comenzaron a aparecer las tres hadas.

Una hada de alta estatura, vestido azul marino brillante, una peluca negra, con un molote en lo alto, y anteojos.
Su caminar era firmé y formal, sin mencionar los tacones que lucía con naturalidad.

Otra más pequeña... Demaciado pequeña, a comparación con la primera.
Esta caminaba muy coqueta y se contoneaba de un lado a otro, como presumiendo su hermoso vestido, y su "figura"

La tercera se veía un poco más normal.
Lo único raro en él, era que se cubría la cara y jalaba su vestido, tratando de cubrirse las piernas.
No podían verlo con claridad, pero su rostro estaba completamente rojo de vergüenza.

Pronto un flash los tomó por sorpresa, pero decidieron no prestarle atención.

Y claro, los murmullos en el público tampoco se hicieron esperar.
Tres chicos vestidos de hadas, era bastante extraño.

- ¿Que clase de obra es esta Aizawa? - Pregunto Sekijiro, burlándose de aquellos muchachos.

El pelinegro bajo la mirada, avergonzado.
- Sabía que no funcionaría - Susurró, moviendo la cabeza con desaprobación.

- Yo no veo nada malo - Respondió el rubio que estaba a su lado - Es bastante normal que haya hombres que interpreten papeles femeninos en el teatro...

Era normal que Yagi tratara de reconfortar a su querido Aizawa

Mientras, Kaminari sentía que se moría de vergüenza, ya que había quedado justamente frente al pelirrojo.

Quien estaba sorprendido al ver a su compañero con aquel entallado vestido de lentejuelas doradas.

Minutos antes, por aquella situación tan ajetreada, no se habían percatado de la apariencia de su compañero.
Así que, verlo con esa ropa le pareció bastante extraño.

Levantó la ceja, con incomodidad.
Ver a su amigo sufrir por estar vestido de esta manera, le causó un poco de lastima.
Aún así, se percató de qué, aunque
Kaminari no era el único chico vistiendo ropa de mujer, era al único de quién no podía apartar la mirada.
Era una situación demaciado extraña para el dientes de tiburón.

- Sus majestades - Comenzó Iida - Hemos venido para dar nuestras bendiciones a la pequeña princesa -
Se acercó a la cuna y continuó.
- Hermosa pequeña, pido que siempre seas amada por todo aquel que te conozca y estés siempre rodeada por personas de buen corazón -

Era una buena interpretación, pero dicha con su característica voz seria, parecía que se trataba de un discurso político.

Era turno de Kaminari, quién a paso lento, se acercó también a la cuna.

- P-Pequeña princesa, yo pido por... - Sus piernas temblaban.
Eran demasiado obvio su nerviosismo
- P-Por que sepas gobernar con justicia y valor.
Que tus decisiones sean siempre en favor de gente y haya siempre paz en corazón -

Kaminari podía ser un idiota la mayoría del tiempo, pero en ese momento trataba de tener el mismo valor de todos sus compañeros, para actuar frente a tantas personas.

Era turno de Mineta, llegó junto a la cuna y trato de asomarse al interior.

- ¡Esa estúpida hada enana ni siquiera puede ver dentro de la cuna! - Se escuchó la inconfundible voz irritante de Monoma - ¡Mejor lo hubieran puesto como la supuesta mocosa! -

Mi Bella Durmiente [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora