Noches de tortura

570 53 16
                                    

Espero disfruten del nuevo capítulo.

Con Raphael...

Después del descuido de su padre fue sujeto con gruesas cuerdas con la intención de inmovilizarlo, dejandolo tirado en la parte de atrás del auto mientras decidían el destino de este, sin ningún temor a que el pequeño pudiera escucharlos.

—¿Entonces? ¿Lo vendemos a un restaurante chino?—preguntaba con curiosidad el de ojos grises, observando a su compañero conducir a su destino.

—Nah, ellos jamás pagarían tan buena cantidad, quizás si lo vendemos a gente que organice peleas clandestinas con animales nos serviría, podrían entrenarlo o mejor, si no sirve, servirlo como un banquete para que esos animales disfruten desgarrar—respondió su compañero sin ninguna pizca de remordimiento.

Raphael no paraba de mirar todo a su alrededor con terror, estar en estas condiciones lo alteraba demasiado además de escuchar todo aquello, que a pesar de no tener ninguna idea de a que se referían esos sujetos, sabía que no era nada bueno para él.

Él en el fondo de su corazón todavía guardaba la esperanza de que su padre vendría en su rescate, que ya en sus brazos podría pedirle perdón y recibiría sin ningún reproche su castigo, porque no le importaba, solo quería sentirse seguro.

—Pero mientras buscamos quien lo compre, ¿qué haremos con él?—preguntó de nuevo el muchacho de ojos grises.

Eso provocó en Raph un gran escalofrío, tensandose debajo de aquellas ataduras. Rogando porque no fuera tan malo.

—Hmmm lo tendremos enjaulado y amarrado, no sabemos siquiera que es lo que es, pero si nos da problemas...—se dibujó una sonrisa retorcida— No dudaremos en enseñarle a ese fenómeno quien manda.

Esto causó que riera compartiendo la misma sonrisa que su compañero, dirigiendo su mirada hacia Raph.

Como ansío dejarselo en claro, ya tengo unas ideas para él.

Raph cerró sus ojos con fuerza ante esa amenaza, podría imaginarse todo aquello que podrían llegar a hacerle, las lágrimas no duraron tanto en asomarse por sus ojos, pero él quería parecer fuerte ante su agresor, sabía que sí demostraba miedo podría ser peor... a pesar de ya querer estar muerto.

———————

Alrededor de unos 30 minutos más, el auto se detuvo en un callejón ya bastante solitario; el ruido del motor se apagó y las puertas fueron abiertas dejando a los dos sujetos salir despreocupadamente, esto alertó más a nuestra tortuga, quién en ningún momento del trayecto dejó pasar cualquier detalle.

Pronto divisó como unos ojos azules se acercaban a la parte trasera del auto para así abrir la puerta frente a él y dejarlo completamente expuesto. Raph tragó fuerte al sentir sus piernas temblar, que no ser por las ataduras se notaría fácilmente.

—¿Qué pasó renacuajo? ¿Viste al Coco?—decía el muchacho gozando del terror demostrado por el pequeño, sabía que podía hacerle lo que quisiera y aún así, nadie lo detendría.

Sin ningún cuidado tomó fuertemente una de las cuerdas usadas en las muñecas de Raph para sacarlo, alzandolo de ese extremo mientras cerraba el auto.

A-au...

Un pequeño quejido de dolor salió de la garganta de Raph, las cuerdas en sus manos aplastaban por completo su circulación al ser alzado como cualquier animal en exhibición, siendo su peso el mayor causante de su dolor.

Las alarmas del auto sonaron indicando el cierre de este, siendo rápidamente llevado por el mayor al dirigirse a lo que creía que era su "escondite", llegando a marearse por el balanceo que tomaba al ser llevado de esta forma, haciendo así que el tamaño de sus heridas cada vez aumentase más.

Una gran mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora