I. Vitti 'na crozza

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Milano, Italia - El Stadio Guiseppe Meazza. Uno de los mas famosos estadios de fútbol en el mundo.

Había algo muy mal. No había ruido. Los cánticos de fanáticos, los gritos de los vendedores, la policía intentando mantener el orden. A esta hora del día, el estadio no estaba silencioso.

Especialmente en el día de un partido -donde los locales se enfrentarían en un clásico a sus archirivales, en un juego con existencia agotada. Aun asi, los 80,018 asientos estaban vacíos. Nadie espectaba, nadie jugaba.

Nadie.

Solo la aterradora quietud bajo el cielo abierto.

En el cielo solo había un dirigible -flotando arriba, como si grabara el partido que no se jugaba. En el costado del dirigible, en una pequeña, discreta letra, estaba escrito ¨SpeedWagon¨. En la góndola, el personal miraba nerviosamente abajo al estadio. Se miraron los unos a los otros, y asintieron. Uno de ellos le hablo a un transceptor.

¨El estadio esta desierto. tienes luz verde para avanzar¨

¨Entendido¨.

El hombre en el otro lado avanzo hacia la corrida de asientos y blandió su mano en dirección al dirigible. Una luz se encendió; Lo habían visto.

¨Atentos. Como dije, si algo me pasa, lárguense¨, ¨Entendido Guido Mista, ten cuidado¨.

Apagando el transceptor, el hombre -Mista- se agacho y saco una pistola de su bota. Con facilidad, apunto a los túneles de donde salían los jugadores.

¨Muy bien, sal de ahí Sheila E.¨

Su voz era baja, pero se proyectaba como un cantante de opera. Por diez segundos, hubo silencio. Entonces dos figuras emergieron de las sombras, sus movimientos no recordaban en nada a los atletas.

Uno era una chica -Sheila E. Sus rasgos eran jóvenes, sugerían que ella aun no maduraba, pero sus ojos eran algo completamente distinto. Eran los ojos de una criatura salvaje, lista para clavar sus dientes en el cuello de lo que fuera que estuviera delante. Preparado para despedazarlo. Habían algunas cicatrices en su rostro; no mostraba ningún interés en estas.

Estaba acompañando a un chico. Caminaba cautelosamente, sus aretes de frutilla se balanceaban.
Cuando ambos llegaron a un punto 20 metros al frente de Mista, el grito. "¡Alto!".
Lo hicieron. Sheila E paró al instante como un soldado. El chico se encogió, y se quedó parado temblando.
El arma de Mista apuntaba hacia el. El barril estaba dirigido a su rostro, entre sus cejas y labios, hacia la parte superior del puente de su nariz. No temblaba.

"Hmph" gruñía Mista. Miro al chico, abrió los labios, "Cuanto tiempo".

La cabeza del chico se levantó, mirándolo por primera vez.
Los ojos de Mista miraban helados, como hielo.
"Dime, Fugo... ¿Cómo has estado?". El chico no respondió, le pareció una perdida de tiempo.
"Por lo que sabemos. Has pasado los últimos seis meses tocando el piano en un bar. ¿Tocas el piano?, No lo sabía. Después de pasar tanto tiempo juntos."
"..............."
"Supongo que a los niños ricos les enseñan todas esas tonterías"
Fugo ahogo algo debajo de su aliento.

"¿Hm?", Dijo Mista, no lo iba a dejar pasar, "¿Que dijiste?, Tienes algo que decir, suéltalo".
Fugo torció sus labios.
"No fue nada", chilló, no era nada, rechazo las implicaciones de Mista.

Mista levantó una ceja, pero la dejo caer, "Bueno, dime... ¿Tienes algo que decirme?, ¿Algo que quieras saber?, Te responderé lo que pueda".
Fugo se quedó parado por un momento, luego se decidió.

"¿El... El... Esta muerto?".

Había dolor en sus ojos. Cuando Mista vio ésto, frunció el ceño y echo un vistazo a Sheila E.
"Sheila E, cubre tus oídos".
Ella asintió, tapó sus orejas con tanta fuerza que era extraño que no sangrara. Sellando el sonido afuera. Su obediencia era completamente ciega. A Mista no pareció importarle.

Purple Haze Feedback (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora