UN EXTRAÑO ENCUENTRO

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Como suele hacer mucha gente de la unión europea, mi familia y yo nos mudamos de Madrid a Praga, buscando una ciudad más tranquila y segura, de eso ya han pasado más de 20 años. Llegué siendo un niño y estoy muy acostumbrado a mi vida aquí,

Soy un abogado, joven y a pesar de eso, tengo ya un renombre que me precede. Tengo mi despacho en el barrio judio y tengo un buen departamento que es de mi propiedad en el distrito uno de Praga .

Soy el hermano de en medio, mi hermano menor se llama Caleb y mi hermana mayor Cecil, además tengo un sobrino —Hijo de Cecil— llamado Xecht, el cual es mi adoración.

Mis padres son algo tradicionales, así que el que su hijo sea gay no les encanta, sin embargo no hacen de mi vida una pesadilla a pesar de eso.

Esto nos lleva a la situación que me arrastró hasta... él.

Mis padres habían organizado un almuerzo en Viena para ese fin de semana. Mi hermano Caleb quería que yo condujera hasta allá, pues no era capaz de guardar silencio en el tren y siempre lo terminaban bajando o multando.

A pesar de tener 24 años, mi hermano era el niño de mamá y estaba por de más consentido y esperaba que todos lo sacáramos de sus líos.

Normalmente yo no me metía en esa clase de drama o al menos desde que me había mudado, pero si mi madre intervenía, no había poder humano que la convenciera de lo contrario.

La noche anterior al almuerzo en Viena, recibí una llamada de mi madre, pidiéndome que recogiera a mi hermano a las cinco de la mañana, para que lo llevara en auto. A pesar de mis esfuerzos por negarme, terminé accediendo.

Me fui a dormir luego de hacer mi maleta y los sueños comenzaron.

el sueño había sido más intenso y más largo que antes,

pues nunca me había dado cuenta de la tercera persona metida en todo este

asunto, aunque no sabía quién, era alguien que tenía la culpa de aquel fatídico

final.

Cada noche que pasaba, se volvía más difícil despertar. Era como

si el sueño intentara mostrar más verdades, como si tuviera una verdadera

importancia para mi vida, cuando podía notar que ni siquiera se trataba de la

época actual. Yo portaba un uniforme de tipo militar demasiado impráctico, aun

si solo podía ver que llevaba encima el pantalón.

Estando aturdido, intenté volver a dormir, aún era demasiado temprano.

Me recosté y comenzó nuevamente a agitarme en sueños, aunque estos se revelaban como algo menos trágico que la ejecución.

No quería levantarme de la cama, pero debía hacerlo.

Lleno de pesar, malhumorado y agotado de tener una noche casi en

vela, me levante a correr para ayudarme a despertar del todo.

Sentía el cuerpo magullado, como si me hubiera metido en una pelea,

como en la adolescencia. Además de que el cuello estaba tenso. Los sueños iban

a terminar enloqueciendo, de eso estaba seguro. A mis veintiocho años había

logrado mantener la cordura, pero ahora que era socio de un buen bufete de

abogado y con el nivel de estrés que iba a comenzar a manejar, estaba seguro

que antes de los treinta terminaría en un loquero.

Aunque el destino esté en nuestra contraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora