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"El pasado afecta el presente si no lo dejas donde pertenece"
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CLARA

Cuando mi abuela abandonó la casa, sentí frío aunque el sol era inclemente.

No quería quedarme sola. O sea, no temía que algo malo me pasara, el problema era el bendito recelo que tenía cuando no estaba en su presencia. Mi abuela era como un escudo para mí.

Miré a mi alrededor y de repente como que se me quitó el hambre por arte de magia.

El café que tenía en la mano se enfrió y sentí un vértigo en el estómago cuando lo acabé con rapidez.

Enjuagué el pocillo, tiré el resto de tostada en la caneca y me puse a barrer toda la casa.

Necesariamente no tenía que hacerlo, pero la señora de la limpieza no llegaría a ayudar hasta que mi abuela  regresara de La Villa.

Limpié los floreros y unas estatuillas que habían en la sala y partí hacia el pasillo a desempolvar los cuadros.

Estaba ooscuro y gélido. Físicamente yo estaba sola, pero espiritualmente no. No me preguntes cómo lo sé, simplemente lo sentí así.

Al llegar a ese pasillo sin compañía, la piel se me puso de gallina y me dieron ganas de retroceder, pero no, nada malo podía pasarme.

Limpié el cuadro de Lucifer.

Mi abuela simbolizaba a Lucifer como un ángel de extrema belleza que sólo cumple órdenes de Dios en el Infierno dándoles un lugar a las almas pecadoras hasta el día del juicio final.

Esa piel tan blanca como el mármol, ojos azules como el cielo, cabello rubio, nariz perfilada y labios rojos sólo podía ser obra de un ser supremo.

Los trazos eran tan perfectos, que parecía que el mismo Lucifer había posado para que lo retrataran.

Pasé un trapo seco sobre el polvorín del marco y habían unas iniciales "RS".

¿RS? ¿Quién rayos era RS?

Colgué el cuadro en su lugar y me detuve en el de el Demonio que más llamaba mi atención.  Astaroth.

Él posaba despreocupadamente sobre un trono de oro. Sus ojos de un rojo sangre parecían querer taladrarle el alma a una persona por medio del retrato. Tenía el cabello negro y la piel blanca como un papel. Cada rasgo era perfectamente fino.

Era más hermoso que todos los ángeles que hubiese visto.

Debajo había una nota:

"Lo profano siempre será atractivo. Lo malo será aún más tentador. De eso se trata, el mal siempre se camufla como algo bueno para atraparte en sus redes"

Terminé de limpiar y me detuve en un cuadro que no había detallado hasta el momento.

Era Astaroth y una Ángel.

El Demonio tapaba la desnudez del Ángel con sus enormes alas negras. Se miraban con tal adoración, que me dieron ganas de que alguien algún día me mirara así.

EL TRITÓN Y LA ELEGIDA (Book #1) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora