Capítulo 1

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150 días, 1 hora y 20 minutos han pasado desde que recibí la llamada del hospital en la cual me decían que mis padres habían tenido un accidente de coche y que los médicos no habían podido hacer nada por salvar sus vidas. El 13 de Julio tuvo lugar su entierro en el cementerio de Highgate, fue un día soleado el cual no acompañaba a la situación pero que seguramente a mi madre le hubiese encantado.

Se acercaron a darme el pésame personas que nunca en mi vida había visto, supuse que eran conocidos o amigos de mis padres. Durante las 2 horas que duró el entierro, estuve acompañada por Marie, Harry, Christina, Megan y Allison, en más de una ocasión sentí que tenía que irme de ese lugar porque no podía imaginarme que mis padres hubiesen muerto.

Con mi mirada busco sus nombres entre todas las lápidas de el mismo sitio al que vengo todos los días desde hace 5 meses, puedo distinguir muchos nombres, pero no los suyos. He llegado a ver niños de tal solo 2 o 5 años y ancianos que han dejado esta vida a los 90. En ese momento pienso que daría lo que fuera para poder llegar a esa edad y poder vivir todo lo que no han podido esos niños inocentes que ya nos han dejado.

Después de 5 minutos observando cada lápida los veo, veo a las personas más importantes de mi vida, aquellas que me han enseñado a valorar las cosas que tengo, las que han dado todo por mí, pero que aun así no se lo agradecía, ellos son mis padres, los que me han dado la vida y que gracias a ellos puedo ser feliz y disfrutar de ella. Cada vez que voy les cuento cómo me ha ido el día y que no me acostumbro a su pérdida.

A las 19:46 llego a casa de Marie y me quedo durante unos minutos sentada en las escaleras del porche. Saco los auriculares de mi mochila, tardo media hora en desenredarlos y cuando finalmente lo consigo, los conecto al móvil. Busco en mi lista de Spotify alguna canción que haga liberarme de este sentimiento de tristeza. Después de revisar mi lista cinco veces, decido ponerme Guerra mundial de Leiva, un cantante español que conozco gracias a mi prima Ana. No me doy cuenta de que tengo la canción en repetición porque me meto tanto en la letra y en la sensación de tranquilidad que me hago mi propia burbuja. Veo que me entra un mensaje en el móvil, me meto en la aplicación de Whatsapp y abro la conversación de Haz.

Haz: Eh dónde estás? Ya está hecha de cena y tengo hambre. – Al lado me pone el emoticono de la cara de asco.

Me arranco los auriculares de las orejas y los meto como un ovillo en el bolsillo pequeño de mi mochila. Busco como una loca las llaves de casa pero no las encuentro, asique decido llamar al timbre. Oigo pasos que se dirigen hacia la puerta y a Marie preguntar de fondo: "¿Quién podrá ser a estas horas?" Llega un momento en el que los pasos se dejan de escuchar y esta vez se oye el ruido de las llaves abriendo la puerta. Se asoma una cabeza por detrás de la puerta, la cual conozco a su dueño a la perfección y del que estoy empezando a sentir cosas. 

-Lo siento, no estamos interesados en sus servicios.- Dice justo cuando doy un paso para entrar a la casa e intenta cerrar la puerta.

-Harry no tiene gracia, déjame entrar. – Sinceramente no estoy de ánimo para bromas ahora mismo. Solo tengo ganas de cenar, ducharme, ver un poco mis redes sociales e irme a dormir.

-Veo que hoy no es tu día.- Se hace a un lado y me deja pasar al interior de la casa.

-Si te soy sincera, no. En clase me ha ido mal y he perdido el autobús. – Recorro el pasillo que acaba en la cocina con Harry detrás de mí.

-¿Y eso?

-Te lo cuento mañana que no me encuentro bien para decírtelo.- No sé cómo decirle que no aguanto más a su novia y que no para de insultarme. Dejo la mochila en el suelo y me acerco para darle un beso en la mejilla.

- Vale, pero sin falta.

Los dos entramos en la cocina donde esta Marie acabando de poner la mesa. Me acerco a ayudarla a poner los vasos y saco el agua de la nevera. Nos sentamos los tres en la mesa, Marie nos cuenta que tal le ha ido hoy en el hospital y Harry que hoy en el entrenamiento de vóley Jon se ha rato la pierna derecha y que le han tenido que operar. Yo solamente abría la boca para decir monosílabos como Aja, Si, No...

Cuando acabamos de cenar meto los platos y los vasos en el lavavajillas mientras Harry recoge la mesa y guarda el mantel en el tercer cajón de la estantería de al lado del horno.

-¿Necesitas algo Marie?

-No, pero aun así muchas gracias Beth.- Me despido de cada uno con un beso, cojo la mochila que había dejado en la puerta del comedor y subo las escaleras de dos en dos como todos los días, ya lo hacía en mi antigua casa y se ve que esa costumbre no se me ha ido.

Llego a la tercera puerta de la izquierda donde hay una B en naranja en medio de ella. Fue lo primero que me dio Haz nada más llegar a esta casa hace cinco meses. A la semana siguiente del entierro de mis padres me mude a casa de Harry y Marie, al principio me negué porque no quería dejar la casa donde había crecido, donde di mis primeros pasos, donde pase mis primeras navidades, en resumen, mi hogar.

Cuando entro a mi habiatcion dudo entre tirarme en la cama o meterme en la ducha. Tardo cinco minutos en tirarme a la cama, no me siento con energía ni para ponerme el pijama, pero me convenzo a mí misma de que si no lo hago ahora me va a dar más pereza en unas horas. Finalmente me levanto y me dirijo a mi armario que está situado en la derecha de mi cuarto, junto al escritorio donde tengo el ordenador, mis libros de clase y un marco con una foto de las chicas y yo juntas que nos hicimos el verano pasado en la casa de la playa de Megan. Justo al otro extremo del escritorio se encuentra la foto que nos hicimos mis padres y yo en sus últimas navidades. Abro las puertas del armario, saco mi pijama de cuadros del segundo cajón y me cambio. Me meto en la cama y miro un rato mis redes sociales, decidimos las chicas y yo en ir mañana, nada mas salir del colegio, en ir de compras para la fiesta de Zack que va a celebrar mañana. Allison estaba locamente enamorada de él, llevaba así dos años y nunca le ha dicho lo que sentía. Estuvo un día entero insistiéndonos para ir, en un principio Meg y yo nos negamos porque a ninguna de las dos nos gustan mucho las fiestas, pero nos convenció cuando nos dijo que nos invitaría a una cena en La Cosa Nostra. Me despedí de ellas e intenté conciliar el sueño.

Un final inesperado ( Liam Payne ) Where stories live. Discover now