Derecha e izquierda

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La brisa de invierno comenzó esta mañana a las nueve de la mañana. Lo sé porque mi nariz se volvió roja de un segundo a otro y tuve que comprar pañuelos con la poca plata que tenía.

La capital era uno de los lugares que más odiaba de Buenos Aires. La gente con sus trajes de no se que trabajos tendrán, mientras yo estoy con mi abrigo de lana que tiene como diez agujeros más grandes que mi cabeza, y eso que soy cabezona. La razón por la que lo utilizo es porque estaba tan apurada que fue lo primero que agarré, debajo de esto tengo mi piyama de las chicas súper poderosas. Burbuja se veía en uno de esos agujeros.

Estoy por llegar, paso por McDonald y veo mi reflejo. Este tiene mi bolso viejo en mi mano izquierda, siempre me confunde eso.

Un hombre pasa por mi izquierda y mi bolso lo choca. Me mira y empieza a decir groserías de una manera que mi abuela le daría varias nalgadas en el trasero. Al disculparme se va pero aún lo escucho diciéndolas. Doy un suspiro y continúo mi camino.

Al cruzar la calle veo a un enfermero discutiendo con un hombre que fue chocada por detrás. Veo el accidente y las letras están puestas al revés Esta es otra de las razones por las que odio este lugar. Entro al edificio de la empresa de perfumería.

— Hola vengo por una queja de un perfume que me dieron.

— ¿Quién la envió?— me pregunta la secretaria.

— El comercio que se encuentra en Asor 7491.

Me mira bastante confundida y teclea en la computadora.

— Señorita no hay ninguna tienda en ese lugar, ni creo que exista esa calle.

Frunzo el ceño y busco en mi cartera, pero no lo encuentro donde lo dejé. Decido buscarlo en otra parte y lo encuentro en el bolsillo izquierdo.

Antes de que se la dé, una luz demasiado fuerte me alumbra, giró la cabeza y me encuentro con una pared hecha solamente de vidrio. Pestañe-ando un poco le doy la tarjeta y ella me mira extraña, igual no dice nada y vuelve a teclear. Me pide que espere en los sillones junto a la ventana gigante, mierda. Me siento lo más lejos posible junto a una señora que está llenando un formulario.

Media hora después me dan el mío y empiezo a escribir.

— Mi hijo mayor también es surdo. Siempre que le duele el brazo pienso que tiene que ver con el corazón y después me acuerdo— se ríe.

La miró y le estoy por decir que no soy surda cuando la llaman y se despide. Era agradable pero algo loquita, solo tengo que firmar pero la pulsera me incomoda. Frunzo el seño al pensar que en todo lo que escribí la pulsera no me incomodaba, antes de que la respuesta salga de la punta de la lengua me llaman y esta se va hasta mi garganta.

Antes de entregar el papel me doy cuenta de que mi firma está al revés y tengo que pedir el papel otra vez. Esta vez me lo dan más rápido y decido escribirlo en el escritorio por una mala sensación que tengo en el pecho. Se lo entrego y salgo para tomar un desayuno en McDonald.

De pronto veo a mi reflejo golpeando el espejo mientras yo solo estoy parada. Bueno, a decir verdad, yo soy el reflejo.   

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⏰ Last updated: Jun 01, 2019 ⏰

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Relatos de mi cabezaWhere stories live. Discover now