Recostado en aquella cama tan sola pude regresar varios años en el pasado, juraba poder oler tu perfume llenando mi nariz y ver tan claro como el agua tus hermosos orbes verdes que iluminaban la habitación, eramos unos mocosos, nos íbamos de fuga al parque que estaba atrás de la escuela y hablábamos por horas, pero tú sólo tenías ojos para un chico rubio de ojos azules que robaba tus suspiros.
Cada día era un problema diferente, y siempre te quejabas de algo que él hacía o decía, no recuerdo mucho pues siempre nos drogábamos hasta perder la consciencia, solo recuerdo cuando te encontré en los baños sollozando, parecía que querías ahogarte con tus lágrimas, con tus penas.
-Gee...- Me acerqué a abrazarte sentándome en el sucio suelo junto a ti, tu corazón estaba destrozado y se veía en tu ojos, apagados de golpe, eso me rompió el corazón a mí también, fingí que todo estaba bien —Bert es un hijo de puta, yo te lo dije— no me reclamaste, tampoco te alejaste, solo recargaste tu cabeza en mi hombro y te ocultaste del mundo en la oscuridad, cerrando tus ojos con fuerza para dejar ir aquel trago tan amargo.
-Esas fotos eran privadas, dijo que yo era su musa, dijo que me amaba- Veía en tu cara que querías dormir y nunca despertar pensando que esto era una pesadilla, "esto solo les pasaba a las porristas tontas" decías, soltando por tiempos aire que se iba acumulando en tus pulmones con un suspiro pesado y largo, llorar era desgastante —nunca necesité más una botella de vodka en mi vida— me sonreíste triste, pero aliviado de que estuviera a tu lado, lo pude notar por cómo tocaste mi mano, no sabías cuánto me mataba que me tocaras así y que no fuéramos nada, no tenías idea de mi dolor.
Las bolsas bajo tus ojos parecían contar todas las historias que decías al aire antes de dormir, aquellas que cubrías con sombra roja alrededor de tus ojos, pero tu pálida piel revelaba tus secretos a la luz blanca del foco que colgaba en un baño, aquella que te hacía ver etéreo y puro, casi como un ángel.
-¿Estás bien?- Pregunté caminando a la salida, esperándote recargado en el marco de la puerta para irnos juntos a nuestra pequeña isla de los perdidos.
-Lo estaré, siempre que tenga a mi mejor amigo conmigo- Encaminándote hacia tu casillero para sacar un paquete de cigarrillos y una botella reflexioné más de lo que debía, recordando que siempre me habías visto de la misma manera, siempre habías visto solo el exterior del gran amor que solo yo siento, porque en ti no había nada.
Dolía ver tus ojos empapados y tu maquillaje corrido hasta tus mejillas regordetas, aquellas que se sonrojaban cuando te hacían un cumplido subido de tono o cuando besabas a Bert antes, a quien esperaba con todo mi corazón ver de nuevo para enfrentarlo y darle lo que se merecía, pero el destino lo haría por mí eventualmente.
Caminamos en silencio por los pasillos de la escuela; todos estaban en clases y por mucho que nos escapáramos sacábamos buenas calificaciones, principalmente copiando los temas de otros cuadernos o estudiando por nuestra cuenta en la biblioteca, así que ya no les importaba si nos presentábamos o no.
Dejamos caer nuestros cuerpos en el pasto y veíamos tranquilos las formas en las nubes, tú dijiste que veías un perro, una flor y hasta una casa, yo no pude ver nada más que nubes, pero hice mi mejor intento, al menos mi falta de imaginación te hizo reír por un rato
Estuviste pensativo por unos minutos hasta que me volteaste a ver después de dar un trago largo a la botella y preguntaste:
-¿Tú estás bien, Frankie?- Aparté la mirada de tus ojos, no podía verte de frente, yo te respondí con una voz monótona viendo el cielo azul que poco a poco se tornaba anaranjado, viendo a la nada absoluta con una expresión vacía.
-No, pero me acostumbraré- Tomé tu mano entre la mía y te acerqué abrazándote contra mi pecho, tú pasaste tus brazos por mi cuello y ahí dormiste hasta que acabaron tus clases y te llevé cargando a casa antes de que llegaran tus papás.
Al día siguiente no llegaste temprano como siempre hacías, pero no me preocupé. Dieron las ocho, las diez y así pasaban las horas hasta que no apareciste en todo el día, por lo que no pude escaparme de clases como siempre, a todos les sorprendió verme en el salón más de una hora tomando notas pero ¿cuál era el punto si tú no estabas conmigo? Tenía un mal presentimiento.
Me desvié para ir a dejarte los apuntes del día con tus padres, pero al tocar solo me recibió tu hermano menor, quien estaba solo porque tus padres te habían dejado desde la madrugada en el hospital. Vi a Mikey a los ojos, esperando que todo fuera una broma pesada, pero luego me explicó que despertaste a mitad de la noche y abriste la ventana de tu cuarto, saltando hacia el jardín.
-Estos son los momentos en los que me pregunto si valía la pena dejar el ático como su habitación. Pobre, cayó de dos pisos, al menos solo se rompió el pie- Actué lo más tranquilo posible y le entregué mis cuadernos para que te los diera y pudieras ponerte al corriente después, me dio el nombre del hospital donde estabas por si quería ir a verte, aunque ni yo supiera eso con exactitud, pero insistió en que te podría animar el estar conmigo, me hizo feliz que el mundo supiera lo que ya era obvio, que somos dos mitades.
Le pedí el carro prestado a mi padre después de explicarle la situación y prometí que regresaría temprano, conduciendo con la música a tope y rebasando en ocasiones el límite de velocidad.
Llegué a tu habitación aún con el uniforme de la escuela y me senté a tu lado esperando que despertaras, de seguro estabas cansado y yo no te quería privar de tu merecido descanso.
-Frankie- Besaste mi mejilla y jugaste con mi cabello entre tus manos, las poleas que elevaban tu piel derecho te impedían moverte.
-¿Estás bien?- Soltaste una risotada e hiciste esa cosa que me volvía loco, donde cubrías tu boca con el puente de tu mano para no ver tu sonrisa, yo quería ver tu sonrisa, pero a la vez me aliviaba que todavía conservaras tu humor.
-¿Cuantas veces nos hemos preguntado eso?- Yo levanté los hombros, no sabía qué responderte, pero era verdad, siempre preguntábamos eso, creo que esta no fue la mejor situación para hacer la pregunta —lo siento si te preocupé, estaba muy borracho anoche— mentiroso, yo sé que lo hiciste por el idiota de Bert, pero no iba a pelear contigo, no podía.
-Está bien, Gee, descansa, mañana vendré temprano a verte- Besé tu frente y salí de aquella habitación con olor a Ibuprofeno y muerte, un olor que no me molestaba pero me mareaba, esperaba el amanecer del día siguiente para venir de nuevo, mi amado pelinegro.
La puerta del Honda rojo se trababa un poco, así que peleé con ella un rato para entrar, rendido me senté en el asiento del conductor y eché mi cabeza sobre el volante, susurrando para mí mismo:
-Te amo- Puse el carro en marcha y me fui de ahí derrotado.
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To get you back [Frerard]
SonstigesUna adaptación Frerard de la historia del álbum "Three cheers of sweet revenge". Esta historia contiene: -Escenas gráficas de violencia -Muerte, temas de suicidio y depresión -Abuso de sustancias -Relaciones L[G]BT Si lees esto es bajo tu responsabi...