La espada y el kunai

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La luna resplandecía de manera lucida sobre el cielo nocturno, parecía intentar vencer el brillo de cualquier estrella mientras acompañaba una vez más la frígida noche de Edo. Del mismo modo su papel esta noche consistía en ser una linterna para un hombre ebrio con cabellera plateada que deambulaba por el sendero de Kabuchiko, había ahogado sus penas en alcohol después de una gran pérdida…
Él había estado presente en un incidente entre el rebelde joui Katsura y el Shinsegumi cuando sucedió; gracias a una explosión causada por el estúpido Zura su kimono favorito fue completamente destruido, era una completa tragedia, incluso si Shinpachi lo veía como una excusa para gastar la paga de Kagura y este en sake.

En otra parte de Edo -más específico en Yoshiwara- había otra luna tal vez más brillante que la anterior, pero esta no era un satélite natural o similar, sino una mujer caracterizada por su singular cicatriz que atravesaba uno de sus ojos  representando la huella de una gran determinación. La jefa del Hyakka perseguía a un hombre quien había sido el sexto en intentar –en los últimos días- secuestrar al Sol de Yoshiwara; Sin embargo, lo único que arrebató fue la serenidad de la Diosa Cortesana de la Muerte. Toda rosa posee espinas y Tsukuyo no era la excepción, era claro que aquel hombre no conocía el significado de estas palabras e incrédulamente subestimó a esa rosa.

-Tienes cinco segundos para buscar una excusa suficientemente buena que logre hacerte escapar de la ira del Hyakka- declaró Tsukuyo después de atrapar al hombre sometido en el suelo, pero este no articuló ninguna palabra.- ¿No confesarás del por qué intentaste secuestrar a Hinowa?-siguió sin recibir alguna respuesta. -Ya veo, entonces no eres mejor que la basura- expresó cuando en un corte limpio mutiló la mano del hombre a su vez que este manifestaba un grito de dolor.

-¡PERRA! ¡SÓLO SEGUÍA ORDENES!-exclamaba el hombre con lágrimas de agonía

-¿Quién es el responsable?-inquirió Tsukuyo

Antes de hablar denotó satisfacción en una sonrisa-La araña-respondió el hombre para finalmente perecer debido a la hemorragia proveniente de su brazo sin mano.

-¿Araña?

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Todo era oscuro a su alrededor mientras se desprendía un olor a sangre mezclado a otro realmente desagradable que no podía describir, sentía un gran dolor y el sudor recorrer su frente.

-Ya es suficiente Sadaharu-hablaba una voz chillona femenina

Finalmente pudo ver con claridad… Literalmente, ya que hace unos segundos se encontraba dentro de la boca de Sadaharu y el olor a sangre que se desprendía no era otra que la suya, pues lo que recorría en su frente no era sudor precisamente.

-¡AH MALDITO PERRO!- gritaba un Gintoki molesto

-¡Maldito borracho! ¿Cómo pudiste gastarte nuestra paga en sake?-reclamaba Shinpachi

-No podía arriesgarme a que lo gastaran en tonterías, los chicos de ahora solo piensan en gastar en la Jump o el Pachinko, así que decidí hacer un mejor uso de su dinero- se defendió Gintoki

-¡PERO SI LO USASTE EN SAKE! ¡Y ESO ES LO QUE HACES TÚ TODO EL TIEMPO!

-Sí, pero es algo que hace feliz a su amado jefe ¿no desean mi felicidad? además sigo abatido por la pérdida de mi kimono favorito-decía arrogantemente Gintoki.

"Entre los fanfics y lo Canon hay una fina línea"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora